
El Banco de Inglaterra (BoE, en sus siglas en inglés) ha mandado un mensaje claro a los diputados británicos que este viernes inician el parón navideño: la incertidumbre del Brexit, "considerablemente intensificada", perjudica cada vez más la economía y, a no ser que resuelvan el bloqueo, el crecimiento se encamina a una preocupante ralentización. Como prueba, sus expectativas para este último trimestre han sido reducidas al 0,2%, una décima menos que en sus más recientes previsiones y hasta un tercio del 0,6% que el Producto Interior Bruto había experimentado en los tres meses anteriores.
'Proyecto Miedo'
Sin miedo a consolidar su reputación como azote de los eurófobos que califican como Proyecto Miedo cualquier análisis que atribuya consecuencias negativas al divorcio comunitario, el gobernador declaró el jueves que las consecuencias de la vigente parálisis son "evidentes" y advirtió de que los negocios han congelado cualquier decisión en materia inversora. Su precaución es comprensible, ya que a menos de cien días del Día del Brexit, prácticamente las incógnitas están por resolver, a excepción de la derrota parlamentaria que se da por segura del Acuerdo de Retirada firmado con la Unión Europea el 25 de noviembre. Tras haber retrasado la votación prevista el 11 de diciembre, el Gobierno avanzó que el debate se retomará el 9 de enero, si bien los términos específicos que se someterán a consulta de Westminster dependerán de qué pueda lograr Theresa May en la renegociación que todavía espera mantener con Bruselas.
La primera ministra británica demuestra así una tenacidad insobornable, aunque no son pocos los miembros de su gabinete, y más aún de su partido, que ven en su tesón irresponsabilidad institucional, dadas las reiteradas advertencias de la cúpula comunitaria de que el acuerdo no se toca. Lo máximo a lo que May puede aspirar es a "clarificaciones" en lo que se refiere a la salvaguarda para evitar la reimposición de una frontera dura con Irlanda, pero sin una garantía legal, resulta complicado que sean suficientes para revertir la animadversión que la formulación actual genera en la Cámara de los Comunes.
Si el debate mantiene, como se preveía inicialmente, cinco jornadas, la crucial votación tendría lugar el martes 15 de enero, cuando restaría menos de una semana para el plazo marcado desde un principio para lograr aprobar el acuerdo, el 21 de enero. Las posibilidades semejan tan remotas en la actualidad que los propios integrantes del Gobierno no se molestan ya en fingir que creen en la viabilidad del acuerdo.
Como consecuencia, la responsabilidad colectiva grabada a fuego en el código ministerial ha perdido validez y cada uno se permite especular públicamente con su apuesta preferida.
Este mismo jueves, la titular del Ministerio de Trabajo, una de las caras más visibles a favor de la permanencia durante la campaña del referéndum, consideró un segundo plebiscito "plausible" si Westminster no es capaz de romper el bloqueo, pese a la oposición supuestamente visceral de la premier a una nueva consulta.