
Unicaja Banco ha llevado a cabo una reorganización de su cúpula y ha decidido seguir la recomendaciones del BCE en la confección de su estructura, limitando los poderes de su presidente ejecutivo, Manuel Azuaga. A partir de ahora, el consejero delegado, que fue nombrado en junio, Ángel Rodríguez, ya no dependerá directamente del máximo responsable de la entidad, sino del consejo de administración.
Además, Rodríguez -que asumió el cargo en septiembre- contará en el reparto de funciones con la responsabilidad de distintas áreas del grupo, principalmente las relacionadas con el negocio. Azuaga, con este sistema, mantiene el control sobre los departamentos más institucionales y que están vinculados con las relaciones con los reguladores.
Las divisiones de Banca Comercial; Banca Corporativa; Actividad 'no core'; Finanzas; Riesgo de Crédito; y Tecnología dependerán del consejero delegado. Por su parte, las direcciones de Secretaria General; Control, Estrategia y Relaciones conSupervisores; Control Global de Riesgos; Transformación e Innovación; Cumplimiento Normativo; y Auditoría Interna se mantendrán bajo la tutela del presidente.
Fuentes oficiales de Unicaja matizan que la separación de funciones se venía haciendo en la práctica, pero que se ha aprovechado la llegada del nuevo consejero delegado para plasmarlo oficialmente.
Desde hace tiempo el BCE viene aconsejando, en aras a un mejor Gobierno Corporativo, que los consejeros delegados de las entidades incrementen su responsabilidad con el fin de que los presidentes -en caso de que éstos tengan carácter ejecutivo- no aúnen todo el poder en la toma de decisiones, con el objetivo de reducir los riesgos.
Distintos modelos en el sector
En España algunos bancos ya han realizado este tipo de cambios en sus organizaciones. Así, por ejemplo, BBVA separó las funciones de sus dos máximos responsables a finales de diciembre de 2018, cuando Carlos Torres accedió a la presidencia en sustitución de Francisco González. De hecho, algunas fuentes sostienen que fue una de las exigencias que puso el BCE para aceptar la elección de Torres como primer ejecutivo. El regulador entonces presionó a la entidad para que el sucesor de González tuviera un carácter institucional.
También el Sabadell reequilibró el año pasado los poderes del presidente Josep Oliu y el consejero Jaume Guardiola, reforzando la figura de éste último.
Otras entidades aún mantienen la tradicional estructura de la cúpula, como el Santander, Bankia o Abanca, pero otras desde hace tiempo cumplen completamente con las peticiones del BCE de implantar el modelo anglosajón. Así, CaixaBank, Bankinter o Liberbank tienen presidencias no ejecutivas.