
Las perspectivas que apuntaban que Estados Unidos y China podrían alcanzar un acuerdo comercial definitivo a finales de este mes se tambalean. El propio presidente estadounidense, Donald Trump, ha recordado este viernes que, si no se alcanza "un gran acuerdo, no habrá acuerdo". Una amenaza que el inquilino de la Casa Blanca edulcoró presagiar un repunte en las bolsas en el caso de que las negociaciones lleguen a buen puerto.
Aun así, el optimismo acumulado en las últimas jornadas, especialmente después de que la semana pasada EEUU anulara indefinidamente su amenaza de elevar los aranceles a China, ha sucumbido a la complejidad de las conversaciones en curso. El propio embajador estadounidense en el país asiático, Terry Brandstad, aseguró al Wall Street Journal durante una entrevista que, en estos momentos, no se ha finalizado una fecha concreta para que Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, se reúnan cara a cara para concretar los últimos detalles.
"Ambas partes están de acuerdo en que tiene que haber un progreso significativo, lo que significa que están muy cerca antes de que eso suceda", dijo Branstad, quien indicó, eso sí, que un acuerdo entre ambos países no es inminente todavía. "Estamos más cerca de lo que hemos estado durante mucho tiempo", aclaró.
De esta forma, las informaciones que aseguraban que Trump y Xi podrían celebrar una cumbre en Mar-a-Lago, Florida, el próximo 27 de marzo, quedan por el momento en saco roto, a medida que ambas delegaciones intentan resolver algunos de los asuntos estructurales que más fricción han causado.
Entre ellos se encuentran, por ejemplo, la concesión de subsidios a empresas chinas, la transferencia forzada de tecnología a las compañías extranjeras u otros temas como el ciberespionaje.
Tampoco se debe pasar por alto que EEUU quiere reservarse el derecho de volver a instaurar aranceles, en el caso de que estos se eliminen, así como extender los gravámenes de forma unilateral en el caso de que el gigante asiático no cumpla con sus compromisos.
Esto dejaría a Pekín en una posición debilitada, ya que no podría responder explícitamente a las represalias estadounidenses.
Es este último punto el que genera cierta tensión dentro del Gobierno chino, al considerar que un acuerdo que en principio es favorable para el país, ya que se centraría en un compromiso por parte de la segunda mayor economía del mundo en aumentar la compra de bienes y servicios estadounidenses durante los próximos años, podría pasar factura si EEUU considerase que no se cumple.
Aun así, la decisión de Trump de tasar más de la mitad de las exportaciones chinas que llegan a EEUU desde el año pasado continúan pesando en la economía del país asiático. Las exportaciones de China registraron el mes pasado su descenso más brusco en tres años, mientras que las importaciones cayeron por tercer mes consecutivo, lo que apunta a una mayor desaceleración de la economía, a pesar de las medidas de estímulo.