
Más de una decena de compañías tecnológicas y operadores de telecomunicaciones -consultadas por este periódico- ponen reparos e inconvenientes a participar en la próxima edición del Mobile World Congress (MWC), previsto para los próximos 28 de junio al 2 de julio. Según ha podido averiguar elEconomista.es de fuentes del sector, no existe una decisión firme sobre el asunto, ya que se trata de cuestiones que afectan a las corporaciones de alcance global. Sin embargo, las primeras valoraciones particulares invitan a la cautela.
"La pandemia no está controlada ni parece que vaya a estarlo en los próximos meses, dado el moderado ritmo de vacunaciones y las restricciones de movilidad en muchos rincones del planeta", indican desde una firma tecnológica, siempre desde el anonimato al tratarse de grupos multinacionales, donde las decisiones se toman de forma colegiada.
Lo cierto es que la incertidumbre se extiende entre las organizaciones, empresas y patronales encuestadas, pero sin que ese suspense reste fuerza en los trabajos preparativos para la feria. "Por lo pronto, estamos trabajando para acudir al MWC, pero somos conscientes que en los próximos tres meses podríamos cancelar todo, en función de las condiciones, para proteger la salud de nuestros directivos, empleados y clientes, como ya sucedió en 2020".
La posición inicial de los organizadores consiste en mantener la convocatoria con un formato presencial, pero reducido
Es decir, oficialmente, las empresas mantienen sus reservas en la capital catalana y están trabajando en sus espacios y agendas como si fueran a acudir al MWC de Barcelona, tal y como está previsto por la asociación GSMA, que representa a todo el sector. Ahora bien, extraoficialmente, cada semana aumentan los reparos, pegas y reticencias ante el cariz de la pandemia, con escasas ganas de poner en riesgo la salud ante eventuales nuevas oleadas de contagios.
Hace un año, y tras el goteo de cancelaciones unilaterales de muchas grandes compañías tecnológicas, el MWC decidió suspender el evento de finales de febrero de 2019 por motivos de salud pública y seguridad. El tiempo y la gravedad extrema de la pandemia vieron después a justificar esa decisión.
En esta ocasión, la situación podría replicarse en los próximos meses pese a que la posición inicial de los organizadores consiste en mantener la convocatoria con un formato presencial, pero reducido. El empeño de los organizadores se resume en convertir en una gran burbuja no solo el recinto de la Fira sino también toda Barcelona. Una vez asumido que no se puede asegurar la vacunación a todos los asistentes, las tareas de prevención consiste en permitir la acreditación sólo a los visitantes que puedan acreditar una PCR de Covid con resultado negativo y en un máximo de 72 horas previas al inicio de la feria.
Tanto el ayuntamiento de Barcelona, que lidera Ada Colau, como la Generalitat y el Gobierno central han dado su respectivas aprobaciones a un congreso presencial que, en sus mejores años, generó un negocio de 500 millones de euros. A mediados del pasado febrero, con motivo de la celebración de la versión asiática del MWC de Shanghai, la organización del evento presumió de ser "uno de los primeros eventos importantes del sector con un elemento presencial desde el inicio de la crisis sanitaria del coronavirus", vislumbrando lo que "podría ser el evento hermano de Barcelona del próximo junio. John Hoffman, director general del Mobile World Congress, afirmó semanas atrás que el MWC de Shanghai "no solo pondrá a la gente alrededor de la mesa para hablar de nuestra industria e impulsar nuevas mejoras", sino que "ofrecerá al público un poco de esperanza para alejarnos de los efectos de la Covid-19 y volver a algo normal".
En el caso del MWC de Shanghai celebrado el pasado febrero, Hoffman agradeció al gobierno chino convertir el país en una "burbuja" protegida de los brotes de Covid-19. De esa forma, la feria ha logrado acoger a más de 20.000 congresistas, frente a los 60.000 de la edición de 2019.