Economía

La subida de tipos en Europa y EEUU se aleja por una inflación debilitada

  • El mercado no espera más alzas de la Fed este año y atrasa a 2019 cualquier movimiento del BCE
  • La fortaleza del euro, que sube un 14% en el año, ejerce de obstáculo para el incremento de precios

Si hace unos meses el mercado daba por hecho que la normalización monetaria llegaría más pronto que tarde -primero, a Estados Unidos y luego, a Europa-, a comienzos de verano ya se vislumbraba un aplazamiento, después de que la Reserva Federal americana (Fed) decidiera echar el freno en su calendario de subida de tipos. Aunque el organismo ha elevado ya el precio oficial del dinero en dos ocasiones este año y había apuntado a una tercera antes de fin de 2017, los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), preocupados por los bajos datos de inflación, reconocieron en su reunión de julio que este tercer encarecimiento del precio del dinero podría retrasarse hasta comienzos de 2018. Una inseguridad que ha marcado, ahora, los pasos del Banco Central Europeo (BCE).

El presidente de BCE, Mario Draghi, dejó intacto esta semana el programa de compras de activos, conocido como QE (Quantitive Easing). Básicamente porque, aunque el crecimiento es sólido, según dijo, la inflación no termina de repuntar y está preocupado por la fortaleza del euro. Esta fue la principal razón que llevó al banquero italiano a no tomar ninguna decisión en su reunión de esta semana y a preparar el terreno para anunciar en la próxima cita de octubre un repliegue de sus estímulos a la economía. El aplazamiento reforzó la idea de que los tipos no se subirán, al menos, hasta 2019. En este contexto, productos como los depósitos, que suponen el 12,4 por ciento del ahorro financiero de las familias españolas, según los últimos datos de Inverco (esto es, 261.192 millones de euros), van a seguir ofreciendo bajas rentabilidades durante más tiempo: actualmente ofrecen, de media, un 0,09 por ciento a un año. Además de ser los más bajos de Europa, hacen perder poder adquisitivo a quien los contrate, teniendo en cuenta la inflación.

Precisamente la inflación es la clave para que Draghi pueda permitirse levantar el pie del acelerador con sus estímulos. De hecho, la entidad también actualizó esta semana su cuadro macroeconómico para la eurozona, "debido a la apreciación del euro", en palabras de Draghi. La estimación de inflación para 2018 se ha rebajado en una décima desde junio, hasta el 1,2 por ciento que se espera ahora. Para 2019, también se produjo una rebaja de una décima y ahora se espera un incremento de los precios del 1,5 por ciento interanual. Eso sí, la entidad ha mejorado sus expectativas de crecimiento para este año, desde el 1,9 por ciento hasta el 2,2 por ciento, el avance más fuerte experimentado desde 2007, aunque mantuvo intactos las de 2018 y 2019, en el 1,8 por ciento y 1,7 por ciento, respectivamente. Estas perspectivas, además, se hicieron con el euro a 1,18 dólares, según explicó el presidente del BCE.

Tal y como cuentan desde Fidelity, "Draghi tuvo que hacer equilibrios en un intento de expresar confianza en la fortaleza y la amplitud de la recuperación económica, sin mostrarse demasiado preocupado por la reciente fortaleza del euro y, al mismo tiempo, tratar de convencer a los inversores de que es conveniente mantener la política expansiva durante más tiempo".

¿Cuándo se subirán tipos?

Ahora, según las perspectivas de tipos que maneja Bloomberg por sus indicadores, la entidad no subirá tipos hasta más allá de diciembre de 2018, mientras que a comienzos de agosto las estimaciones marcaban en el calendario septiembre del año que viene -ver gráfico-. La expectativa actual también coincide con la encuesta que ha hecho la agencia hace una semana a firmas de inversión: el resultado muestra cómo los analistas tampoco esperan un alza de tipos antes de 2019. Es más, la mayor parte de los profesionales cree que será en algún momento después del último trimestre de 2018 y, además, que la primera subida no será en el precio del dinero -los tipos de referencia-, sino en los que miden la facilidad de depósito en la eurozona, es decir, el precio que cobra el Banco Central Europeo a los bancos por depositar su dinero en la entidad.

Con esta perspectiva de tipos para la región comunitaria, cabe plantearse si Mario Draghi llegará a subir los tipos de referencia en algún momento como presidente del Banco Central Europeo. No hay que olvidar que su mandato termina en septiembre de 2019 y, según las propias estimaciones del organismo, la inflación aún no habrá alcanzado por entonces el nivel objetivo, ya que este se encuentra en "el entorno del 2 por ciento" y, sin embargo, sus propias estimaciones apuntan a un avance de los precios del 1,5 por ciento durante el año 2019.

