Economía

El latigazo presupuestario de Sánchez

El presidente del Gobierno ha puesto esta mañana el broche de oro a las fiestas navideñas cual domador de leones: dando un latigazo en el centro de la pista para situar a las fieras que pudieran serle más levantiscas.

Al llevar los Presupuestos al Consejo de Ministros del viernes, Pedro Sánchez consigue, en primer lugar, normalizar dentro de lo posible el calendario político y escenificar estabilidad y determinación en su hoja de ruta. De hecho, su jugada es más política que económica, habida cuenta de que su agenda de medidas del cambio puede activarse incluso fuera del marco de los Presupuestos a través de decretos-ley.

En segundo lugar, la inmediata fecha de presentación permite tramitar el proyecto presupuestario antes de las elecciones europeas autonómicas y municipales del mes de mayo, estabilizando las posturas de cada uno de los partidos para esa fecha y exhibiéndolas nítidamente para el electorado que acudirá a las urnas. Además, abierta está la posibilidad aún de declarar hábil el mes de enero en la Cámara, lo que imprimiría más velocidad a la tramitación.

Por otra parte, al poner pie en pared el viernes, Sánchez contiene la avalancha de reproches, amenazas y emplazamientos de los sindicatos, ávidos de unos prometidos cambios en la reforma laboral que no se han producido. En el mismo sentido, sitúa a los independentistas ante la tesitura de quitarse la careta y dejar de transmitir día sí día también una de cal y otra de arena, diciendo que podrían apoyar, y luego que no, o que tal vez. Porque a un independentismo que se le dibuja un sonoro ascenso de Vox si las elecciones generales se adelantaran no le interesa debilitar al Gobierno socialista dejando en punto muerto su proyecto de Cuentas Públicas.

"El fantasma de un 155 reforzado es suficiente para motivar un apoyo al dialogante Sánchez"

La alternativa de una derechización del país ante un eventual adelanto electoral precipitado por la imposibilidad de sacar los Presupuestos conducirá necesariamente al PDeCAT y ERC a buscar ante su electorado la justificación a un apoyo, aunque sea tácito, a los Presupuestos. El fantasma de un 155 reforzado es suficiente para motivar un apoyo al dialogante Sánchez.

Por otra parte, contiene también así el líder socialista a sus propias filas, a los que no respaldan, por ejemplo, su política concesiva con el conflicto catalán. Con unos Presupuestos en la mano, avalados por una mayoría parlamentaria, resultaría grotesco ver a facciones de su propio partido o a barones díscolos enmendando la plana al artífice de tamaño golpe de efecto. Prueba de esta deriva interna es el vuelco externo que ha dado el PP desde el anuncio de Sánchez, esta mañana, de que los Presupuestos se aprueban el viernes: el líder de Génova, Pablo Casado, admite ahora un posible apoyo a las Cuentas aunque con condiciones.

Y, por otra parte, Sánchez contenta a Bruselas: se aplica con sus deberes presupuestarios no sólo con sumariedad expeditiva sino también con una senda menos expansiva que la que él previó activar (1,3% de meta de déficit frente al pretendido 1,8%).

Una vez más, y dejando al margen el contenido económico de las Cuentas Públicas de 2019, el presidente ha optado por una solución transversal que reposiciona varios frentes a la vez. Y ello es porque apunta a su principal victoria: agotar el mandato. Esa meta que quiere asegurarse por encima de todo –por mucho Tezanos que anuncie victorias socialistas sonoras y temidos ascensos de Vox– es el espíritu que dirige su acción de Gobierno, y los Presupuestos son el timón esencial para ese viaje.

Con ellos, puede encontrar tormentas que enfrentar, gane o no, pero sin ellos el barco de un Ejecutivo en minoría sería demasiado endeble, y las fieras del cuadrilátero, sin latigazo de llamada a capítulo, camparían a sus anchas enturbiando el ambiente y desdibujando los frentes que ha de contener, que él concentra en solo uno: el fin de los postureos, la definición del posicionamiento definitivo de cada actor de la arena política y la exhibición de éste a la UE, la oposición, sus propias filas y, en definitiva, al electorado posterior al mes de mayo.

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