
Hace cinco años, las bolsas europeas se tambaleaban ante el peligro de que la UE colapsara, tras más de 50 años de historia. Los rumores no eran infundados, la excesiva prima de riesgo de Grecia, que ya alcanzaba los 2.600 puntos, se había contagiado a dos de los países más importantes: Italia y España.
Las agencias de calificación arremetían contra la deuda soberana, llevando la prima de riesgo española a superar los 600 puntos. El Ibex también era un fiel reflejo de esa situación, marcando sus mínimos de los últimos 15 años, los 5.956 puntos.
Hoy, la situación dista mucho de aquello. El selectivo español ha recuperado un 75% hasta los 10.426 puntos y se queda a solo un 11% de alcanzar los máximos de 5 años. En cuanto a la deuda, nuestra prima ha caído ya por debajo de los 100 puntos. Aunque las cotizadas españolas y las medidas políticas del Gobierno han sido importantes, nada sería posible si el BCE no hubiera estado a la altura de la peor crisis de la historia de la eurozona.
Las palabras que el presidente Mario Draghi pronunció el 26 de julio de 2012, asegurando la preservación del euro, llevó la tranquilidad a los mercados y resolvió la crisis de la deuda.
Una vez solucionado lo urgente, Draghi supo ir más allá con su programa masivo de estímulos, que se ha extendido incluso a la compra de deuda corporativa. Es cierto que esos pasos los efectuó con retraso con respecto a la FED. Pero tuvo el mérito de actuar con independencia y vencer las reticencias de países como Alemania. Ahora se habla de la necesidad de retirar todos esos estímulos, pero el balance general de la actuación del BCE no puede ser más positivo. Un hecho que el Ibex reconoce con su subida.