
Que no sea por que no se ha avisado. Ese es el objetivo de los médicos cuando trasladan las necesidades de infraestrucutra que tendrían si la segunda ola del coronavirus que se espera para el otoño regresa con la misma virulencia que lo hizo en los meses de marzo y abril.
En España hay 4.519 camas UCI según los datos aportados por el Ministerio de Sanidad con fecha de 2017. Las necesidades para responder a una crisis como la vivida recientemente exigen disponer de 7.444, es decir, 2.925 más.
Estos cálculos están realizados sobre un escenario al que llaman pesimista. Las características que se contemplan es una prevalencia del virus igual a la viva esta primavera pero con la necesidad de dar asistencia a otros pacienes con otras patologías que necesiten también de una UCI. De hecho, la actividad no-Covid que se espera en este escenario es del 50%, mientras que han realizado otra extrapolación por si la presión asistencial fuese del 25%. "En ese caso serían necesarias 5.590 camas en el caso de un en total", dicen, es decir, 1.071 más que las que existen en la actualidad.
Los otros dos escenarios que maneja esta Sociedad son el medio y el optimista. La diferencia existente con el recién explicado es el porcentaje de pacientes con coronavirus en UCI en el nuevo pico de la pandemia. Para el escenario medio se presupone un 60% de la ocupación mientras que en el mejor de los casos la previsión es del 30% de ocupación en el peor momento. Para el pimero de los casos la necesidad de camas sería de 1.000, mientras que en el segundo de ellos se habría que sumar 200 camas a las ya existentes.
La necesidad de contemplar el peor de los escenarios es vital, ya que no presupone ningún aspecto más negativo a lo ya vivido, simplemente su repetición, tanto en distribución geográfica como en virulencia del patógeno. En los meses de marzo y abril muchos de los sistemas sanitarios autonómicos se colapsaron por completto y, aunque con muchas dificultades se pudo salir del hoyo, lo cierto es que no hubo práctimente espacio para atender a otro tipo de pacientes que tambén hubieran necesitado una UCI. " Hasta siete comunidades autónomas (Andalucía, Asturias, Canarias, Cantabria, Extremadura, Galicia, Murcia) no presentaron déficit de camas respecto a las basales durante la pandemia, teniendo en cuenta una reducción a cero de los ingresos No-Covid", dicen desde la Sociedad. Pero en cuanto se contempla que debe haber espacio también para enfermos con otras patología, la respuesta es que ninguna comunidad autónoma está preparada si la oleada de otoño es igual a la ya vivida.
Los datos de camas UCI que ofrece este estudio de los médicos intensivistas busca hacer una 'desescalada' particular a los recursos extras que se pusieron con urgencia en lo peor de la pandemia. "El crecimiento de las UCI se ha producido de forma descentralizada. A pesar de ello, la capacidad de crecimiento de las UCI en muchas comunidades autónomas ha permitido una atención superior a la estimada en la actual pandemia COVID-19. En la situación actual, y en esta fase de desescalada, es necesario realizar una evaluación de las necesidades de las ampliaciones realizadas y valorar cuáles de ellas deben mantenerse para posibles escenarios futuros, con los reajustes necesarios y de forma centralizada", advierten.
EPI y Medicamentos
La sociedad de médicos intensivistas también ha realizado una extrapolación sobre el uso de material de protección y de medicamentos que se han utilizado durante la pandemia en un hospital. En el primero de los casos, estos profesionales tienen contabilizado que se produjo un incremento del 13% en su uso y de un 171% en su precio. "El consumo de EPI ha tenido un crecimiento exponencial, a pesar del significativo desabastecimiento de estos fungibles, que se produjo durante la pandemia. Al crecimiento del consumo se asocia a un incremento del coste de los productos desabastecidos. Dada la experiencia vivida durante la pandemia y la nueva oferta de estos productos, que ha surgido en consecuencia, los centros hospitalarios deben asegurar un stock elevado de estos fungibles que permita el autoabastecimiento y garantice la protección de sus trabajadores", avisan.
Por otro lado, los médicos de la UCI hacen una observación similar a la hora de establecer sus necesidades de medicamentos. Los fármacos para la hemofiltración tuvieron un incremento en su uso del 198%, los inmunomoduladores alcanzaron el 1.138% y los mucoliticos el 1.601%. Para evitar que pueda producirse un desabastecimiento, los médicos piden a las comunidades autónomas que preparen stock suficiente para todo aquel producto que tuvieran un incremento en su uso superior al 200%. "Durante el brote por Covid-19 ha sido necesario aumentar la frecuencia de reposición y los stocks de numerosos fármacos, especialmente de aquellos en los que el consumo se ha disparado.
A lo largo de las distintas fases de desescalada los servicios de farmacia deben aprovisionarse de aquellos fármacos cuyos consumos se han visto incrementados durante el pasado brote, entre ellos los de consumo superior al 200%", dicen. Además, señalan que el gasto en estos medicamentos se incrementó en un 100% durante la pandemia.