Desde hace casi dos décadas, coincidiendo con la abolición de los monopolios en las telecomunicaciones, con la atribución de sistemas de numeración a diferentes proveedores y la madurez de los sistemas de itinerancia en la telefonía móvil ("roaming"), la cuota de los operadores virtuales (aquellos que emplean las redes y una variedad de medios técnicos para la facturación o la atención a los clientes, por ejemplo) no ha hecho más que crecer, basados en un modelo de costes previsibles -en función de los precios de uso de los medios ajenos- que a medida que han ido incorporando los beneficios de la mayor escala han propiciado precios a los clientes finales cada vez más competitivos.
Es importante tener en cuenta que el desarrollo de los proveedores virtuales ha tenido un doble efecto dinamizador de la oferta, a nivel mayorista, es decir entre quienes ponen a disposición de los operadores virtuales su infraestructura y capacidades y de cara a los clientes finales, con ganancias de eficiencia a nivel individual y agregado, por el uso más racional de capital. En la actualidad en España hay 68 operadores móviles virtuales relevantes (hasta cerca de 580 autorizaciones de operadores de telecomunicaciones que incluyen infinidad de ámbito local), de los cuales sólo ocho pertenecen a los tres operadores de redes principales (2 de Telefónica, 2 de Vodafone y 4 de Orange), diez pertenecen a MásMóvil, -que es un referente de modelo híbrido de negocio con red parcialmente propia (Yoigo) y gestión autónoma de marcas adquiridas- y cinco forman parte de Euskaltel, incluido el operador móvil virtual del mismo nombre, en vías de integración en el grupo MásMóvil. Los operadores virtuales representaban al final de 2020 en España el 7,5 por ciento de los accesos de banda ancha móvil y apenas el 1,26 por ciento de los accesos de banda ancha fija. Sin embargo, representaron ya en el último trimestre de 2020 el 26 por ciento de los ingresos totales del sector (debe tenerse en cuenta que los operadores de red tienen ingresos mayoristas por sus ventas a los operadores virtuales), con una ganancia de cuota de 9 puntos en relación con el inicio de 2005, cuando se inician las series estadísticas de la CNMC. Incidentalmente, en estos 16 años los ingresos trimestrales del sector en España se han reducido en torno al 11 por ciento, entre tanto el tráfico total ha venido creciendo a una tasa anual cercana al 24 por ciento, lo que da idea de la compresión de márgenes y los desafíos de ampliación y renovación de infraestructuras por parte de los operadores de red para gestionar tamaña multiplicación del tráfico y de la ventaja de los operadores virtuales para competir con una base de costes fijos más ajustada y beneficiada por la creciente digitalización de procesos internos.
Los últimos datos de portabilidad, del primer trimestre de 2021, testimonian el avance de los operadores virtuales y el retroceso de los operadores de red. Sumando fijo y móvil, estos últimos (Telefónica+Vodafone+Orange) perdieron cerca de 330.000 líneas, mientras los principales operadores virtuales o híbridos (Más Móvil+Digi+Euskaltel) ganaron cerca de 242.000 líneas, yendo el resto de las transferencias de líneas -aproximadamente 90.000- al conjunto del resto de operadores virtuales -incluidos los de los operadores de red (como o2, Lowi o Symio)-, según cálculos propios basados en información adelantada el 5 de abril por Cinco Días.
El ingreso medio por minuto ha caído el 82% en los últimos diez años
La erosión de los ingresos resultante del envilecimiento de los precios -que para la telefonía móvil ha resultado en una caída del ingreso medio por minuto de cerca del 82 por ciento en los últimos diez años, según datos de la CNMC- se ha traducido en constantes demandas de reducción del número de operadores por la vía de las fusiones, sobre las que últimamente se han prodigado los rumores. Efectivamente, si la base de clientes no puede aumentar, siquiera por la realidad socio-demográfica española y los precios de los servicios sólo caen como consecuencia de la presión competitiva, ¿cómo asegurar la rentabilidad de negocios que o bien tienen que afrontar enormes costes históricos o están fuertemente endeudados? Especialmente en esa situación, los operadores virtuales seguirán gozando de ciertas ventajas y previsiblemente aumentando su peso en el sector, para beneficio de los consumidores y ello por varias razones: a) la percepción cada vez más extendida del carácter indiferenciado de la conectividad, b) el refuerzo de la asociación a las marcas a través de la personalización de las ofertas y mecanismos de fidelización, la abolición de las permanencias mínimas y la importancia creciente de las comunidades de usuarios, c) la combinación de servicios con otros servicios básicos, con un hábil manejo de las subvenciones cruzadas y d) la disputa por los ingresos en el mercado mayorista -es decir, por las ventas a los operadores virtuales-, que excluyendo los ingresos de los proveedores de pasivos (emplazamientos para telecomunicaciones móviles) representaban casi el 27 por ciento de los ingresos totales de telecomunicaciones.
