La votación en el Parlamento británico del plan de la primera ministra Theresa May, acordado con la UE, para conducir el Brexit sigue en el aire. Por ello, la posibilidad de una salida sin pacto es real. El impacto de un Brexit duro tendría graves efectos en innumerables empresas de todos los sectores, multiplicados por las sinergias que durante décadas se han creado entre firmas de ambos lados del Canal de la Mancha. En concreto, se ha especulado con frecuencia sobre la situación en que quedaría Iberia, integrada con British Airways en el conglomerado IAG. De hecho, esta semana Iberia restaba alcance a la situación en que un Brexit duro la situaría, afirmando que aún podría seguir volando al Reino Unido.
Pero el verdadero problema concierne a las limitaciones que podría sufrir su operativa dentro de los Estados de la UE, incluida España. De hecho, en los planes de contingencia de Bruselas ya se recoge que esta aerolínea no podría hacer vuelos intracomunitarios. Puede parecer una situación descabellada, considerando que Iberia tiene su sede social en España. No obstante, la ley la ampararía dado que, en el día posterior al Brexit, IAG dejaría de tener al menos el 50% de su capital en manos de ciudadanos de la UE. Se daría así una inaudita situación como que Iberia no pudiera volar entre ciudades españolas. El perjuicio aún sería mayor para los consumidores al considerar que tampoco podrán obtener este tipo de servicios de otras empresas como Vueling, EasyJet o Aer Lingus. El mercado se verá así fuertemente restringido y, con él, la movilidad de los ciudadanos a través del tráfico aéreo. Situaciones como éstas demuestran hasta qué punto es urgente evitar una salida desordenada del Reino Unido de la UE.