Empresas y finanzas

Caídos en desgracia: numerosos profesionales pasan del éxito al ostracismo sin razón aparente

  • Errores graves pueden precipitar a un profesional al olvido
  • Entre los síntomas más frecuentes, una paulatina caída en las responsabilidades
Dreamstime.

Mel Gibson, Andie MacDowell, Kevin Costner, Megg Ryan, Mickey Rourke, Geena Davis... Hasta no hace tanto estos artistas eran rutilantes estrellas de Hollywood, lo más de lo más del star system. Sus nombres encabezaban los carteles de los mejores estrenos, sus interpretaciones coleccionaban nominaciones a los Oscar, solo trabajaban con grandes directores y su caché estaba por las nubes. Sin embargo, al contrario de otros colegas que sí supieron envejecer profesionalmente (Tom Hanks, Meryl Streep, Robert de Niro, Clint Eastwood, Morgan Freeman...), se diría que la suerte de estos astros se ha ido truncando con el transcurso de los años. Por alguna razón, de manera paulatina su brillo se ha marchitado, convirtiéndolos en una sombra de lo que un día fueron.

El fenómeno de los ídolos caídos no es exclusivo de los actores. En el mundo de la empresa también se dan llamativos casos de declive profesional. Y más a menudo de lo que uno pudiera pensar. "Casi ninguna carrera es lineal y ascendente, sino que la reputación y la relevancia de los profesionales en las empresas sufren altibajos. Es algo que deberían enseñar en las facultades y escuelas de negocios, para que a la gente no le pille por sorpresa", señala Juan San Andrés, consultor de Dirección en RRHH y Organización.

"Si ves que no te dan trabajo, empieza a preocuparte"

Un día estás en la cima y al siguiente eres poco menos que invisible... Aunque la mayoría de las veces esa transición no es tan abrupta, sino que atraviesa un proceso. Carlos Recarte, socio-director de Recarte & Fontenla Executive Search, enumera varios síntomas que pueden alertar al profesional de que el suelo se mueve bajo sus pies."El teléfono suena menos, dejan de convocarte a algunas reuniones, te asignan menos proyectos, piden menos tu opinión, te quitan competencias, te ponen una persona por encima que antes no tenías... En general, si ves que no te dan trabajo, empieza a preocuparte", recomienda.

Causas diversas

¿Qué provoca este fenómeno? Una baja por maternidad, pedir una reducción de jornada, celos profesionales, cambios organizativos, no aceptar una promoción o un traslado, una mala contestación a la persona equivocada, un tuit desafortunado, un escándalo, una conducta inapropiada, una imprudencia, cumplir años... los motivos por los cuales un profesional puede pasar de ser la última Coca-Cola del desierto al destierro en la consideración de sus jefes y compañeros son casi infinitos. Juan San Andrés añade a la lista la falta de 'olfato' o mano izquierda para manejar los hilos políticos que suelen existir en la trastienda de todas las empresas. "Cosas como no agasajar suficientemente a determinados jefes o apostar por el caballo perdedor en una lucha de poder son comportamientos de alto riesgo".

Una caída significativa de rendimiento es otra invitación explícita a ingresar en la lista negra. "Ese profesional ya no le da la empresa lo que le daba antes. Porque está pasando una mala racha o quizá porque su talento se ha quedado desactualizado y necesita incorporar nuevos conocimientos y habilidades, como sucede en los actuales procesos de digitalización", comenta Fernando Botella, CEO de Think&Action. En otras ocasiones, agrega este experto, no se trata de una cuestión de números sino de meras percepciones. "En toda relación se produce un desgaste, y en un trabajo acontecen infinidad de cosas cotidianas que pueden hacer que pases de la luna de miel al distanciamiento. Si, por ejemplo, el resto del grupo siente que a esa persona le falta compromiso y sentido de pertenencia, tenderá a apartarla".

