
En un inesperado revés, la Casa Blanca anunció ayer que seguirá adelante con su intención de imponer aranceles de un 25% a importaciones procedentes de China por valor de 50.000 millones de dólares. Esta decisión, que pilló por sorpresa tanto a los inversores como a la Administración de Xi Jinping, se produce tras la presunta relajación de las tensiones comerciales entre las dos economías y justo antes de que el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, viaje a Pekín el próximo 2 de junio.
El cambio de guión de Trump echó más leña a las ventas que registraron ayer los principales indicadores bursátiles a este lado del Atlántico. De hecho, las tensiones generadas por la situación política en Italia, así como el regreso del riesgo de un conflicto comercial entre EEUU y China, provocaron que los inversores buscasen refugio en la deuda pública estadounidense.
La rentabilidad del bono americano a 10 años llegó a tocar el martes el 2,81% después de haber sobrepasado recientemente el 3,1%, niveles no vistos desde 2011. El regreso de la incertidumbre también se dejó notar en las expectativas sobre próximas subidas de tipos por parte de la Reserva Federal.
"A partir de ahora esperamos que las relaciones comerciales sean justas y recíprocas", sentenció Donald Trump en un comunicado donde se concluyó que el 15 de junio se dará a conocer la lista de productos chinos sujetos a estos gravámenes que se aplicarán inmediatamente después. Paralelamente, el 30 de junio se anunciarán nuevas restricciones de inversión con el objetivo de frenar las adquisiciones de tecnología estadounidense por parte de compañías chinas.
Pulso arancelario
Este gravamen de 50.000 millones sobre productos chinos es tan solo una parte del pulso arancelario de Washington que asciende a un total de 150.000 millones de dólares. Dentro de esta cifra no se incluyen los aranceles del 25% y el 10%, respectivamente, al acero y el aluminio instaurados el 23 de marzo ni tampoco los aprobados a comienzos de año sobre paneles solares y lavadoras.
El Ministerio de Comercio chino reaccionó al anuncio asegurando que continuará defendiendo "sus intereses nacionales" al mismo tiempo que calificó el movimiento de la Administración Trump como "inesperado" pero "dentro de las expectativas". El viceprimer ministro chino, Liu He, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, declararon el 19 de mayo haber puesto fin a las tensiones comerciales entre ambos países tras el compromiso chino de comprar una mayor cantidad de productos estadounidenses con el objetivo de reducir su superávit comercial con EEUU de 375.000 millones de dólares. Además, Pekín rebajó días después los aranceles sobre las importaciones de vehículos extranjeros.
A cambio, Trump se comprometió a relajar las sanciones sobre el fabricante de telecomunicación chino ZTE, al que se le prohibió comprar microprocesadores estadounidenses, especialmente los de Qualcomm, por haber violado sanciones sobre sus operaciones con Irán y Corea del Norte.
Pesimismo en la UE
Por otro lado, la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, expresó ayer su pesimismo ante la posibilidad de que el presidente de EEUU vaya a perdonar finalmente a los europeos de los aranceles al acero y aluminio. En un debate celebrado en el Parlamento Europeo, la sueca indicó que incluso si al final no impone los aranceles al acero y al aluminio, esperan "algún tipo de tope a las exportaciones de la UE", informa Jorge Valero desde Bruselas.
Malmström recordó que la UE espera de Washington una exención "completa, permanente e incondicional". Advirtió que si Trump impone cuotas, como se espera en Bruselas, la Comisión preparará medidas de "reequilibrio" inmediatas como respuesta. Es decir, aranceles que sin embargo no alcanzarán el nivel de los preparados como reacción a los que Trump podría imponer, sino algo inferiores, aunque basados en la misma lista de productos. En el punto de mira de la Comisión están productos como los Levi's, las Harley Davidson o el zumo de naranja. "Nuestro curso de acción futuro dependerá de la naturaleza y de la severidad de las medidas impuestas a nuestras exportaciones por EEUU, y el daño a nuestra industria", explicó la comisaria en el pleno de la Eurocámara.