La situación descrita avalaría la "separación estructural" de infraestructuras y servicios, al tratarse de negocios escindibles con perfiles de riesgo muy distinto, en términos de la duración de los contratos y previsibilidad de los ingresos, de las potenciales barreras de entrada a los mismos, del consumo de capital asociado y en consecuencia de las expectativas de rentabilidad, de la intensidad de mano de obra y de las exigencias de innovación solo para mantener la posición competitiva.
Dos noticias recientes dan cuenta del imparable ascenso de los operadores virtuales: la creación por El Corte Inglés -la segunda marca de distribución al por menor más valiosa de España, detrás de Mercadona, según el último estudio de Kandar y BrandZ- de un operador virtual de comunicaciones ("Sweno"), respaldado por MásMóvil y, por otro lado, la oferta de adquisición de Euskaltel por parte de Más Móvil que, como se ve, está en el epicentro de la transformación del mercado a través de una estrategia singular de pluralidad de marcas apoyada en la disponibilidad de recursos de red en condiciones cada vez potencialmente más ventajosas, en la medida en que representa una cuota creciente de la demanda en el mercado mayorista. Sencillo y directo en sus planteamientos comerciales, MásMóvil rompe con los parámetros habituales de la competencia entre los primeros tres operadores tradicionales, que aún cuando a finales de 2020 ostentaban una cuota de ingresos de cerca del 73, ven como la misma viene cayendo (muy probablemente la cuota actual de MásMóvil sumando todas las marcas bajo su órbita, incluidas las de Euskaltel esté próxima al 90 por ciento de la de Orange, su proveedor de red móvil y número tres a nivel nacional), a la vez que tienen que mantener un ritmo intenso de inversión, en espectro, en contenidos, en renovación de red, que sin duda creará tensiones financieras y tal vez pueda explicar los relevos recientes en las cúpulas de alguno de los operadores afectados.

Entidad habilitadora
La figura de Más Móvil se parece a lo que en la jerga del sector se llama una entidad "habilitadora" (en inglés, "virtual network enabler"), que facilita con un alcance determinado los recursos técnicos necesarios para la oferta de los servicios de conectividad por las distintas marcas, generando sinergias limitadas entre las mismas, que mantienen su personalidad jurídica y comercial -tal vez con una orientación de mercado diferenciada (por ámbito geográfico, nivel de renta de los clientes o combinaciones de producto) y normalmente desarrollada antes de su adquisición por el accionista común, cuya prioridad es la captura de cuota de mercado para lograr el aumento de los ingresos y en última instancia del valor del grupo, lo que es coherente con los modelos de rápido crecimiento del negocio que impulsan las decisiones de inversión de las firmas de capital privado, con un horizonte determinado de permanencia en el capital (tras varios años como empresa cotizada, actualmente MásMóvil está controlada por varias de esas firmas). En menor escala y con sus propias circunstancias, otros operadores virtuales se encuentran en una situación similar, pues a la postre las telecomunicaciones son un negocio de gran consumo, susceptible de generar, con una gestión acertada, una plusvalía muy notable a expensas de la posición inicialmente aventajada de los operadores históricos.
