
La competencia económica requiere atención constante para no perder posiciones competitivas, más aún con la globalización, pero la política catalana hace años que está cediendo terreno en las acciones públicas dirigidas a favorecer los negocios, al empecinarse en el procés como prioridad, y la economía se está resintiendo.
El crecimiento del PIB catalán en el tercer trimestre de 2018, respecto a los tres meses anteriores, fue inferior a la media estatal, lo que no ocurría desde hacía dos años, y lo que va contra la tendencia habitual, en la que Cataluña crece por encima de la media española.
Para el director de Economía y Estudios de la patronal Foment del Treball, Salvador Guillermo, este indicador es "una señal de alerta" que se debe seguir con atención para ver su evolución en el cuarto trimestre y más adelante. De momento, insta a estar "atentos", más allá de efectos estacionales, dada la coyuntura general de desaceleración económica, que la desidia política puede agravar.
Según el índice autonómico de competitividad fiscal elaborado por la Fundación para el Avance de la Libertad, Cataluña ocupa en 2018 la última posición de la clasificación nacional. Su autora, la economista Cristina Berechet, argumenta que cuenta con el doble de im-puestos autonómicos que las demás comunidades autónomas -13, más dos pendientes de entrar en vigor- y "tiene grandes deficiencias" en la estructura del Índice del Impuesto sobre la Renta y en el Impuesto sobre el Patrimonio. Por contra, Madrid -principal competencia de Catalunya a la hora de captar grandes inversiones y empresas- es la tercera autonomía más competitiva fiscalmente.
Cataluña destaca por tener los tipos marginales más elevados, pero también se sitúa entre las autonomías donde más impuestos pagan las rentas medias y bajas, señala el informe. Así, es la Comunidad donde más impuestos paga un contribuyente con sueldo medio, seguida por Navarra, tomando como referencia para el IRPF un sueldo bruto de 24.400 euros anuales, el sueldo medio en España. También se sitúa en la banda alta en los Impuestos de Patrimonio, Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, Sucesiones e Hidrocarburos, entre otros. Ello es un factor en contra para atraer y retener talento, lo que es especialmente relevante en la estrategia que persigue Barcelona para captar empresas tecnológicas internacionales. El presidente de la Comisión de Economía y Fiscalidad de Foment del Treball, Valentí Pich, señala que Catalunya tiene una carta de presentación "mejorable" en materia fiscal.
Otra señal a la que Foment del Treball pide dedicar una "atención preferente" es a la fuerte desaceleración que está experimentando la industria en los últimos trimestres, tanto a nivel general en España como específicamente en Catalunya, en línea con la evolución de las exportaciones. Y es que las ventas al extranjero están creciendo a un ritmo similar a otros países europeos en el caso de la media española (3,2%), pero menor en Cataluña (1,8%), que está viendo caer las exportaciones en Italia, Estados Unidos, China, Japón y Marruecos, a diferencia de España, con datos de los nueve primeros meses de 2018.
Además, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2018, el ritmo de crecimiento del empleo en Cataluña es menor que en el conjunto estatal, cuando en trimestres anteriores era superior. Asimismo, las ventas de las grandes superficies registran una peor evolución en Cataluña que en la media nacional. Respecto a las matriculaciones de vehículos en 2018, Cataluña fue la única autonomía que cerró el año en negativo, con un retroceso del 2,8% interanual, frente a un crecimiento medio estatal del 7% al cierre del ejercicio.
Las entidades empresariales piden un cambio de rumbo a las administraciones
Volviendo a la evolución del sector industrial, su importancia radica en la calidad del empleo que genera. Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria que desencadenó la crisis en 2007, la industria estaba llamada a recuperar el peso perdido durante años en favor del ladrillo y del sector servicios, y así lo hizo. Sin embargo, su ritmo expansivo se está frenando, y la industria catalana creció un 2% interanual en el tercer trimestre de 2018, cuando un año antes avanzó un 5,2%.
La Cámara de Comercio de Barcelona destaca el poder de la industria como motor económico con cimientos estables y sólidos, y para facilitar su competitividad ha reclamado este diciembre a las Administraciones Públicas "el máximo esfuerzo" con cuatro medidas prioritarias: revisar el modelo de tarifación eléctrica para rebajar los costes hasta la media europea, planificar una oferta formativa adecuada a las necesidades del sector, invertir en infraestructuras ferroviarias competitivas internacionalmente e impulsar proyectos de innovación para abordar temas medioambientales en sectores clave en Cataluña como la automoción o la química.
Sin embargo, la hoja de ruta catalana apunta hacia otras dianas, según las previsiones de la Generalitat, que todavía no tiene los apoyos asegurados para sacar adelante los Presupuestos de 2019, mientras las declaraciones públicas del Govern siguen centradas en el procés y en el juicio a los líderes soberanistas.