
El Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed) terminó ayer su antepenúltima reunión del año, ante la expectación de los mercados mundiales. Tal y como se descontaba desde hace semanas, la institución presidida por Janet Yellen no se considera preparada para llevar a cabo su primera subida de tipos de interés en casi una década.
El inicio de la necesaria normalización de la política monetaria se atrasa así hasta, como pronto, el mes de diciembre (ya que en octubre no tomará decisiones). La primera economía del mundo se encuentra en situación de pleno empleo (5,1% de tasa de paro) y podría pensarse que puede encajar un endurecimiento más prematuro. Sin embargo, también es cierto que el banco central detecta los primeros síntomas de una desaceleración en su propio terreno. En consecuencia, la Fed ha recortado levemente su previsión de avance del PIB en 2016 del 2,5% al 2,3%.
No obstante, lo realmente preocupante del panorama que bosqueja la institución se halla en los pronósticos sobre un IPC que se mantendrá bajo mínimos en 2015 (0,4%) y no llegará a los dos puntos hasta 2018. No cabe esperar más de la inflación en un escenario en el que China, con sus devaluaciones del yuan y con el enfriamiento de la economía está exportando desinflación al resto del mundo.
No en vano es el gigante asiático quien ha dictado la posición cautelosa de la Reserva Federal. Con su demora, el banco central transmite el mensaje de que no está todo dicho en la crisis china y que el cambio de ciclo en la que ya es la segunda economía global puede poner en aprietos una recuperación que, a escala mundial, todavía es lenta y vulnerable.