
Cada día parece un poco más difícil que la familia del euro siga creciendo. Es más, analizando los acontecimientos en Italia y los movimientos políticos que ganan fuerza en otros países, parece más probable que la Eurozona reduzca su tamaño a que siga extendiendo sus fronteras. Los países que hace años anhelaban ser aceptados en el club del euro ahora muestran cierta desconfianza o, incluso, un rechazo total a la adhesión. Este es el caso de Mojmír Hampl, vicegobernador del Banco Nacional Checo (BNC), que coincide con la opinión de gran parte de los checos. Son varias las razones que esgrimen los defensores de la soberanía monetaria para mantener este 'poder', unos argumentos, que además, han ganado fuerza tras la Gran Recesión.
Echando un vistazo a los niveles del PIB per cápita en los países de Europa antes y después de la crisis, se puede comprobar que economías como República Checa, Suecia o Hungría recuperaron su nivel de PIB previo a la crisis antes que los países de la Eurozona más pobres.
Hampl ha criticado con dureza el funcionamiento del euro durante un discurso en la Universidad de Oxford hace unos días tocando todos sus puntos débiles. Mientras que los beneficios económicos se limitan al uso de una moneda común que elimina el riesgo de tipo de cambio entre países y, por ende, puede fomentar el comercio de una forma más eficiente, los fallos y perjuicios contra la economía son muchos.
Inherente inestabilidad
"Una unión monetaria sin estado es inherentemente inestable. Una moneda suele ser una consecuencia, no una causa, del establecimiento de un estado. En Europa, sin embargo, comenzamos a construir la 'casa de la moneda' desde el tejado hacia abajo, y luego en 2008 todos quedaron sorprendidos al ver cómo los azulejos volaron cuando sopló el primer viento. ¿Existe una perspectiva de una unión política, un estado europeo único, en tramitación? Incluso si lo hay, ¿queremos ser parte de eso? Si la pregunta es no, lo que parece ser el caso, las ideas de introducir el euro en la República Checa deberían, por ese solo motivo, dejarse en un segundo plano", explica el vicegobernador del BNC.
El último Eurobarómetro publicado en abril muestra que en la República Checa el 64% de la población cree que entrar en el euro tendría consecuencias negativas mientras que sólo el 33% cree que tendría consecuencias positivas. El resultado estaba mucho más reñido, incluso con cierto sesgo a favor del euro, antes de la crisis. Esto mismo se puede extrapolar a países como Croacia, Suecia o Bulgaria.
Por otro lado, Hampl da otra de las claves de la soberanía monetaria: "La política monetaria autónoma es una especie amortiguador de los shocks económicos. Su objetivo es reducir su impacto y suavizar el ciclo económico... cuanto más flexible sea una economía (finanzas públicas, mercado de trabajo, etc.), más fácil será hacer frente a los shocks y se necesitará menos de la política monetaria. Sin embargo, el caso de la zona euro se ha podido ver lo complicado que es absorber los shocks cuando la política monetaria se apaga y nada la reemplaza".
El tipo de cambio y la política monetaria funcionan como una especie de filtro que pueden ayudar a reducir los desequilibrios. Cuando una economía sufre una crisis dura, la divisa tiende a depreciarse ayudando a reducir los problemas económicos haciendo más atractivos los bienes y servicios producidos en ese país. Sin embargo, en una unión monetaria tan amplia y variopinta, una divisa puede ser excesivamente fuerte para unos países mientras que es demasiado débil para otros, lo que puede generar fuertes desequilibrios externos que sólo se pueden corregir a través de devaluaciones internas (reducción de salarios y beneficios distribuidos) en los países débiles, con políticas de estímulo del gasto en los más fuertes, o con una combinación de ambas.
El trilema de la convergencia
Hampl habla del 'trilema de la convergencia' asegurando que ningún país puede tener simultáneamente un alto crecimiento hacia la convergencia, un tipo de cambio fijo y bajos desequilibrios macroeconómicos, ya sean internos o externos. "En nuestro caso, ponerse al día con nuestros pares occidentales más ricos y manteniendo una baja inflación significa una tendencia a largo plazo para que nuestra moneda se aprecie. Esto no es posible con un tipo de cambio fijo permanentemente".
Por otro lado, en un continente con fuertes flujos comerciales "es difícil creer que la adopción del euro nos ayudase a profundizar las relaciones comerciales con los países de la Eurozona", explica el vicegobernador del BNC. Según este economista, la Eurozona ha fracasado a la hora lograr que sus miembros generen riqueza más deprisa y lograr su convergencia estructural, "más bien, uno podría pensar lo contrario".
República Checa y Eslovaquia
Eslovaquia, país que hace frontera con la República Checa, entró en el euro en 2009. Este país ha sido considerado el 'vecino pobre' por lo checos, sin embargo en los primeros años del nuevo milenio logró un ritmo de convergencia con la Unión Europea más rápido que el de los checos, una carrera que ha parado en seco en los últimos años.
Se puede observar en el gráfico que el crecimiento de Eslovaquia fue impresionante durante los años que mantenían su propia divisa, recortó mucha distancia a la República Checa. Sin embargo, tras la entrada en la divisa única, la fuerza de esa convergencia se ha detenido.
"Mirando a los números, hoy Eslovaquía es un 10% más pobre en términos de producción per cápita y están por encima en niveles de precios. Es un país más pobre y más caro. Todavía decenas de miles de eslovacos viajan desde su 'paraíso' del euro para trabajar y estudiar en la República Checa. Lo opuesto no se ve por ningún lado", sentencia Hampl.
Para concluir su discurso, el vicegobernador señaló que "adoptar el euro ahora sería como llegar el último a una fiesta en la que se ha acabado la bebida y la comida, mientras que los invitados buscan a alguien para que pague la cuenta... no somos los suficientemente ricos para permitirnos repetir los errores de otros", sentencia el experto.