Este aplazamiento ya se vislumbraba desde principios de agosto y primero llegó en EEUU, cuando la Fed se mostró preocupada por la baja inflación registrada en los últimos meses, en un contexto de casi pleno empleo que, en teoría, debería presionar al alza el IPC. Así, el organismo presidido por Janet Yellen reconoció que hay más probabilidades de que la inflación "siga por debajo de la meta (del 2 por ciento, igual que la del BCE) por más tiempo del esperado" y adelantó que la tercera subida de tipos podría esperar hasta comienzos de 2018. De hecho, hay que remontarse hasta principios de julio para ver la expectativa de subida de tipos (la tercera) en diciembre de este año. Una previsión que se ha dilatado hasta la actual, que marca la fecha para junio de 2018.

Primero, el 'QE'

En el caso del BCE, hay varios motivos que han podido llevar al economista italiano a pedir "confianza, paciencia y persistencia" con el ritmo de la normalización monetaria. Al margen de la evidente intención de Draghi de evitar una mayor apreciación del euro, que pudiese echar por tierra todos los esfuerzos inflacionistas de los últimos años, una de ellas, y que quizá ha pasado más inadvertida por los mercados, es la cita electoral en Alemania a finales de mes. Draghi ha hecho gala de hombre prudente en muchas ocasiones y habría sido extraño que se aventurase a cambiar el rumbo de los estímulos pocos días antes de unas elecciones que son clave para la eurozona. Si bien es cierto que Angela Merkel tiene, según los sondeos que manejaba Pollytix el pasado viernes, una ventaja superior a los 14 puntos, Mario Draghi no tiene ninguna prisa y podría ser temerario aventurarse, teniendo en cuenta además las sorpresas que se han visto recientemente en elecciones y referéndums.

Además, no hay que olvidar que, si Draghi hubiese actuado esta semana, lo habría hecho usando como referencia sólo un dato de inflación desde la última reunión de la entidad, el correspondiente al mes de agosto. Sin embargo, retrasando la decisión hasta octubre, el presidente del BCE gana el tiempo suficiente para tener sobre la mesa las cifras de IPC de agosto, septiembre e incluso octubre, una base más clara para poder analizar mejor la situación de la eurozona, y la idoneidad de levantar estímulos más pronto que tarde.

José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca, advierte en este sentido que, "aunque es evidente que la subida del euro tendrá un impacto a la baja en la inflación (de ahí la revisión a la baja de las previsiones a medio plazo), no lo es tanto cómo puede impactar en la economía europea cada vez más soportada por la demanda interna. Sin duda nos hacen falta más datos a todos para calibrarlo". También el nuevo cuadro de perspectivas macroeconómicas del BCE se publicó esta semana, un detalle más que puede haber afectado a Draghi para tomar la decisión de esperar hasta octubre. De esta manera, las perspectivas del BCE están más claras para el regulador.

La deuda, aliviada

La renta fija europea ha sufrido un nuevo vuelco. Si antes de verano el mercado se planteaba la posibilidad de que la escalada en las rentabilidades de la deuda no tuviera marcha atrás, el aplazamiento de la subida de los tipos de interés le ha dado de nuevo un respiro. Tras la comparecencia de Draghi esta semana, el euro -ver apoyo- y la deuda pública europea avanzaron con fuerza, presumiblemente en previsión de que la fortaleza de la divisa termine prolongando la reducción de los estímulos cuantitativos. "Sigo creyendo que el BCE mantendrá su postura de poner fin a la expansión monetaria de forma muy gradual y que la reducción de los estímulos cuantitativos probablemente dure todo 2018", considera Anna Stupnytska, economista global de Fidelity International. No es la única. Desde HSBC ven, incluso, que a partir de enero el organismo que capitanea Mario Draghi prolongue el programa de compras de deuda y también desde Natixis, donde opinan que "podría extenderse después de esta fecha si las expectativas de inflación a largo plazo no convergen al 2 por ciento".

Con todo, el Banco Central Europeo ha dado continuidad al buen comportamiento de la deuda soberana. El jueves los inversores compraron con fuerza bonos europeos, provocando una caída abrupta de sus rentabilidades. Sin embargo, la euforia se disipó e incluso terminaron vendiendo. Aun con todo, el balance semanal es positivo. La rentabilidad del bono español a diez años se relajó el viernes al cierre de la sesión hasta el 1,54 por ciento, por debajo del 1,59 por ciento en el que arrancó la semana. Por su parte, el interés exigido por los inversores a su homólogo el Bund alemán también bajó desde el umbral del 0,37 hasta el 0,31 por ciento.

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