
El Banco de España ha comparado la creación de empleo y el mercado de trabajo de los últimos años de recuperación económica con los años anteriores a la crisis. Indica que incluso el aumento de la ocupación ha sido mayor hasta 2018, teniendo en cuenta la expansión del PIB, pero resalta que ha sido a costa de un uso excesivo de los contratos temporales que hace que la tasa de destrucción de empleo sea más alta que en 2006 y 2008 y las probabilidades de quedarse en paro sean mayores. El análisis del organismo lanza una seria advertencia de que la alta temporalidad y rotación de empleo supone bajos salarios y desigualdad respecto a los contratos indefinidos.
La creación de empleo de los dos últimos años es sensiblemente inferior. Mientras la tasa de creación media de empleo en 2006 y 2007 -años en los que la economía estaba a pleno rendimiento- superaba el 8%, los dos últimos ejercicios no ha alcanzado el 7%. Tras tocar un mínimo en 2013, de en torno al 5,8%, la tasa de creación de empleo presentó una tendencia ascendente hasta mediados de 2017, y permaneció relativamente estable desde entonces en valores cercanos al 6,5%.
El Banco de España indica que este porcentaje es inferior al observado antes de la crisis, cuando superaba el 8%, aunque hay que tener en cuenta que esto se debe, fundamentalmente, al mayor volumen de población inactiva y desempleada que se observa en la actualidad. Es decir, ahora hay mayor número de parados y personas que no están en disposición de trabajar, lo que hace que la tasa sea inferior. Sin este factor, "la intensidad del proceso de creación de empleo sería incluso algo mayor en la presente recuperación, si se tomase en consideración que el crecimiento del PIB que es actualmente algo inferior al observado en los dos años anteriores al comienzo de la crisis". Antes de la crisis se partía de la base que para que la economía española tuviera creación de empleo neta, más puestos de trabajo que destrucción de empleo, debía crecer por encima del 2%. Ese axioma se rompió en 2014, con una tasa de crecimiento inferior al 2%, se empezó a crear empleo gracias al aumento del empleo temporal que propicio las reformas laborales.
La tasa de destrucción de empleo, el porcentaje de personas que pierde empleo sobre el total de personas que tiene trabajo en el periodo anterior, se disparó a partir de 2008 con el comienzo de la crisis y repuntó al 5% en la profundidad de la crisis en 2012. Desde entonces ha empezado a mejorar pero no ha alcanzado los niveles anteriores a la crisis hasta situarse en el 3,3% a finales de 2018 frente al 2,5% de estabilidad de 2006 y 2007. La explicación que da el Banco de España para que no haya mejorado este índice se debe al aumento de los trabajos temporales que hace que muchos trabajadores vuelvan al paro tras concluir su contrato. El Banco de España explica que "si los flujos de salida de la ocupación tuvieran en cuenta la transición hacia una situación de no empleo que, además del paro, incluyera la inactividad (jubilación o discapacidad), la tasa de destrucción sería similar en la actualidad a la del período precrisis".
Lo mismo sucede con la tasa de creación de empleo media que no alcanza el 5,5% que llegó antes de la crisis. Aquí la explicación del aumento de la población activa juega en contra de la creación de empleo. Sin esta causa la creación de empleo debería ser mayor, pero alta rotación en los empleos y la temporalidad hace que las contrataciones se deban de multiplicar para que haya una subida más vigorosa de la tasa de creación de empleo.
Este gráfico del Banco de España refleja el papel que ha jugado el empleo temporal en la creación de empleo. A finales de 2018, el 85% los parados o que entraban de nuevas al mercado laboral lo hicieron con un contrato temporal. Este porcentaje es mayor que antes de la crisis que se situaba alrededor del 80%. Es decir, un 20% de las personas que lograban encontrar un empleo en 2007, lo hacían con un puesto indefinido.
Los contratos temporales se empezaron a incrementar entre 2009 y 2015, cuando se empezaron a estabilizar. El Banco de España explica este comportamiento por "los mayores incentivos que las empresas tienen para optar por este tipo de contratación en contextos de elevada incertidumbre", refiriéndose a las reformas laborales.
No solo la destrucción de empleo deterioró la calidad del mercado de trabajó y la entrada de nuevo de los trabajadores con peores condiciones con contratos temporales. También hubo un fuerte descenso de conversiones puestos de trabajos temporales a indefinidos. Las empresas cada vez hicieron menos contratos indefinidos por su mayor coste a la hora de reducir plantillas. Este porcentaje tocó fondo en 2014, justo cuando empezó la creación de empleo neta. Pero ni mucho menos se ha recuperado. Hasta mediados de 2006, las conversiones se veían además favorecidas por las bonificaciones generalizadas de las que estas disfrutaban, que fueron eliminadas con la reforma del mercado de trabajo aprobada a mediados de ese año. Posteriormente se han mantenido en vigor algunas bonificaciones para ciertos tipos de contratos, como los de aprendizaje, con escaso peso en el total de los empleos creados, explica el informe del Banco de España.
La evolución del mercado laboral español sigue poniendo a los trabajadores temporales como los más vulnerables para quedarse en el paro. El 80% de los trabajadores que pasan a desempleo son temporales, prácticamente igual a los años previos a la crisis económica. Según el Banco de España, el mercado laboral español sigue adoleciendo, por tanto, a pesar de los profundos cambios normativos observados a lo largo del período considerado, de una excesiva temporalidad y rotación del empleo.