Economía

¿Ha llegado la hora de SuperMario para salvar a Italia? El BCE tiene poder suficiente para proteger el euro

  • En 2012 creó el OMT, el programa de compra masiva de deuda
  • Muchos expertos piden una intervención a lo whatever it takes
Reuters.

El caos político en Italia ha terminado por contagiar a España, Portugal, e incluso a Francia, despertando los viejos fantasmas de la crisis de deuda soberana de 2012 que puso en duda la viabilidad del euro. Los inversores, tras ver como la deuda italiana sufría el mayor castigo en 26 años ayer, se preguntan qué puede hacer el BCE y los poderes mágicos de Mario Draghi para reconducir la situación. Los expertos aseguran que el banco tiene suficientes instrumentos para que la situación no se desmadre.

El presidente del BCE, Mario Draghi, afronta el final de su mandato, que expira en 2019, con su patria acercándose peligrosamente al abismo. La situación política, con partidos populistas acariciando el poder, se ha convertido en el mayor elemento de inestabilidad financiera para el país. Ante el aumento desaforado de la rentabilidad de la deuda transalpina y el desplome de los bancos italianos, el mercado está esperando una intervención parecida al "whatever it takes" (lo que haga falta) que salvó al euro en 2012.

Lo que está en juego es que la tercera economía de la zona euro termine arrinconada por los mercados y empujada a la quiebra. Pero lo que da más miedo es que esta situación sea gasolina para los partidos políticos que buscan la ruptura del euro.

La historia se puede repetir como pasó en Grecia, que tras varios rescates terminó en manos de la izquierda radical, que intentó romper las reglas europeas, como de distinta forma lo han llevado en sus programas M5S y la Liga. Con la diferencia que Grecia no es Italia. La economía italiana es más de diez veces mayor que la griega. Ni la capacidad de intervención del FMI, con un potencial de 500.000 millones de euros, ni con la suma de los 400.000 millones de euros del Mecanismo Europeo de Estabilidad podría sostener la deuda de Italia que supera el 130% del PIB.

Grecia provocó serios rasguños en el euro. Italia puede provocar su destrucción. Los niveles de deuda de Italia son tan elevados y su peso específico en la zona euro tan importante que no es de extrañar la jornada de pánico que se vivió ayer en el mercado de deuda. La caída de los precios de los bonos italianos fue la peor en 26 años y la prima de riesgo superó los 300 puntos básicos.

"Los costes económicos de una salida de Italia del euro serían tan elevados para todos que harían palidecer a los de la salida de Reino Unido de la Unión Europea y eso lleva a pensar que esa alternativa tiene asociada una probabilidad ínfima", indica el analista financiero Juan Ignacio Crespo, aunque, añade, a "los mercados les gusta aplicarse a sí mismos el tratamiento de shock que estamos viviendo en estos días".

Situación inaceptable

Los inversores no quieren volver a 2011 cuando la prima de riesgo de Italia subió por encima de los 600 puntos, la rentabilidad del bono alcanzó el 7%, actualmente está en el 3%, y el país estaba el siguiente en la lista para caer. "Si esto continúa otro par de sesiones, creo que tendrá que ver alguna respuesta oficial", apunta el jefe de estrategia de divisas de Saxo Bank, John Hardy, apelando al whatever it takes de Draghi.

Los expertos temen que la presión sobre la deuda italiana afecte a la liquidez del mercado y se desate otra vez una sequía de crédito entre los bancos. El sector financiero se vuelve a situar en el epicentro del problema por su exposición a la deuda pública y las entidades de nuevo pueden empezar a desconfiar unas de otras.

La situación daría vía a libre para que el BCE tuviera que remangarse y entrar en acción. "Si la situación no se calma en las próximas 36 horas, el BCE tendrá que hacer algo" comenta a Reuters Giuseppe Sersale, gestor de fondos de Anthilia Capital. "Es casi imposible imaginar que Draghi se mantenga al margen y permita una nueva crisis que ponga en duda el euro", sopesa.

