Economía

La tragedia del sistema educativo español: sobrecualificación, desajustes y escasez de competencias básicas

  • Un 22,7% de los empleados está sobrecualificado para su trabajo
  • Un 35% tiene un trabajo en un campo que no se corresponde con su profesión
  • En España hay muchos universitarios respecto al resto de la UE
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Un 22,4% de los empleados españoles está sobrecualificado para el puesto de trabajo que ocupa. Además, casi el 35% de los trabajadores tiene un empleo en un campo que no corresponde con su especialización durante la etapa formativa. Esta situación se produce porque los españoles se especializan en ramas de estudio cuya demanda laboral es baja y porque la estructura productiva no es capaz de generar los puestos de trabajo suficientes. Dicha ineficiencia supone un derroche de recursos humanos del país y un coste (económico y moral) tanto para los propios individuos como para la sociedad en general. También en el caso de España contar con un título no es sinónimo de tener un nivel elevado de competencias básicas (compresión lectora, razonamiento matemático o conocimientos tecnológicos).

La Fundación Conocimiento y Desarrollo señala en su último Informe CYD sobre la contribución de la universidad española al desarrollo económico y social del país que "no debe ser ajeno a esta sobrecualificación y desajuste el hecho de que las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas son las que tienen las mayores perspectivas de crecimiento en el futuro y las más demandadas por los perfiles profesionales de la industria 4.0 y la economía digital, estén infrarrepresentadas en España, en comparación con la Unión Europea".

Según los últimos datos publicados por Eurostat (2016) y como recoge la fundación CYD, España cuenta con una de las proporciones más bajas de Europa de graduados en tecnologías de la información y la comunicación (hardware, sofware, programación...). Esto mismo ocurre cuando el cálculo se extrapola al total de graduados en campos técnicos como las ingenierías y las arquitecturas. Algunas de estas especialidades son las que suelen tener una mayor demanda en el mercado laboral. 

El informe de la OCDE Getting Skills Right, publicado este año, argumenta que esta situación se produce porque "muchas personas están especializadas en campos para los que existe poca demanda en el mercado laboral, por lo que deben 'degradarse' y aceptar un trabajo en un área no relacionado con sus estudios". Este elevado porcentaje de individuos trabajando en un campo que no es su especialidad está entre los más altos de los países de la OCDE, "lo que supone un elevado coste para los individuos y para la sociedad por la inversión perdida en capital humano". Luxemburgo es el país que más invierte en educación por alumno.

Los datos muestran que un 34,6% de los ocupados trabaja en un campo para el que no se han especializado. El país líder en esta categoría es Reino Unido, donde el porcentaje es cercano al 40%. Sin embargo, el gran peso del sector financiero en este país podría distorsionar este dato, puesto que muchos perfiles muy cualificados deciden forma voluntaria trabajar en el sector financiero aunque su formación haya sido otra.

Profundizando en lo que se refiere a los trabajadores que están ocupados en profesiones que no tienen que ver con su especialización, el caso de España es especialmente singular porque el 49% de estos individuos también están sobrecualificados, es decir, a pesar de contar con algún tipo de especialización se ven obligados a trabajar en un puesto que requiere una formación inferior a la suya.

Amor por la educación superior

Por otro lado, los graduados en educación superior (formación universitaria) con 20 años colocan a España entre los primeros lugares de Europa, sólo por detrás de Eslovenia, Grecia, Irlanda, Bélgica y Lituania. Esto quiere decir que el porcentaje de jóvenes que termina la educación superior es elevado, pero las carreras que eligen no son las más útiles para encontrar un empleo ligado a esa formación cursada.

Dentro de los estudios elegidos por los españoles destacan los relacionados con la educación (16% de los graduados) donde predominan las diferentes modalidades de magisterio; los graduados en salud (un 13,6% de los graduados), donde se incluye medicina, farmacia o enfermería; graduados en Derecho (con un 5,1%); y también los graduados en carreras relacionadas con el sector servicios (con un 7,4%), donde aparecen especializaciones como turismo o comercio.

El desempleo y el bajo valor añadido

La otra parte del problema es el propio sector productivo, aunque es difícil diferenciar qué llegó antes, es decir, si la educación de los españoles ha creado este sector productivo o viceversa, lo cierto es que España está entre los países que tienen un mayor porcentaje de empleados con una cualificación superior a la que requiere el desempeño de su profesión laboral. "Esta situación es consistente con una ocupación baja, que los empleadores aprovechan para contratar trabajadores con mayores cualificaciones de las requeridas", señalan desde la OCDE. La todavía elevada tasa de paro en España permite a los empresarios elegir al trabajador entre los muchos desempleados, frente a lo que ocurre en otros países (que está cerca del pleno empleo) donde el trabajador tiene más poder para elegir dónde trabajar.

