
Durante la campaña electoral y en los primeros meses de presidencia, Donald Trump criticó con dureza la política "acomodaticia" de la Reserva Federal estadounidense (Fed). Para el magnate, las agresivas herramientas de las que echó mano el banco central, primero con Ben Bernanke, y luego con Janet Yellen, eran nefastas. Pero a partir de febrero, Trump cambió su discurso.
La rápida adaptación a la situación económica del país, elevando los tipos de interés, ha hecho que la presidenta de la institución se gane el respeto que Trump nunca debió perderle, por consideración a su independencia. Habida cuenta de que su mandato termina en 2018, la posición más razonable del inquilino de la Casa Blanca mejora las expectativas de futuro de Yellen en la Fed.