
Desde que la crisis llegó a su punto álgido tras destruir cuatro millones de empleos (el 30% del total), España ha logrado recobrar el PIB que tenía antes de la crisis pero no todos los puestos de trabajo destruidos. Según los datos del Banco de España, el empleo actual es aún un 10% inferior al previo a la crisis y, pese a que la ministra de Empleo, Fátima Báñez insiste en que son ahora de mejor calidad que antes, los datos muestran que se han centrado en sectores poco productivos, en muchos casos ligados al turismo y, además, están peor remunerados que antes de la crisis.
La evolución del empleo desde el máximo cíclico precedente de 2007 ha conducido a modificaciones profundas del peso de los distintos sectores dentro del empleo total. En concreto, la proporción de trabajadores empleados en la construcción ha descendido en más de 7 puntos (del 13,2% del total al 5,9%), y la de las manufacturas ha caído en casi 3 puntos.
Las ramas que han ganado más peso han sido las de Hoteles y restaurantes (que han pasado del 5,5% al 8,8%) y Transporte, almacenamiento y comunicación (del 6% al 8,1%). Según el Banco de España "destaca la ganancia de peso de la rama de Hostelería y restauración, a expensas de la construcción, lo cual reflejaría el hecho de que, al tratarse de actividades donde el nivel de cualificación de la mano de obra es, en general, relativamente reducido, el trasvase de trabajadores entre ellas se ve facilitado".
Más empleo, igual productividad
Pero estos cambios en la composición del empleo no se han traducido en una mejoría significativa del nivel de productividad agregada. Según el artículo, "los cambios sectoriales en la composición del empleo observados desde la crisis han contribuido positivamente al crecimiento de la productividad aparente del trabajo, pero lo han hecho en una magnitud reducida".
De hecho, los datos del INE muestran que indican que hace más de dos años y medio que la productividad no hace una aportación positiva al PIB y han tenido una contribución negativa en los ocho últimos trimestres.
Temporales y parados de larga duración
El Banco de España comparte este diagnóstico e indica que la productividad mejoró con fuerza durante la crisis para estancarse en la recuperación. En su opinión, se explica porque la "destrucción de empleo en las recesiones tiende a concentrarse entre los trabajadores con contrato temporal, cuyo nivel de productividad suele ser más reducido como consecuencia de su menor experiencia". Además, en la recuperación, la productividad de las nuevas contrataciones está viéndose reducida, al incorporarse al mercado laboral parados de larga duración, que "probablemente estaban desarrollando tareas diferentes con anterioridad".
Según la institución, en la recuperación del empleo en la actual fase expansiva ha tendido a concentrarse en varias ramas de los servicios, "en algún caso muy conectadas con la expansión de la actividad turística".Por ello, el Banco de España reclama que "ante la posibilidad de que las ramas de hostelería y construcción se aproximen a sus límites de creación de puestos de trabajo en el futuro próximo, parece necesario buscar fórmulas para expandir las oportunidades laborales de los desempleados con menor formación".
Cobran un 12% menos que antes de la crisis
Además de vinculados al turismo y poco productivos, los nuevos empleos también están peor remunerados. Así lo señala un estudio de David Fernández Kranz, publicado en la revista Cuadernos de Información Económica, de Funcas, que estima que los nuevos contratos firmados en 2015 conllevan una reducción de los ingresos en términos reales del 12% en comparación con los firmados en 2008. Según el autor, "esta menor remuneración no tiene que ver ni con la temporalidad (que también existía antes de la crisis), ni con un supuesto sesgo hacia sectores de baja productividad". En su opinión, "las menores ganancias reflejan las nuevas condiciones del mercado de trabajo, que retribuye peor que antes el mismo tipo de empleo".
La disminución de ingresos de quienes tuvieron que cambiar de trabajo entre 2008 y 2015 se debe a varios factores, aunque dos destacan por encima de los demás: la jornada, con una mayor preeminencia del tiempo parcial que antes, y, sobre todo, el precio. Según el autor, el elevado peso del factor precio "sugiere que aquellos que tuvieron que cambiar de empleo sufrieron una fuerte penalización, no tanto por las características del nuevo empleo sino por la pérdida de derechos adquiridos en su anterior ocupación y tener que enfrentarse a una menor retribución que otros asalariados en empleos similares".
En el caso de los jóvenes, su situación es peor. Según el estudio,"los salarios de los contratos de entrada firmados en 2015 acarrean una penalización de más del 14% respecto a los que se firmaban en 2008".