El informe de la fundación CYD esgrime que este drama se debe en parte a que la estructura productiva de España "no es capaz de generar suficientes puestos de trabajo de alta cualificación: "En 2017, España estaba entre los cinco países de la UE con un menor porcentaje del total de empleados ocupados en tareas de alta cualificación. Y, por el otro, a que su generación de graduados superiores es notable". Hay muchos graduados y quizá las ramas escogidas no son las mejores.

Hay que tener en cuenta el empleo que se demanda en España. La orientación de la economía española genera una cantidad de empleos de baja cualificación que supera con creces a la del resto de países desarrollados. No obstante, a pesar de la demanda este tipo de empleo es amplio en España, la oferta de trabajadores con bajo nivel educativo es superior, lo que desemboca en una elevada tasa de desempleo estructural y de larga duración. España es el país de la dualidad en casi todo. En este caso parece la norma es no tener apenas formación o tener una carrera, mientras que la educación de nivel intermedio queda en el olvido.

Por otro lado, la demanda de los empleos que requieren trabajadores con una cualifiación muy elevada y determinada es menor, pero aún así existe escasez de trabajadores para ocupaciones técnicas o profesionales con unas competencias precisas y profundas, tecnologías de la información, ciertos tipos de ingeniería, conocimientos informáticos y electrónicos, "lo que refleja las reducidas habilidades digitales en España respecto a otros países", explican desde la OCDE

"El boom del sector de la construcción en los primeros años del nuevo milenio creó una fuerte demanda de trabajadores con baja formación, muchos de los cuales se convirtieron en desempleados cuando el sector colapso durante la crisis... incluso tras el desplome del sector de la construcción, la economía española sigue mostrando una inclinación mayor, que los países vecinos, hacía las profesiones que requieren menor cualificación".

Estos sectores suelen generar un valor añadido inferior al de las ramas que requieren trabajadores con unas competencias muy elevadas. La débil demanda de empleados de elevada cualificación en la industria se puede explicar en parte porque sólo el 7,1% de las exportaciones industriales de España son de alta tecnología, una dato muy inferior al que presentan el resto de países desarrollados.

No obstante, esto también tiene que ver con la reducida inversión en investigación y desarrollo (1,22% del PIB), muy por debajo de la media de la Eurozona y de los países punteros como Suecia (3,26% del PIB) o Austria (3,07% del PIB).

Competencias muy bajas

Otro dato a tener en cuenta es que a pesar de que el 35% de la población española tiene un título universitario, las competencias básicas de compresión lectora y matemáticas son bajas, al igual que los conocimientos sobre tecnología. "Esto indica que estar sobrecualificado no implica necesariamente tejer un nivel más elevado de competencias", destaca el informe de la OCDE.

"Un cuarto de los adultos españoles (23%) carece de los conocimientos básicos sobre las tecnologías de la comunicación y la información (TIC), frente al 15% de media en la OCDE. Debido al bajo nivel de habilidades básicas, la tasa de empleo entre los graduados en educación superior es del 68,7%, muy lejos de la media de la UE que es del 81,9%", sostiene la OCDE.

"De forma conjunto, estos resultados sugieren que, quneu existe una oferta creciente de trabajadores con títulos superiores en España, la oferta de trabajadores con buenas competencias básicas y buenas competencias cognitivas es todavía baja en relación con la demanda", según sentencia el informe..

Algunas propuestas de la OCDE

Los expertos de la OCDE creen que se debe profundizar en el modelo dual de formación en el puesto de trabajo. Aunque la participación de este modelo se ha multiplicado por tres desde 2012 en España, aún es muy baja respecto a otros países como Alemania, Suiza o Reino Unido, donde el resultado ha sido muy positivo a la hora de insertar en el mercado laboral a esos estudiantes.

También es necesario incrementar los recursos públicos en políticas activas orientadas a reinsertar en el mercado a los parados de larga duración. Además, debería reducirse el uso de las ayudas a la contratación, que pueden generar un efecto sustitución durante el tiempo que estén vigentes. Esos fondos estarían mucho mejor empleados si se redirigieran para mejorar la formación de los parados en los campos más demandados.

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