
El mercado de bonos corporativos ha ganado protagonismo a nivel global como fuente de financiación. Las empresas han aprovechado el entorno de bajos de tipos de interés y programas de estímulos de los bancos centrales para usar con mayor intensidad este mercado que ya tiene un tamaño de 13 billones de dólares. Una parte muy relevante de estos bonos está a un paso de ser considerados basura (non-investment grade), un movimiento que podría suceder con la llegada de una desaceleración económica más profunda o una recesión. Bajo este escenario, el propio retroceso económico se vería intensificado por una crisis financiera profunda en el mercado de deuda corporativa, que dispararía el coste de financiación de las empresas y hundiría la inversión.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha publicado este lunes un documento en el se avisa del "elevado número de riesgos y vulnerabilidades asociadas con esta situación". La calidad de los bonos corporativos en circulación difiere de forma importante respecto a otras épocas. En este ciclo, los bonos con calificación BBB (un escalón por encima del bono basura) suponen un 54% del total del mercado calificado con grado de inversión, frente al 30% de 2008. "Este incremento de los bonos de baja calificación dentro del grado de inversión se ha producido a expensas de los bonos de mayor calidad AA y AAA", sostiene el documento de la OCDE.
Apetito por el riesgo
Las políticas monetarias ultra-expansivas de los bancos centrales, guiadas por unos tipos de interés muy bajos y programas de compras de activos, han inclinado a las empresas no financieras hacia la emisión de deuda frente a las salidas a bolsa. "Desde la crisis financiera de 2008, las empresas no financieras han incrementado drásticamente su financiación en forma de bonos corporativos. Entre 2008 y 2018 la emisión de deuda corporativa global ha promediado los 1,7 billones de dólares por año, comparados con los 864.000 millones de los años anteriores a la crisis financiera.
Los economistas de la OCDE creen que este crecimiento se debe a los cambios regulatorios en algunas economías que han apoyado esta vía de financiación a largo plazo. No obstante, la tendencia también es consecuencia de "las políticas monetarias expansivas y las medidas no convencionales implementadas por los mayores bancos centrales dentro de los programas de compras de bonos (QE por sus siglas en inglés)".
Tras la última crisis financiera, los grandes bancos centrales del mundo (Fed, BCE o Banco de Inglaterra) pusieron en marcha nuevas medidas para intentar estimular la inflación y el crecimiento económico. Dentro de estas medidas destacan los programas de compras masivas de bonos soberanos y corporativos, que han impulsado los precios de estos activos (reduciendo el interés que pagan), lo que ha convertido la emisión de deuda en una vía de financiación muy atractiva, tanto para empresas como para gobiernos. Es probable, que los bancos centrales hayan conseguido su objetivo, pero todo tiene un coste.
En un entorno de bajos tipos de interés, los inversores han buscando rentabilidad en los bonos de mayor riesgo, cuya demanda ha sido sólida en los últimos años. Este protagonismo de la deuda corporativa también conlleva serios riesgos para la economía, sobre todo dado el elevado nivel deuda que está a un paso de ser considerada 'basura' (non-investment grade). Los economistas de la OCDE recuerdan que "hay una relación bien establecida entre la menor calidad crediticia de los bonos y el incremento de impagos".
En un entorno de debilidad económica, las empresas pueden sufrir un deterioro de sus balances que se reflejará en su deuda, causando turbulencias en estos mercados. "Una recesión económica podría incrementar el ratio de rebajas de calificación en el segmento de bonos BBB... los emisores que vean la calificación de su deuda rebajada desde BBB a 'bono basura' (conocidos como ángeles caídos) se tendrán que enfrentar a unos costes de financiación mayores, por la pérdida repentina de una amplia base de inversores". Muchos inversores institucionales tienen que cumplir con ciertas normas que les impide invertir en 'bonos basura', por lo que la pérdida de la calificación BBB, aunque sea de sólo un escalón, puede tener consecuencias muy importantes.
Avalancha de vencimientos
Los inversores que tienen mayor libertad de acción tendrían que absorber a esos 'ángeles caídos', algo que parece bastante improbable, lo "que causaría volatilidad y un incremento de los spreads (respecto al resto de bonos)". Además, si esta desaceleración o recesión se produjese en el corto plazo el riesgo es mayor por elevado peso de los vencimientos en los próximos años. "Los actuales bonos corporativos en circulación, tanto en países avanzados como emergentes, se enfrentan a niveles récord de vencimientos en los próximos años". Esto obligaría a las empresas a pagar o refinanciar (a un tipo mucho más alto) esos bonos.
"Las empresas de las economías avanzadas afrontan vencimientos de 2,9 billones de dólares en los tres próximos años y las de los países emergentes 1,3 billones de dólares", según datos de la OCDE.
La inquietud es importante. La economía global ya se está desacelerando y los ingresos de las empresas podrían deteriorarse si el parón se prolonga o se profundiza. "Hay preocupaciones sobre el crecimiento económico global. En caso de una recesión, las empresas muy endeudadas tendrían problemas para cumplir con los compromisos de la deuda, lo cual amplificaría los efectos de la propia recesión a través de una menor inversión y un ratio de impagos superior".
Esta ya de por sí compleja situación convergería con unos bancos centrales que se encuentran prácticamente atados de pies y manos. Las medidas no convencionales siguen en pie en varias regiones y su margen de actuación es estrecho salvo que se busquen herramientas aún menos convencionales. "Último, pero no menos importante, las emisiones brutas de bonos de los gobiernos van a alcanzar un nuevo récord en 2019". El sector público en los países avanzados está endeudado, lo que también pondrá límite a las políticas fiscales que deberían amortiguar una nueva recesión.