
La evolución del desempleo en el último cuarto de siglo tiene una víctima clara: los mayores de 45 años, que han pasado de suponer el 21,9% del total de los parados en enero de 1996 al 55,9% en el pasado mes de mayo, el mayor porcentaje de toda la serie histórica.
Si existe un desempleo 'oculto' en España ese es el de los trabajadores de mayor edad. Ni siquiera en la nota de prensa ni en el avance mensual de los datos de paro presentado a principios de cada mes por el Ministerio de Trabajo aparece desagregado, lo que sí se hace con el de los jóvenes.
No es una simple anécdota. El énfasis por hacerlo así responde a la desproporcionada tasa de paro de nuestro país en la franja de edad de menores de 25 años, que llega a 30,18%, una lacra que Bruselas pone en el centro de los análisis sobre nuestro mercado laboral.
Pero los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) no elaboran estas tasas, lo hace el Instituto Nacional de Estadísticas en la Encuesta de Población Activa (EPA).
Lo que sí mide Trabajo es el número de parados registrados. Y los jóvenes sumaban 201.209 en junio, frente a los 1.611.262 que alcanzaron los mayores de 45 años.
Desde enero de 1996 a junio de 2022, los parados menores de 25 años se han reducido en un 68,6%, frente al 3,86% que lo hizo la cifra global del paro. Pero es que en este mismo periodo los desempleados mayores de 45 años se han disparado un 145, 4%.
Si atendemos a la proporción sobre el total, los jóvenes apenas suponen el 6,86% de los parados, cuando hace 30 años eran el 21,5%: prácticamente el mismo porcentaje que entonces suponían los mayores de 45 años.
Analizar la evolución histórica de la composición del paro muestra que no se trata de un problema achacable a la coyuntura económica.
Independientemente de la mejoría o el empeoramiento mercado laboral, se constata una tendencia creciente a prescindir de los trabajadores de mayor edad. Muchas veces con la excusa del 'relevo generacional' que los datos de empleo juvenil muestran que no se produce.
El triple récord del 'edadismo'
El desempleo senior además tiene un elevado coste para las arcas públicas, ya que los mayores de 45 años consumen el 63,6% de las prestaciones que abona el Gobierno.
Un porcentaje que también anota un máximo en una serie, que en este caso se remonta solo a 2009. Entonces, la proporción era del 37,6%. Por su parte, los menores de 25 años han pasado de recibir el 8,67% de las prestaciones a solo un 2,87%.
Este triple récord --en número de parados, brecha de género y gasto en prestaciones– de lo que muchos consideran una discriminación laboral por edad justifica una de las críticas recurrentes de la Comisión Europea: la creciente dualidad de las políticas de empleo.
Por un lado, los trabajadores con mayor tasa de contratos temporales, principalmente jóvenes, reciben cada vez menos prestaciones, aunque sean objeto prioritario de las políticas activas de inserción laboral.
Con los trabajadores de mayor edad ocurre justo al contrario: se incentiva su salida temprana del mercado laboral, incluso a través del sistema de prestaciones y subsidios.
Esto afecta incluso a trabajadores que no pueden beneficiarse de ventajosos programas de prejubilación que se utilizan en determinados sectores y empresas de gran tamaño, algo que penaliza especialmente a las trabajadoras de mayor edad.
Y es que el paro castiga especialmente a las mujeres d mayor edad. Solo en los peores momentos de la crisis financiera se cerró la 'brecha' respecto a los hombres, pero se ha ampliado desde entonces y en mayo alcanzaba ya el 19,1%. La más alta también de la serie histórica.
En este contexto, algunas declaraciones de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz celebrando el descenso del paro de los menores de 25 años por la buena noticia que ello les supone "a sus madres" han resultado bastante desafortunadas para las afectadas.
Sin respuesta a la 'cultura' de la prejubilación
La reconversión industrial de los años 90 del pasado siglo se hizo mediante un generoso incentivo a la jubilación anticipada en sectores tan relevantes como la minería. Pero tras la entrada en el euro, la práctica siguió extendiéndose para cualquier sector que requiriera ajustes.
La fórmula más utilizada son la 'bajas incentivadas', en los que las indemnizaciones por despido se combinan con el encadenamiento de prestaciones y subsidios por desempleo hasta el momento de la edad de jubilación. Es habitual que la empresa y el trabajador suscriban convenios con la Seguridad Social para garantizar que la pensión de jubilación sea la que se hubiera cobrado si hubiera trabajado hasta el retiro.
Los sucesivos Gobiernos han endurecido las condiciones, obligando a las empresas en beneficios que lo hicieran a compensar al Estado por el gasto en prestaciones, retrasando la edad de jubilación anticipada o incluyendo la obligación de incluir programas de recolocación (outplacement) en los despidos colectivos.
En la misma línea. Yolanda Díaz ha anunciado que endurecerá el despido según el "riesgo" para el trabajador de no volver a encontrar empleo, para lo que influye el criterio de edad.
Aunque lo hará solo en el caso de los despidos improcedentes, lo que dejaría fuera a muchos EREs y extinciones justificados por causas económicas.
Pero estas medidas han tenido poco éxito a tenor de las cifras, que recogen a un gran número de trabajadores que no acceden a estos programas, pero se ven perjudicados por la misma 'cultura' de la prejubilación.
En este contexto, la exigencia de Bruselas de una reforma de las políticas activas que resuelva esta situación, contribuyendo de paso a reducir el gasto en desempleo cobra fuerza.
El Gobierno también ha dado el primer paso con el proyecto de Ley de Empleo, para cuya elaboración se reunió con con asociaciones de parados de más de 45 años.
El resultado es que el texto de la norma les reconoce entre las prioridades de las la políticas activas, aunque lo hace junto a otros "colectivos con dificultades de inserción, permanencia y consolidación en el mercado de trabajo", como las personas LGTBI, las minorías étnicas y las mujeres víctimas de violencia de género colectivos.
En esto el contenido no es diferente de los planes anteriores y sigue sin recocer un plan específico y de larga alcance para revertir una descapitalización del talento veterano en España que nada tiene ya de minoritaria.