
Con el fin del comunismo, los sucesivos gobiernos rusos han dado algunos pasos para liberalizar la economía. Aunque no todos esos pasos han ido en la buena dirección, parece que permitir algo tan sencillo como la libre compra-venta de tierras y el derecho a la propiedad ha disparado la producción de trigo en Rusia. El país ha pasado de importar trigo de EEUU para cubrir las necesidades de consumo a ser el segundo mayor exportador del mundo, y pronto llegará a ser el número uno.
Casi 25 años después del colapso del colectivismo agrícola en Rusia, Andrey Burdin está ayudando a convertir a su país en algo que los comunistas nunca pudieron: una superpotencia exportadora de cereales.
En los últimos años, Burdin ha triplicado el tamaño de su granja que se sitúa cerca del mar Negro (por lo que ha recibido premios de las autoridades locales por su volumen de producción) y ha invertido los beneficios en tractores y pulverizadores (rociadores industriales) nuevos.
Esta temporada su cosecha será un 33% mayor de lo que era hace cinco años, contribuyendo a la eclosión de las exportaciones de cereales que ha permitido a Rusia desbancar a líderes mundiales tradicionales como EEUU o la UE.
Rusia, conocida tradicionalmente por producir petróleo y gas, se está posicionando para retomar el liderazgo en el comercio mundial de trigo que ostentaba durante la época zarista. En el proceso, está remodelando el mercado de uno de los alimentos más importantes del mundo.
"La gente ha empezado a pensar en el futuro", asegura Burdin, de 42 años de edad, con sus nuevos tractores alineados frente a la ventana de su oficina. "Antes todo el mundo vivía en el día a día".
Renacimiento de la agricultura
Burdin tiene previsto comprar un pulverizador Deere & Co por 20 millones de rublos (311.000 dólares) a tiempo para la temporada de siembra de la próxima primavera, señaló.
Desde las costas del mar Negro y el corazón de Rusia por el que pasa el río Volga, hasta las estepas siberianas azotadas por el sol, el cinturón agrícola de Rusia está viviendo un renacimiento impulsado por los cereales. Gracias a la caída del 45% del rublo frente al dólar en los últimos años y a unas cosechas excepcionales, los productores locales están acudiendo a los mercados de exportación tradicionalmente dominados por firmas occidentales importantes.
La temporada pasada Rusia superó a Estados Unidos en exportaciones de trigo por primera vez en varias décadas y se espera que desbanque del primer puesto a la Unión Europea este año, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Los inversores, desde agricultores locales a magnates multimillonarios, están inyectando dinero en el negocio.
El trigo ruso ha desplazado las exportaciones estadounidenses en Egipto, el principal consumidor mundial, y está ganando terreno en países como Nigeria, Bangladesh o Indonesia. Hace cuarenta años, la Unión Soviética tenía que recurrir a importaciones de trigo y maíz estadounidenses para cubrir la escasez de sus propias cosechas. En la última década, Rusia ha sido la principal fuente de crecimiento de las exportaciones de trigo, fundamentales para hacer frente a la creciente demanda mundial.
"Rusia estará entre los principales exportadores durante mucho tiempo, especialmente por todo el camino que le queda por recorrer a la productividad", señala Tom Basnett, director general de Market Check, consultora de materias primas con sede en Sídney. "Otros productores tienen que luchar mucho más para mantener sus mercados tradicionales".
El auge de Rusia está seduciendo a algunas de las casas comercializadoras más importantes del mundo, como Olam International, Cargill y Glencore, las cuales están invirtiendo en todo tipo de instalaciones, desde silos a terminales de exportación.
Unas tierras fértiles, el apoyo del Gobierno y la proximidad a los puertos del Mar Negro para los envíos hacen que los costes de Rusia puedan llegar a ser la mitad que los de los grandes competidores que abastecen los mercados más importantes de Oriente Medio, según investigadores de Kansas State University.
Cambios en la competencia
Muchos productores en Estados Unidos y Europa se están centrando en un trigo de calidad más alta para competir con los suministros rusos, que principalmente son de unas variedades más blandas que se venden a precios más bajos. EEUU ha reducido los cultivos de trigo y se espera el menor nivel de producción desde 1919 el próximo año, según The Scoular, proveedor de cereales de Kansas.
Debido a la capacidad de almacenamiento limitada, la mayor parte de las cosechas de Rusia se venden poco después de ser recolectadas, lo que deprime los precios aún más por la entrada masiva de género en el mercado. Moscú también ha introducido aranceles a las exportaciones e incluso una prohibición en los últimos años para mantener bajos los precios a nivel nacional, lo que ha ahuyentado a parte de los compradores internacionales.
El precio del trigo ruso para exportación desde los puertos del mar Negro ha caído hasta su nivel más bajo en seis años en julio, ahora se ha estabilizado en los 169 dólares la tonelada, según el Instituto para Estudios de Mercados Agrícolas. "Con nuestra naturaleza y clima, nuestro destino es ser exportadores", sostien Arkady Zlochevsky, presidente de la Unión de Cereales de Rusia, una asociación empresarial.
Los agricultores atribuyen el origen de este repunte a la decisión del Kremlin hace unos 10 años de permitir la libre compraventa de las tierras. Esto provocó una ola de inversiones en equipamiento nuevo y fertilizantes así como la expansión de cultivos a tierras que llevaban tiempo en barbecho. Los subsidios del Gobierno y la devaluación del rublo, junto con un clima benigno, han contribuido a las buenas cosechas de los últimos años.
La semana pasada, el ministro de Agricultura ruso, Alexander Tkachev, informó al presidente Vladimir Putin sobre la que será la mejor cosecha en 25 años y un crecimiento de alrededor del 20% para los próximos 10 años más o menos.
"Las exportaciones generan entradas de flujos de capital y divisas, con los que se enriquecen nuestros productores agrícolas", dijo Tkachev, cuya familia es propietaria de una importante grupo granjas y tierras agrícolas en el sur de Rusia.