
A menos de un mes de la activación (teórica) del Brexit, el primer ministro Boris Johnson lanza su propia propuesta para salvar el gran punto de desacuerdo entre la UE y Londres: la frontera entre las Irlandas.
Johnson aboga por que el Ulster también abandone la Unión pero que siga ligado a las normas comunitarias de comercio durante cuatro años. Pese a la complejidad del plan, Bruselas se compromete a estudiarlo y los unionistas irlandeses lo elogian. Sin embargo, es dudoso que coseche un apoyo más amplio en el Parlamento británico. Y más difícil aún que la UE transija con el levantamiento de dos fronteras en torno a Irlanda del Norte, una aduanera y otra regulatoria, por mucho que Johnson defienda que no serán barreras físicas sino "virtuales".