A estas alturas, la paradoja de esta auténtica "suma cero" que revela el éxito incuestionable de los operadores virtuales y la imponente creación de valor por los usuarios de las telecomunicaciones es que probablemente una parte sustancial de las inversiones recientes del sector sea redundante e innecesaria. Para entenderlo basta con fijarse en otro negocio liberalizado en los últimos años, el del suministro eléctrico. En este caso, la evolución de la composición y remuneración de las diversas fuentes de energía ("mix de generación"), la adaptación de las redes de alta y media tensión a los puntos de consumo y la existencia previa de redes únicas de distribución explican que el desarrollo del mercado libre de comercialización minorista no haya requerido la multiplicación de infraestructuras en concurrencia evitando enormes dispendios -basta recordar, por ejemplo, la ruinosa y litigiosa compra de ONO y las cableras a ella asociadas por parte de Vodafone-, sin demérito de la experiencia de servicio del cliente final. De hecho la superposición de infraestructuras de acceso fijo y móvil ("última milla") no aporta per se más capacidad -en tanto no se compartan recursos "nucleares" propios de la correspondiente malla de clientes- ni más seguridad, pues frecuentemente comparten ciertos elementos pasivos, como ductos, tendidos o emplazamientos.
La deuda de MásMóvil-Euskaltel se sitúa en cinco veces beneficio operativo
Conscientes de que un acuerdo privado entre competidores puede ser más ventajoso y menos engorroso que el que pudiera imponerles el regulador (en España, la CNMC), los operadores han venido dando forma a convenios para la compartición de infraestructuras a precios que permiten obtener una rentabilidad aceptable sobre la inversión. No obstante, la recuperación de la inversión depende del éxito de las campañas comerciales, en las que hemos visto los operadores virtuales tienden a ser más efectivos, mientras el coste de capital de los operadores de red sigue encareciéndose a consecuencia de sus magros resultados, en un ciclo depresivo que fomenta la profusión y la expansión "periférica" de los operadores virtuales. Esto explica que tanto bancos como inversores en capital consientan un apalancamiento muy superior para los operadores virtuales que para los operadores de red (MásMóvil tras la compra de Euskaltel debe situar su deuda en torno a 5 veces el beneficio operativo (OIBDA), mientras Telefónica se empeña en situar ese múltiplo alrededor de 2,5 veces. Por otro lado, la regulación del mercado, que prima el beneficio para el usuario medido en función de la reducción del precio mediante la competencia a nivel mayorista, impide la "desintermediación" de los operadores virtuales, que como es notorio también forman parte discretamente de las estrategias comerciales de los operadores de red. Así que empleando un símil de otro sector tal vez igualmente convulso, en las telecomunicaciones seguirá habiendo "agencias de viajes", que organizan, enriquecen y facturan experiencias de viaje sin proveer medio alguno de desplazamiento y alojamiento y por ello menos expuestos a los vaivenes de las preferencias de los clientes.
En el entorno descrito, está por ver cuál es el efecto en los negocios de telecomunicaciones de los proveedores de servicios de valor añadido (en inglés, "OTT") que disfrutan singularmente de economías de escala y personalización por la acumulación consentida de datos de uso. Igualmente debemos esperar posibles emparejamientos entre marcas no competidoras para la venta cruzada de servicios, en la que Más Móvil se ha adelantado mediante su propia oferta de luz, primero a través de "EnergyGO" (tras adquirir a finales de 2020 la comercializadora "Lucera") y ya con la marca propia. Quizás la separación de la titularidad de la base de clientes recurrentes de la prestación de los servicios (de modo similar al que aparentemente estaría abordándolo Repsol) abra otras opciones de monetización del negocio, con un inquietante alejamiento cada vez mayor entre las obligaciones de servicio y la propiedad de los flujos de caja asociados a la prestación del mismo.
Volviendo a las telecomunicaciones, la dependencia de la red de otro operador por parte de los virtuales crea una presión notable a la baja en los precios mayoristas, especialmente cuando como ocurrirá tras la anunciada compra de Euskaltel por Más Móvil, se produce una concentración de la capacidad negociadora del lado de la demanda. Ante esa situación y teniendo presente la irrupción generalizada de los planes ilimitados de datos móviles (en la banda ancha fija no hay franquicia alguna y solo cabe pensar que pueda llegar a haberla en función de la velocidad contratada), probablemente se agudice la competencia a nivel mayorista, desistiendo los operadores de red de preservar los precios de cesión de sus infraestructuras y propiciando con ello una aceleración de las ventas a clientes finales y por ello de las conexiones. Todo ello avala la lógica de la separación estructural y la concentración de esfuerzos en contrarrestar las ventajas en la comercialización de los operadores virtuales.