
El sector de la alimentación es de los que mejor ha soportado la crisis económica asociada a la pandemia, y en algunos casos incluso ha mejorado registros en 2020, pero el segmento cárnico advierte que, en su caso, muchos negocios están en pérdidas por las restricciones al turismo y la hostelería, y claman poder acceder a las ayudas directas del Gobierno y las administraciones regionales para poder salir adelante. La asociación estatal Anafric, que agrupa empresas de toda la cadena de valor, desde cría de ganado, engorde, sacrificio, despiece de carnes, transformación, almacenamiento, importación y exportación y venta mayorista y minorista, lamenta que el sector se siente "invisible" y "abandonado" por la administración, ha explicado a elEconomista el vicepresidente de la entidad, Marcel Ruiz.
"Desde la administración no tienen la capacidad de diferenciar, deciden las políticas de apoyo con un trazo muy grueso", reprocha. Detalla que algunos subsectores, como el de exportación de porcino a China y carnicerías de barrio, han aumentado el negocio, mientras que otros, como los vinculados al aprovechamiento de las pieles -que venden al sector textil, también golpeado por el coronavirus- o los que tienen como clientes a hoteles y restauración, han perdido hasta un 30% de la facturación anual en 2020 -tomando como referencia los datos de las bases imponibles de las declaraciones del IVA trimestral- y tienen problemas para sobrevivir, con especial incidencia en las empresas vinculadas al vacuno y el ovino. "Todos los sectores están interrelacionados y desde las administraciones no se entiende", deplora. Algunos ya han cerrado, otros han reducido su dimensión y otros han colgado el cartel de Se vende para ceder el testigo a quien llegue con un cheque.
Este último supuesto es el caso de la propia empresa de Ruiz, Carns Pont, dedicada a la venta mayorista de carne de todo tipo en el área de Barcelona, y con clientes en la gran distribución, carnicerías y hostelería. La compañía llegó a facturar más de 8 millones de euros anuales antes de la crisis de 2008. Entonces, la guerra de precios le hizo perder dos grandes cadenas de supermercados como clientes, una de las cuales le reportaba 2,3 millones en ventas por ejercicio.
También se ha sumado el descenso del consumo de carne en España y Europa en los últimos años en favor de proteínas vegetales como reclamo de alimentación saludable, una "mala reputación" que Ruiz atribuye a la desvinculación de los habitantes de las ciudades respecto al mundo rural, y el año pasado llegó el Covid para agravar la situación de muchas pymes del sector.
Carns Pont pasó de facturar 5,6 millones en 2019 a 4,4 en 2020 por el desplome del canal horeca, teniendo en cuenta que Cataluña es la región donde más se han alargado las restricciones a la hostelería. Desde el domingo 9 de mayo pueden servir cenas después de cuatro meses y medio sin poder hacerlo, pero Ruiz calcula que más de un 25% de sus clientes en este segmento no volverán a levantar la persiana porque no han logrado sobrevivir a las limitaciones de la pandemia. Pone el ejemplo de un restaurante que abrió hace seis años en la Rambla Cataluña de Barcelona con una inversión de 2 millones de euros que no ha podido amortizar. También le trasladan su "crítica" situación restaurantes de la plaza Real y la Barceloneta, dependientes del turismo y la gente de paso, así como una carnicería de la Boquería y un pequeño mayorista del Vallès especializados en vender a restaurantes: "Si no hay demanda, la oferta desaparece, y detrás vamos el resto de empresas proveedoras".
Desprotección
Ruiz se quedó con el 24% de las facturas de enero y febrero de 2020 de su hostelería cliente pendientes de pago, y algunas las cubrió el seguro de crédito, pero las coberturas se han encarecido y reducido con la pandemia: "Es la tormenta perfecta. Las aseguradoras nos han subido las primas del seguro de crédito, y bajado a cero a los clientes de la restauración, por lo que no nos cubren los impagos. Estamos al borde del precicipio, porque nuestra actividad es de gran volumen pero margen pequeño, y con una caída del 10% de las ventas ya estás en pérdidas".
Carns Pont da empleo a 34 trabajadores, que han ido pasando por Ertes intermitentes de afectación variable. La compañía ha pasado de dos turnos a uno, pero hay costes fijos que no desaparecen, como la administración, el alquiler de locales y las cámaras frigoríficas, repasa Ruiz, que tiene sus instalaciones en el barrio del Poblenou de Barcelona, con una superficie de unos 900 metros cuadrados.
Reivindica que los créditos no son una opción después de más de un año de la llegada del Covid-19: "Necesitamos ayudas directas a todas las actividades afectadas por la pandemia, como han hecho otros países. No tiene sentido un reparto por sectores en el que estaba el tabaco y no la ganadería ni el sector cárnico". Ahora depende de cada CCAA.