
Las buenas noticias que han venido de la mano del sector exterior en los últimos años empiezan a desvanecerse. Las exportaciones de bienes españoles se han estancado (incluso retroceden levemente respecto al primer trimestre de 2018) mientras que las importaciones siguen aumentando. Las ventas de automóviles, la exportación estrella de la economía española, al exterior han sufrido un deterioro importante en medio de una fuerte ralentización de la Eurozona y de la economía global con la inestimable ayuda de la incertidumbre comercial. Resulta clave recordar que el sector exterior ha sido fundamental durante la recuperación económica que dio comienzo a finales de 2013.
Las ventas al exterior de automóviles y vehículos de transporte a motor suponen cerca del 20% de las exportaciones españolas (más de 37.000 millones de euros al año), según las últimas cifras del Icex. Pues bien, en los tres primeros meses del año se han desplomado un 8,6% respecto al mismo periodo del año anterior, siendo las ventas dentro de la Unión Europea las que más han sufrido este descenso.
El parón del crecimiento en Alemania e Italia se ha notado en las ventas a estos países, algo que también ha sucedido con la exportación de coches a Francia. Por si esto fuera poco para el sector, las ventas de componentes de automoción también se han reducido un 1,1% en el mismo periodo.
Más allá del automóvil, las exportaciones de prendas textiles se han reducido un 9,7% interanual, mientras que las ventas de minerales han perdido un 13,2%. A pesar de la abultada caída de las exportaciones de minerales, su peso sobre el total es muy pequeño y tienen un impacto limitado. Sin embargo, las prendas textiles siguen teniendo cierta importancia, representando casi un 4% del total.
¿Quién está comprando menos?
Analizando los datos por parejas comerciales, se puede ver que Alemania, Bélgica, Francia o Italia están entre los países donde han caído más las importaciones de bienes españoles. Teniendo en cuenta que alrededor del 67% de las exportaciones son intracomunitarias, lo que deja entrever la estrecha relación del sector exterior español con la salud económica de la UE. Si el crecimiento en la Eurozona se debilita, España terminará sufriendo las consecuencias antes o después.
Mirando fuera de las fronteras comunitarias, las exportaciones a Turquía se han hundido un 32%, probablemente como consecuencia de la severa recesión que vive el país otomano y de la fuerte deprecación de la lira turca, que hace que las importaciones denominadas en otras divisas sean relativamente más caras.
Por otro lado, las ventas a China se han reducido un 4,3%, un 9,4% las que van a México y las que van a India se han estancado. Tampoco parece una buena noticia que los mercados que más están creciendo y que cada vez tienen más peso en la economía mundial muestren un interés menor por los bienes producidos en España.
El lado positivo ha sido el incremento de las ventas a Corea del Sur, EEUU o Reino Unido, que ha pesar de las turbulencias causadas por el Brexit (y los movimientos de la libra) presentan un crecimiento cercano al 5% anual.
El mal comportamiento del sector exterior (sobre todo el de bienes) está contribuyendo a reducir rápidamente el superávit de la balanza por cuenta corriente. José Ramón Díez Guijarro, director de Estudios de Bankia, destaca que "tras cerrar el primer trimestre con el peor registro en dicho periodo en siete años, el superávit de la balanza por cuenta corriente en términos anuales se reduce hasta mínimos desde finales de 2014 (0,7% del PIB), lastrado por el mal comportamiento de las balanzas de rentas y, sobre todo, de bienes no energéticos, que se deriva, a su vez, del debilitamiento del contexto internacional".
Este economista explica que el fuerte deterioro de la balanza corriente en el primer trimestre de 2019 (arroja un saldo de -4.215 millones de euros frente a los -1.971 millones hace un año) se explica, por un lado, por el mal comportamiento del saldo comercial, tanto el componente energético (por la subida del precio del petróleo), cuyo déficit aumenta un 7,7% interanual hasta 6.873 millones de euros. Pero por otro y más importante, el no energético, cuyo saldo negativo casi se quintuplica hasta 2.591 millones. El lado positivo sigue apareciendo en la balanza de servicios, donde "el superávit de turismo aumenta ligeramente, un 2% hasta 6.947 millones", señala Guijarro.