
Al actor australiano Andy Whitfield le diagnosticaron linfoma no-Hodfkin (un tipo de cáncer) en marzo de 2010. La noticia le sorprendió en plena preparación del rodaje de la segunda temporada de Spartacus, la serie histórica de televisión en la que él interpretaba al célebre gladiador tracio que lideró una revuelta de esclavos contra el todopoderoso imperio Romano. Con una estética y narrativa cercanas al cómic y sus espectaculares escenas de sexo y violencia, la producción había cosechado un gran éxito en su temporada inaugural, encumbrando a su desconocido protagonista a la condición de estrella mundial.
La terrible noticia no solo impactó en Whitfield y su familia, sino también en su trabajo. La producción de la segunda temporada fue pospuesta y en su lugar se decidió rodar una precuela en la que el personaje de Espartaco no aparecía mientras el actor completaba su tratamiento y se recuperaba. Desgraciadamente, no fue así y 18 meses después, tras una batalla tan dura como las que su personaje libraba en la arena del circo, falleció. Solo tenía 39 años.
Ninguna empresa está libre de que la muerte se lleve a alguno de sus empleados. Una posibilidad que, por pura estadística, se convierte en certeza cuanto mayor es la compañía y más numerosa su plantilla. Sin embargo, apenas existen casos en los que una organización tenga prevista y procedimentada la forma de actuar frente a un fallecimiento más allá de los aspectos estrictamente legales. "Existen los protocolos de acción para informar a la familia cuando se trata de un accidente laboral fatal, el procedimiento para cerrar los vínculos contractuales, las indemnizaciones, etc… Pero más allá de eso, la muerte es siempre un visitante inesperado para el que no estamos preparados, y por esa razón no suele formar parte de las conversaciones empresariales", señala José Manuel Vecino, especialista en Gestión Humana.
En general, la muerte tiene poco espacio en la cultura organizacional. Y, sin embargo, opina Vecino, debería. Incluso hasta el punto de incorporarla a los planes de desarrollo y crecimiento personal de la empresa. "Porque el fallecimiento de un compañero puede impactar mucho en el grupo, y es preciso desarrollar actividades que permitan respetar el duelo y, al mismo tiempo, consolidar los vínculos en el equipo para que no se vea afectada la productividad", sentencia.
"La muerte es un tema tabú que ni queremos ni sabemos abordar", abunda Dori Pecharromán, coach especialista en Duelo y Gestión de Emociones. Y el entorno empresarial no es una excepción. El silencio o la improvisación a la hora de comunicar una noticia tan delicada son la tónica general. Y ambas, advierte Sonia Ruiz, CEO de PrideCom, son pésimas fórmulas. "Es fundamental actuar con agilidad para evitar la rumorología, y, al mismo tiempo, dotar a la comunicación de un tono respetuoso y humano, evitando ser frívolos o excesivamente emocionales", aconseja esta experta. Los primeros en ser informados deben ser los compañeros más cercanos. "Idealmente, cara a cara y por su jefe directo. Y en caso de que no sea posible hacerlo de manera presencial, reforzar aún más si cabe la cercanía de esa comunicación para luchar contra la frialdad de la pantalla", recomienda.
"Hay muchas otras cosas que sí puede hacer una empresa para despedir apropiadamente a esa persona que no va a volver más"
Una muerte siempre supone un golpe en el seno del grupo que lo sufre. Un golpe que solo puede ser restañado por medio de un adecuado duelo. "El duelo un proceso de adaptación a la pérdida", explica Dori Pecharromán. Y como todo proceso, lleva su tiempo. "Evidentemente, una empresa tiene sus velocidades y no puede permitirse decretar 15 días de luto. Pero hay muchas otras cosas que sí puede hacer para despedir apropiadamente a esa persona que no va a volver más".
¿Qué cosas? Unas flores o velas en su mesa de trabajo, que alguien diga unas palabras, un minuto de silencio, una reunión en la que los compañeros recuerden anécdotas de esa persona… Pequeños ritos que, indica Pecharromán, "aceleran el proceso y tienen un efecto calmante en las personas que lo están viviendo, porque les permiten expresar y canalizar unos sentimientos que de otro modo se quedarían enquistados o acabarían aflorando en otro contexto menos apropiado, por ejemplo, rompiendo a llorar en el pasillo".
Los rituales cumplen otra función. Es la manera en la que la empresa reconoce, valora y recuerda el paso y el impacto de la persona fallecida por la vida de la organización y de sus miembros. "Los seres humanos tenemos una necesidad de trascendencia, de sentir que nuestro tránsito por este mundo tiene un sentido y que todos somos dignos de mención", comenta Pecharromán.
"Los profesionales esperan de sus organizaciones que estén a su lado en momentos críticos y este, sin duda, lo es"
Una sensibilidad que, incide Sonia Ruiz, no pasará desapercibida para los que se quedan. "Los profesionales esperan de sus organizaciones que estén a su lado en momentos críticos y este, sin duda, lo es. Por eso, las empresas deben mostrarse cercanas tanto con los empleados más afectados por la pérdida, como con la propia familia y amigos del fallecido", subraya. Un telegrama de condolencias, la presencia de directivos y compañeros en el funeral o el envío de una corona de flores son pequeños detalles que pueden ayudar a demostrar ese apoyo.
The show must go on
Un deceso también tiene consecuencias en la operativa diaria de una compañía. "Es normal que se produzca una caída en la productividad y la empresa debe ser comprensiva y paciente con esta circunstancia", dice Dori Pecharromán. Uno de los aspectos más delicados de abordar es qué hacer con los trabajos que ese profesional dejó inconclusos. Si la muerte es repentina, hacerse cargo de las tareas, el puesto o la mesa de trabajo del fallecido puede resultar violento y hasta una fuente de conflictos en el seno del equipo. La coach desaconseja darse mucha prisa en traer a un sustituto. "Sería incómodo para todos y el recién llegado podría ser mal recibido", avisa.
En su lugar, sugiere que ese proceso se haga de manera escalonada. "A lo mejor, durante los primeros días, esas tareas pueden repartirse entre varios colegas, para que sea una misión de todos. Y poco a poco, una vez que el duelo haya seguido su curso y la gente ya esté lista, ir abriendo esa puerta a la llegada de un nuevo compañero".
Dejar un recuerdo de esa persona (una fotografía, un objeto, una planta), cambiar el mobiliario o la disposición del espacio de trabajo o al cabo de un tiempo son otros elementos que pueden ayudar a pasar página de una manera ordenada.
Perder a alguien cercano y querido con quien se convivía a diario puede significar un punto de inflexión a nivel personal y profesional. "La muerte de un compañero causa un impacto que no puede ignorarse, pero tampoco sobredimensionarse. Es una oportunidad para abrir espacios de comunicación y fortalecimiento del engagement, especialmente si los empleados perciben que la empresa y sus directivos se toman un interés sincero por la persona fallecida", piensa José Manuel Vecino. Dori Pecharromán coincide. "El duelo es un proceso de crecimiento personal acelerado, y una muerte puede unir mucho a un grupo".
En el caso de Andy Whitfield y Spartacus, la serie estuvo muy cerca de cancelarse. Finalmente se decidió buscar un nuevo actor para encarnar al gladiador rebelde. El elegido fue Liam McIntyre, quien habló mucho con Andy durante su convalecencia y recibió su bendición para reemplazarle. En una entrevista McIntyre contó que cuando su compañero se apagó, todo el equipo de la serie se unió en un solo pensamiento: "hacerlo aun mejor para honrar su memoria".