Empresas y finanzas

Las dos ocasiones perdidas para construir una fábrica de vacunas

  • Ambos intentos tuvieron lugar en 2006 y 2009, con las gripes 'Aviar' y 'A'

Disponer de una fábrica de vacunas en España ha sido un objeto de deseo para algunos responsables dentro del Ministerio de Sanidad o en las consejerías de Sanidad autonómicas. Las urgencias siempre coincidían con la llegada de una epidemia o pandemia, aunque quizá el hecho de que ninguna golpease a España con la fuerza que lo ha hecho el coronavirus provocara que el proyecto no superase la fase de quimera.

Hubo dos ocasiones donde se estuvo muy cerca de conseguirlo, en 2006 y en 2009, coincidiendo con los virus de la Gripe Aviar y la Gripe A, respectivamente. Los cerebros públicos tras aquellas operaciones cuentan lo cerca que se tuvo pero, por una causa u otra, no fructificó.

En la primera de ellas, con la gripe aviar abriéndose camino, los protagonistas fueron Agustín Rivero, director general de Salud Pública de la Comunidad de Madrid bajo el gobierno de Esperanza Aguirre, y la empresa suiza Berna Biotech. La ministra de Sanidad era Elena Salgado y las negociaciones estuvieran muy encarriladas. "Lo teníamos todo hecho pero entonces llegaron dos problemas", cuenta Rivero. El primero fue que la compañía ponía como condición que las vacunas que necesitara España se las comprara a esta empresa, algo que contraviene la normativa. "Hay que sacarlas a concurso y ese fue uno de los escollos", dice Rivero. El otro fue que cuando estaban ya a expensas de una fecha para firmar (la inversión iba a ser de 70 millones de euros, según Rivero) Berna Biotech fue comprada por la compañía Crucell, "que a su vez estaba participada por una de las grandes que en aquella época comercializaba vacunas". "Fue en ese momento cuando a la empresa Berna dejó de interesarle disponer de una planta de fabricación de vacunas de uso humano en España", añade.

Ambos problemas conjugados hicieron que aquella fuera la primera oportunidad perdida para poder ser autosuficientes en momentos de crisis como el actual. Pero no fue el único. En 2009 llegó la gripe A y con ella volvieron las urgencias y la visión de necesidad de tener una fábrica de vacunas en España. Aquí los protagonistas fueron el secretario general del Ministerio de Sanidad, José Martínez Olmos, y la farmacéutica española Rovi.

"El Consejo Interterritorial tenía una posición sobre la necesidad de disponer de una planta en España para ser autosuficientes y el acuerdo se basaba en esto", explica Martínez Olmos. Ese acuerdo al que se refiere estuvo protagonizado por el Gobierno de España, la Junta de Andalucía y Rovi, que a su vez estaba vinculada al proyecto con Novartis. La planta se iba a ubicar en Granada, donde Rovi tenía (y tiene) una planta de fab ricación de medicamentos. Sin embargo, algo se torció en los años siguientes porque en 2014 las farmacéuticas se echaron atrás.

Ninguno de los protagonistas explican qué paso entonces, qué problemas sugieron, pero otras fuentes explican que todo se debió a un desajuste en los planes de negocio. Las cifras que se manejaron entonces hablaban de una inversión de 92 millones de euros y una capacidad de producción de 40 millones de dosis anuales de vacunasd de gripe. Lo cierto es que fue una nueva oportunidad perdida que no se ha vuelto a retomar. "Yo recuperaría el proyecto de Granada si los actores implicados están de acuerdo. Es un proceso que requiere diálogo y acuerdos empresariales y una gestión prudente y cautelosa para no frustrar expectativas", resume Martínez Olmos.

Sin embargo, hoy la estrategia del Gobierno ha variado respecto a los dos intentos mencionados. Se busca una planta de fabricación ya instalada de vacunas veterinarias y homologarla para poder fabricar la posible vacuna del coronavirus. El Gobierno y Veterindustria ya tuvieron un contacto y la patronal le facilitó la información de las seis compañías que hoy tienen planta en España. La Agencia Española del Medicamento tiene que certificarlas, circunstancia que, según explican, no debería ser una barrera insalvable en el corto plazo. "Desde un punto de vista de la consecución de una vacuna, es decir, la forma en la que conseguimos que un organismo vivo genere una respuesta inmunológica frente a un antígeno, las plataformas en las que se están produciendo vacunas son similares desde el punto de vista veterinario y humano. Se busca desarrollar inmunidad frente a un determinado antígeno, diferente para humanos y animales, pero la tecnología de producción de la vacuna puede ser la misma", explica a este periódico la Agencia, dependiente del Ministerio de Sanidad.

Desde el punto de vista de la fabricación y el cumplimiento de normas de correcta fabricación, tampoco existen grandes diferencias. "En la Unión Europea las directrices sobre normas de correcta fabricación (NCF) de medicamentos aplican igualmente a medicamentos de uso humano y medicamentos veterinarios, con anexos específicos según el tipo de producto. Es posible, por tanto, que un fabricante pueda llegar a fabricar vacunas para su uso en personas y en animales, si cumple con los anexos específicos en función del tipo de producto. Este cumplimiento se verifica por los mismos inspectores para ambos tipos de productos", añade el organismo público. Esta será la medida que aplique España, más allá de las iniciativas privadas como la protagonizada por la empresa vasca Viral Gen.

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