"Muchas empresas que se jactan de ser innovadoras siguen penalizando con el destierro o el ostracismo a quien comete un error"

Cometer un error grave (o una sucesión de ellos) es otro de los escenarios que a menudo acaba con una cruz encima del nombre del empleado responsable. Paradójicamente, en la actual era de la innovación, del aprendizaje continuo y del empoderamiento el discurso oficial asegura una tolerancia casi infinita hacia las equivocaciones. Los hechos, sin embargo, apunta Jordi Vila, director del Master de Desarrollo Directivo, Inteligencia Emocional y Coaching de EAE Business School, no siempre acompañan a estas declaraciones de intenciones. "La realidad es que muchas empresas que se jactan de ser innovadoras siguen penalizando con el destierro o el ostracismo a quien comete un error, con lo que acaban matando la innovación de la que tanto presumen", afirma.

Otro detonante de caída al abismo es un cambio de jefe. Sobre todo si el mando defenestrado era tu jefe directo o incluso tu mentor o padrino. En esos casos no es raro que la purga salpique también a los miembros cercanos de su equipo. En ocasiones porque el nuevo responsable llega con sus propias ideas y su gente de confianza para intentar aplicarlas. En otras, porque no faltarán oportunistas de colmillo afilado al acecho que aprovecharán la ocasión para saldar cuentas pendientes. "Las personas no somos neutras; siempre hay temas personales, envidias, venganzas… Hay compañeros tóxicos que son verdaderos especialistas en generar problemas y situaciones incómodas. Gente con baja autoestima o que se cree mucho más lista de lo que en realidad es. Esos son los peligrosos", advierte Carlos Recarte.

También puede suceder que el tóxico sea el jefe. Y un superior así le puede hacer la vida imposible al más pintado. Llegados a ese punto, empezar a contemplar otros destinos profesionales parecería lo más sensato. Jordi Vila, sin embargo, aconseja no precipitarse y tener un poco de paciencia. "Porque lo que suele ocurrir es que en poco tiempo veremos a ese jefe salir por la puerta. Y no sería la primera vez ni será la última que una persona tóxica es despedida cuando el colaborador que tuvo que sufrirla ya ha dejado la empresa".

Estrellas estrelladas

Es de cajón: cuanto más alto se sube, desde mayor altura se cae. "Un caso muy común se da con los fichajes estrella, personas que llegan a la empresa con un halo casi mítico que conservan durante un tiempo. Pero a medida que pasa el tiempo, el efecto novedad se difumina, estas personas pierden privilegios y deben asumir que ahora son uno más de la plantilla", relata Juan San Andrés. Algo parecido ocurre con los llamados 'altos potenciales', jóvenes talentos a los que la empresa lleva en palmitas y los declara oficialmente depositarios del futuro de la compañía . Y esa, avisa este especialista, es una carga pesada. Porque "quienes no hayan sido nombrados parte del equipo ganador tendrán mucho interés en no ponerles las cosas fáciles a esos elegidos, y en hacer ver que en la organización hay otras personas tanto o más valiosas que ellos".

¿Hay vuelta atrás? A veces el problema radica en que esa persona no está en el proyecto adecuado y un cambio de posición o de jefe puede rehabilitarla. Aunque, en general, las empresas no son muy dadas a las segundas oportunidades. Fernando Botella recuerda que "no resulta fácil cambiar una percepción negativa de los demás hacia ti". Nos obstante, puntualiza, sí hay cosas que el señalado puede hacer para tratar de quitarse ese estigma. "Aunque no es fácil cambiar una etiqueta una vez te la han colocado, nuestros actos nos definen, así que el proceso siempre empieza por cambiar uno mismo. Por reflexionar sobre ciertos hábitos que nos han podido conducir a esa situación y empezar a hacer las cosas de un modo diferente".

Claro que uno siempre se puede optar por tratar de adaptarse. Juan San Andrés cree que todo depende de la personalidad del afectado. "Conozco casos de personas que dentro de la misma empresa han estado unas veces en el comité de dirección y otras fuera de él. Me llamó la atención en ellos su capacidad para mantener su nivel de motivación y de entender la situación sin desanimarse. Eran gente con perspectiva, con visión y estables emocionalmente". La cultura de la empresa también es determinante. Y es que, remata, "hay compañías donde es frecuente ver subir y luego bajara las personas, pero siendo siempre parte de la tripulación. En estas empresas, aunque cueste creerlo, caer en desgracia forma parte de la evolución de carrera de las personas".

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