Empresas y finanzas

Empleo en modo supervivencia: la crisis sanitaria cambia la manera de afrontar el trabajo

  • Conservar el empleo se convierte en la principal prioridad de los españoles
  • Un exceso de prudencia o mostrar un perfil demasiado bajo puede ser contraproducente
Imagen: Dreamstime

La pirámide de Maslow o escala de las necesidades humanas es una teoría psicológica ideada por el norteamericano Abraham Maslow en los años 40 del siglo pasado. En esencia, es una representación gráfica en forma de pirámide que agrupa las principales necesidades de las personas en una gradación de menor a mayor, situando las más básicas en los niveles inferiores y las más sofisticadas en los superiores. Así, necesidades fisiológicas como respirar o alimentarse se sitúan en base de la pirámide, mientras que en un segundo piso están las relacionadas con "seguridad" en sus vertientes familiar, laboral, económica o de salud. A medida que se van satisfaciendo las cuestiones más elementales, el individuo va ascendiendo en la pirámide, hasta llegar al cuarto nivel (reconocimiento, confianza, éxito) y, finalmente, a la cumbre o autorrealización personal.

La pirámide de Maslow ha tenido una enorme influencia en los entornos organizaciones porque ayuda a explicar las palancas de motivación de los empleados y a diseñar políticas que incluyan su satisfacción laboral. O lo ha venido haciendo hasta ahora. Porque si el bueno de Maslow levantara la cabeza, quedaría horrorizado de ver cómo un virus ha volatilizado en unos pocos meses la mitad superior de su pirámide. "En las actuales circunstancias, el objetivo principal de los profesionales es conservar su trabajo", zanja, Javier Blasco, director del Adecco Group Institute. Y lo argumenta: "porque la recuperación se vislumbra muy lenta, las opciones de búsqueda de empleo tienen muchos hándicaps (movilidad geográfica reducida, impacto de la crisis a escala global, niveles de paro muy por encima de los de otras crisis, etc.), y las prestaciones por desempleo pueden ser insuficientes".

Los datos lo corroboran. Según el segundo Barómetro sobre Preocupaciones de los españoles en relación al Empleo de Infojobs, publicado este septiembre, el 61% de los trabajadores españoles teme ser despedido en los próximos meses. Un dato que indica que las prioridades laborales se han simplificado enormemente. Cuestiones como desarrollo, salario, conciliación o bienestar no es que dejen de ser importantes, pero pasan a la nevera temporalmente. Emilio Solís, socio director de The Human Talent Factory, alerta, sin embargo, de los peligros de reajustar las expectativas laborales demasiado a la baja. "Cuando la única prioridad de un profesional es conservar su empleo, todo se trastoca y empeora para la persona y para la empresa". Y advierte: "el miedo no mejora ninguna competencia ni habilidad profesional de las que se necesitan

en una empresa". Al contrario. "El miedo destruye el talento y hace que los empleados retrocedan, efectivamente, al modo 'supervivencia', como en la edad primitiva de la humanidad".

Planes en stand-by

La tendencia empresarial es ponerle cloroformo a casi todo. Expansión internacional, apertura de locales, fichajes de relumbrón, planes de formación y nuevas líneas de negocio quedan aparcados hasta nueva orden. "Ahora se trata de sobrevivir, y esto implica adaptarse a la situación actual con los recursos con los que se cuenta, sin incurrir en gastos extraordinarios y siempre al menor coste posible", sintetiza Fernando Botella, CEO de Think&Action.

Pero, cuidado, alerta Botella, pasarse de cauteloso puede ser contraproducente. Porque cuando la prudencia se convierte en miedo tóxico, los profesionales se paralizan. "Les hace ver la realidad y el futuro de una forma muy negativa y toda la cadena de valor de las organizaciones se ve afectada". Parar las máquinas es, además, arriesgado desde un punto de vista estratégico, ya que puede suponer perder oportunidades. "Porque lo que era válido en la estrategia de hoy puede que no lo sea en la de mañana", continúa este especialista.

