El nuevo asalto entre la Comisión Europea y el Gobierno italiano puede ir más allá de la sanción millonaria que puede activar Bruselas. El país está entrando en un terreno peligroso en el que se puede desatar una espiral de desconfianza del mercado que será muy difícil de parar por parte de cualquier institución. Los bancos son el eslabón más débil y por donde se puede desencadenar una nueva crisis a la griega.
Hay similitudes y diferencias con la crisis de Grecia, pero hay elementos comunes como un pulso político, desequilibrios presupuestarios y unos bancos demasiados expuestos a la deuda pública. El desenlace en Atenas terminó con un corralito debido a que las entidades financieras no aguantaron las tensiones de liquidez sin tener acceso al mercado.
La historia con Italia se puede repetir si el Gobierno de Conte no logra enderezar el rumbo de la economía y de la deuda. Con un endeudamiento del 130% del PIB, solo superado por Grecia dentro de la zona euro, la deuda se ha convertido en una bomba de relojería para el Ejecutivo y para los propios bancos italianos, con más de 380.000 millones en balance, según datos publicados recientemente por Goldman Sachs.
Cualquier aumento en los intereses de la deuda pública puede erosionar los ratios de capital de los bancos
Cualquier aumento en los intereses de la deuda pública, puede erosionar las reservas de capital de los bancos. Los riesgos son múltiples y el sector ya lo ha sufrido con fuertes caídas en los últimos meses según se ha ido endureciendo el enfrentamiento entre Roma y Bruselas con los anuncios de aumentar el gasto para financiar bajadas de impuestos y rentas para las clases más desfavorecidas.
El anuncio de los presupuestos ya implicó rebajas por las agencias de rating, dejando la deuda al borde del bono basura. La pérdida de grado de inversión supondría intereses más elevados en la deuda y mayor coste de financiación para los bancos italianos.
Que haya o no sanciones para Italia genera más ruido y presión sobre las cuentas públicas, no sería efectiva hasta entrado 2019. Sin embargo, lo que preocupa al mercado es que el Gobierno italiano no adopte medidas para corregir el elevado endeudamiento, tal como pide Bruselas.
El Gobierno, formado por la coalición de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas, ha prometido que en sus cuentas contemplan un ajuste de la deuda, pero que vendrá vía crecimiento gracias al estímulo que supondrá la rebaja de impuesto y el apoyo a las clases más desfavorecidas. Sin embargo, el ciclo económico no acompaña. El PIB del tercer trimestre se ha estancado con el ritmo de crecimiento más bajo desde 2014.
De momento, la prima de riesgo no ha amenazado los 400 puntos básicos, el deadline establecido por los analistas como punto de no retorno para la banca italiana. Supondría una pérdida de confianza y cerrarse el mercado para Italia y sus bancos.
Las entidades financieras necesitan captar continuamente pasivo para seguir financiando y funcionando, ya sea en el mercado o entre sus clientes. Si la maquinaria se para surgen los problemas de liquidez.
Es cierto, que los bancos europeos no solo utilizan el mercado, también tienen de opción del BCE pero no es fácil en situación de debilidad. Tienen que ofrecer garantía en forma de capital, si la deuda italiana pierde su calidad menos capacidad financiación para los propios bancos.
El arma prohibida del BCE
Si esos bonos son calificados como basura por las cuatro agencias de calificación, el Banco Central Europeo ya no los acepta. Esto le sucedió a los bancos en Grecia cuando los bonos del gobierno griego cayeron en bonos basura. El BCE pidió otros avales como deuda corporativa o de otros países, pero en estos niveles suelen brillar por su ausencia, cuando los bancos de un país se convierten en los principales tenedores de los bonos soberanos de un país.
En esta fase, los bancos de un país ya tienen problemas para financiar la economía real. El riesgo a una crisis crediticia es una evidencia y la economía cae por el efecto arrastre.
Desde la crisis soberana, el BCE puede comprar directamente deuda soberana en el mercado secundario, bajo el programa OMT (Outright Monetary Transactions). Esta opción no ha sido nunca utilizada por la institución pero serviría para salir al rescate de un país y sus bancos. Eso sí, Italia tendría que someterse a la disciplina del BCE y su programa de rescate.