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Por qué el hidrógeno es la estrella emergente contra el cambio climático

  • Puede descarbonizar procesos y sectores en los que es difícil reducir emisiones
Imagen: iStock.
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El hidrógeno es el químico más abundante del universo, nada menos. Júpiter, por ejemplo, está formado en casi un 90% por hidrógeno. En nuestro planeta no hay tanto -en grandes cantidades solo se encuentra en los océanos-, pero tiene muchos usos que quizás no conocías.

De hecho, llevamos más de dos siglos descubriendo sus aplicaciones. En el siglo XIX el hidrógeno se utilizó en el que algunos consideran el primer motor de combustión interna de la historia y a comienzos del XX, su mínima densidad hizo que se empleara para hacer volar dirigibles. Hoy en día el hidrógeno tiene usos tan variados como la producción de amoniaco para fertilizantes o la fabricación de plásticos y medicamentos e incluso se utiliza en el sector alimentario para la producción de margarina, en sectores como la industria del vidrio y del acero y hasta en la fabricación de microchips.

Pero si el hidrógeno se ha puesto justamente de moda en los últimos años es por el papel que puede desempeñar en la transición a una economía descarbonizada. Hay dos características que hacen del hidrógeno un elemento interesante en esta transición. Por una parte, no emite CO2 cuando se utiliza, de manera que "ofrece una solución para descarbonizar los procesos industriales y los sectores económicos en los que la reducción de las emisiones de carbono es urgente y difícil de lograr", como explica la Comisión Europea (CE).

Así, el hidrógeno y sus derivados son, por ejemplo, claves para descarbonizar la movilidad, sobre todo en sectores difícilmente electrificables, como el transporte marítimo, el aéreo y el de larga distancia por carretera. Puede usarse como materia prima, junto al CO2, para producir combustibles sintéticos compatibles con los motores de combustión actuales. Y ya existen algunos modelos de vehículo eléctrico de pila de combustible (FCEV, por sus siglas en inglés), que emplean el hidrógeno como fuente de energía y podrían complementar al vehículo eléctrico de batería, sobre todo en el transporte pesado.

No es de extrañar que distintos organismos e instituciones incluyan ya el hidrógeno en sus planes de actuación: la Agencia Internacional de la Energía publicó en 2019 un informe titulado El futuro del hidrógeno, a propuesta del G20, en 2020 la CE presentó su "estrategia del hidrógeno para una Europa climáticamente neutra" y el pasado octubre el Gobierno español aprobó su propia "Hoja de Ruta del Hidrógeno".

"El hidrógeno renovable supone para España la mayor oportunidad de industrialización y de relevancia energética a la que nuestro país se ha enfrentado nunca"

De los distintos tipos de hidrógeno, el renovable es en el que hay puestas mayores expectativas. Hay tres maneras de producirlo: emplear solo materias primas renovables en el proceso convencional de fabricación, usar solo energías renovables para producirlo mediante electrólisis -es decir, separando la molécula de agua por medio de electricidad- y la conversión directa de energía solar y agua para producir hidrógeno sin electricidad -la fotoelectrocatálisis-.

"Esto, en España es una ventaja, porque tenemos agua y también sol y viento, por lo que podemos producir y almacenar mucha energía en forma de hidrógeno", señala Tomas Malango, director de Hidrógeno de Repsol. "En España tenemos una capacidad mucho mayor de producir hidrógeno de forma renovable que de consumirlo: cubriendo el 2% de la superficie de España tendríamos una generación renovable suficiente para abastecer todo el consumo nacional de electricidad".

Los costes del hidrógeno renovable están, además, bajando rápidamente: los electrolizadores han reducido su precio un 60% en los últimos diez años y se espera que en 2030 las economías de escala bajen su coste un 50% respecto al actual.

"El hidrógeno renovable supone para España la mayor oportunidad de industrialización y de relevancia energética a la que nuestro país se ha enfrentado nunca. Hay un ecosistema tecnológico alrededor del hidrógeno muy potente y esto nos da la oportunidad de crear una cadena de valor que va desde el desarrollo y la innovación a la industrialización masiva y la comercialización, que nunca antes hemos tenido", explica Malango.

El Corredor Vasco del Hidrógeno es una buena muestra de este potencial. Este proyecto, llamado también BH2C, engloba 34 actuaciones en torno a estos ejes: producción de hidrógeno renovable y combustibles sintéticos, movilidad y logística de distribución, descarbonización de la industria, usos urbanos y residenciales, infraestructura y desarrollo tecnológico industrial. Se estima que el Corredor, en el que participan 78 organizaciones -Repsol, el Ente Vasco de la Energía (EVE) o Enagás entre ellas-, producirá 20.000 toneladas anuales de hidrógeno, evitando así la emisión de más de 1,5 millones de toneladas de CO2 y creando en el camino 8.000 empleos.

Imagen: Iñigo Sierra.

El pasado 14 de mayo daba también sus primeros pasos el proyecto Valle del Hidrógeno de Cataluña, que busca reconvertir la industria petroquímica, gran consumidora de hidrógeno: la idea que está detrás de esta alianza de más de 130 empresas e instituciones, como la Diputación de Tarragona, la Universidad Rovira i Virgili o el Complejo Industrial de Repsol en Tarragona, es destinar el hidrógeno renovable no solo a la industria química, sino a la producción de combustible para vehículos pesados -autobuses, camiones, barcos y aviones- y a calefacción residencial.

"Empezaremos a ver hidrógeno renovable disponible en el año 2022 a pequeña escala y, a lo largo de la próxima década debería ir creciendo, si se dan las condiciones regulatorias, de apoyo financiero y de demanda en el mercado suficientes para que esto coja velocidad de crucero. En los próximos 10-15 años debería haber un incremento en el consumo de hidrógeno renovable hasta alcanzar niveles de penetración reseñables", concluye Malango.

La confluencia de rentabilidad económica, bienestar social y beneficio ambiental, junto al impulso de la Unión Europea, se traducirá, sin duda, en nuevos proyectos a corto y medio plazo. 255 años después de su descubrimiento, ha llegado el momento del hidrógeno.

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