César San Juan, profesor de psicología social de la Universidad de País Vasco, también desaconseja agachar la cabeza y esperar a que pase el temporal. Básicamente, "porque lo que llamamos "temporal" es un estado de incertidumbre aguda que no va a terminar con el Covid-19. Es cierto que el virus, está poniendo la economía contra las cuerdas, pero ha sido solo un acelerador de un proceso que ya era imparable", opina.

Trabajadores invisibles

El año 2020 ha hecho de la palabra incertidumbre una de las más usadas en la lengua española. Con la amenaza del despido sobrevolando, muchos profesionales sienten la tentación de hacerse invisibles, no vaya a ser que destacar demasiado les convierta en candidatos óptimos para integrar las temidas listas de salidas. Javier Blasco, sin embargo, no cree que sea el momento de mostrar un perfil bajo, "no tanto por pasar desapercibido -algo improbable-, sino porque las empresas nos necesitan más que nunca con la mayor disponibilidad, polivalencia y predisposición. Dejarnos llevar por actitudes reactivas podría poner en riesgo nuestra permanencia en la organización".

Aunque todo dependerá, apunta Emilio Solís, de si la empresa ha hecho previamente bien sus deberes. "Si antes de la crisis su gestión de personas fue eficaz y satisfactoria, lo más probable es que reciba de sus empleados apoyo, esfuerzo, comprensión, compromiso, colaboración y capacidad de sacrificio. Eso sí, los empleados tendrán que sujetar sus expectativas. De promociones y aumentos de sueldo, ni hablamos. Solís recuerda que desde la crisis de 2008 los ajustes de nuestra economía han recaído principalmente en los salarios, algo que no parece que vaya a cambiar con este nuevo frenazo. "Pedir hoy una subida salarial, en el mejor de los casos, es arriesgarse a que te manden al psicólogo por lunático", ironiza.

Mirar hacia adelante

De acuerdo, las cosas pintan mal y a los profesionales no les queda más remedio que apretar los dientes y seguir remando. Pero sin perder de vista que no hay mal que cien años dure. Según Fernando Botella, la gran diferencia de esta crisis económica respecto a la de 2008 es que "ésta no viene motivada por burbujas ni desajustes de mercado, sino por un factor externo como es una emergencia sanitaria. Es de esperar que cuando el virus pase, la economía se recupere más rápidamente", vaticina. El CEO de Think&Action cree que la vacuna marcará el pistoletazo de salida para "un periodo de innovación acelerada para el que empresas y profesionales deben estar listos".

Para Botella, hay tres vías en las que los profesionales pueden aprovechar este periodo para partir de mejor posición cuando las cosas se estabilicen. "Primero, reflexionando acerca de nuestra carrera, de lo que estamos haciendo y de cómo podemos mejorar. También es momento de aplicar enfoques creativos y novedosos a ese futuro que está por venir, de hacer las cosas de un modo distinto a cómo las veníamos haciendo para así aportar más valor a la empresa y a nuestro trabajo. Y, finalmente, para formarnos en esas habilidades que teníamos aparcadas en el cajón pero que nos van hacer mucha falta en la nueva normalidad".

Salud, trabajo y amor suelen conformar el pack de buenos deseos de comienzo de año para muchos españoles. Aunque dadas las circunstancias, quizá muchos se sientan tentados de prescindir en 2021 de la partida "amor" para repartir su porcentaje entre las dos restantes. César San Juan confía en que no será necesario llegar tan lejos. "Se encontrará una vacuna que, esperemos, aliviará las consecuencias de haber tenido sectores empresariales como el turístico paralizados". Pero, recuerda: "vivimos en un mundo muy cambiante al que hay que saber adaptarse. En el futuro aparecerán y desaparecerán empleos, se crearán nuevas fórmulas. La mayor parte de nuestros hijos y nietos trabajarán en profesiones que ahora no existen. Y en esta tesitura, si te paras estás muerto".

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