
El Laborismo ha complicado la papeleta de la premier británica Theresa May al avanzar que votará en contra de cualquier acuerdo de Brexit que esté inspirado en el plan de Chequers, un rechazo que, unido a la oposición que genera entre los eurófobos conservadores, desbarata cualquier posibilidad de supervivencia de la hoja de ruta del Gobierno. Dada la división que la fórmula de salida genera entre los tories, el apoyo mayoritario de la oposición es crucial para la primera ministra, quien carece de hegemonía en el Parlamento.
Su decisión, confirmada en el congreso anual que celebra en Liverpool, supone por tanto el golpe de gracia a un planteamiento refutado la semana pasada por el bloque y pone a May en una delicada tesitura ante la cita anual que tiene con los suyos a partir del domingo.
Esta misma semana, la premier había convencido a su gabinete de mantener su apoyo a Chequers, pese al escepticismo dominante tras el varapalo sufrido la semana pasada en la cumbre de Salzburgo (Austria). Aunque con reticencias, la plana mayor del Gobierno aceptó, consciente de que cualquier criticismo amenaza con precipitar un desalojo de Downing Street y, con ello, la caída del Ejecutivo. La maniobra del Laborismo, no obstante, hace artiméticamente inviable la supervicencia en Westminster del único planteamiento oficial de Reino Unido en materia de divorcio.
La opción de referencia sigue siendo la convocatoria anticipada de generales
Con todo, el partido presenta también sus propias contradicciones y si el lunes el portavoz del Tesoro negaba que un potencial segundo referéndum plantease la permanencia, el responsable del Brexit aseguró ayer que no hay nada descartado. La opción de referencia sigue siendo la convocatoria anticipada de elecciones generales, pero de no provocarlas, todas las opciones permanecen abiertas. Keir Starmer, de hecho, avanzó que votaría por la continuidad en la UE, de tener la posibilidad en una nueva consulta.
No en vano, de momento en lo único que la oposición coincide con el Gobierno es el rechazo a dar preferencia a los ciudadanos europeos una vez materializada la ruptura. El Ejecutivo acordó la resolución esta semana, lo que significa fundamentalmente aceptar la recomendación estipulada hace ocho días por el Comité Asesor de Migración.
Mientras, la canciller alemana, Angela Merkel, expresaba ayer su oposición a los planes de May para el Brexit, que contemplan que, incluso una vez fuera del bloque, pueda acceder sin restricciones al mercado interno de mercancías.
"Uno no puede pertenecer al mercado único, si solo quiere pertenecer a una parte del mercado único y no a las otras tres", recalcó la mandataria en Berlín.
La primera ministra británica quiere, no obstante, que el Brexit no suponga la salida del mercado interior de mercancías, una postura que no gusta en el resto de países miembros de la Unión Europea.