Artillería del BCE

Pero, ¿qué puede hacer? La deuda italiana se ha disparado a pesar de que el BCE la está comprando como parte de su programa de alivio cuantitativo (QE) de 30.000 millones de euros al mes. De momento, estas adquisiciones no han limitado la venta masiva de deuda italiana, pero Frankfurt tiene margen para ampliar su capacidad.

Tiene un tope del 33% de tenencia del total de la deuda de un país para evitar problemas de ayudas a Estados miembros. "Actualmente posee menos del 25% de la deuda italiana, lo que le sitúa cómodamente por debajo del límite del emisor", señala Frederik Ducrozet, economista jefe de Pictet. Tendría potencial de aumentar en 150.000 millones su capacidad de deuda italiana.

Una cuantía que aliviaría la necesidad de Italia de refinanciar cerca de 200.000 millones este año. El problema es que el BCE ya ha anunciado la posibilidad de comenzar a retirar el programa de compra, que termina en diciembre, pero Draghi, en sus intervenciones, no se olvida de recordar que se puede prorrogar si fuera necesario.

Sin embargo, un aplazamiento del QE supondría un serio problema de reputación para el BCE y un enfrentamiento directo con Berlín. Su aplicación no se puede extender o modificar por los problemas de un solo país. El objetivo de las compras no es rescatar un país sino estimular la inflación en la zona euro. Los funcionarios no pueden justificar extenderlo o aumentarlo solo para un país, lo que se consideraría una financiación monetaria del gobierno. "La prórroga del QE solo sería probable en caso de una crisis prolongada que afecte a toda la zona y se materialice en el corto plazo", explica Antoine Bouvet, estratega de Mizuho International, que reconoce que el BCE evitará verse señalado como un agente político en la situación de Italia.

El margen de maniobra no termina con el QE. Desde la crisis del euro, el BCE ha utilizado inyecciones de liquidez y programas de financiación baratos para entidades financieras con el objetivo de estimular a la economía. En 2012, se creó las Outright Monetary Transactions (OMT), intervenciones diseñadas para comprar bonos hasta a tres años, pero condicionadas a que los países que la reciban estén acogidos a los programas de ayuda financiera de la Unión Europea.

Todo pasa por Frankfurt

Esta herramienta está disponible para Draghi, pero nunca ha tenido necesidad de utilizarla. En principio, tiene una capacidad ilimitada de compra y ayer Victor Constancio, vicepresidente del BCE, fue preguntado por ella en referencia a Italia.

El banquero luso saliente fue claro al expresar que Italia debería solicitar su aplicación. Las normas establecidas por el BCE para el uso de OMT son una condicionalidad estricta y efectiva adjunta a un programa europeo adecuado de Mecanismo de Estabilidad Financiera / Mecanismo de Estabilidad Europeo (EFSF / ESM). Lo que implicaría que Italia debería asumir ajustes y recortes impuestos por Bruselas para equilibrar las cuentas del país.

El OMT es un salvavidas pero cualquier Gobierno que quiera agarrarse a él deberá pagar un fuerte peaje. Esto lleva a un callejón sin salida con el M5S y la Liga y su actitud de enfrentamiento con Berlín. Francesco Papadia, el ex jefe de operaciones de mercado del BCE y que ayudó a construir el OMT, cree que el BCE tiene suficientes herramientas para salvar a Italia a declaraciones a Reuters, pero subraya que a lo mejor está "intentando salvar a un país que no quiere salvarse".

El exbanquero expone la limitación del BCE para bajarse al fango y entrar en política. Pero la crisis de Grecia dejó duras lecciones para gobiernos díscolos con Frankfurt y Bruselas. Del banco central también depende la liquidez de los bancos de la zona euro. El Banco de Italia puede financiar a las entidades directamente a través de la Asistencia de Liquidez de Emergencia (ELA, por su siglas en inglés) del BCE. De hecho, fue el grifo que se cerró en 2015 cuando el Gobierno recién aterrizado de Syriza en Grecia intentó renegociar el rescate. La historia terminó con un corralito y un referéndum de rechazo a las nuevas condiciones de Bruselas, que terminaron siendo aceptadas por Syriza desde el principio al final.

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