Mishcon de Reya, una de las firmas legales más grandes de Londres, asegura que está representando a varios clientes particulares (no dice quiénes) que pretenderían demandar al Gobierno británico si se le ocurre iniciar el proceso de salida de la Unión Europea sin pedir permiso antes al Parlamento.
La clave está en el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea (el 'Tratado de Lisboa'). En él queda claro que para iniciar la desconexión, Reino Unido debe notificarlo primero. Y esa notificación no puede hacerse sin que la cámara de los Comunes vote a favor.
El problema es que, en cualquier otro Estado, el proceso constitucional está más o menos definido en la ley suprema. Pero en Reino Unido la 'constitución' es más bien una mezcla irregular de costumbre, leyes y asunciones que no deja claro casi nada.
"Todos los británicos necesitan que el Gobierno aplique el proceso constitucional correcto, y eso pasa por permitir al Parlamento que cumpla su mandato democrático, que es el de tener en cuenta los resultados del referéndum junto con otros factores, antes de tomar una decisión", explica uno de los socios de la firma legal.
Por eso precisamente este despacho de abogados se ha puesto en contacto con el equivalente británico a la abogacía del Estado, con el objetivo de obtener "garantías de que se protegerá la soberanía del Parlamento a la hora de invocar el artículo 50".
La opción del re-referéndum
Frente a esta tesitura, otra de las posibilidades sería celebrar un segundo referéndum. Esta postura alternativa descargaría al Parlamento de la difícil situación en la que se encuentra, y aunque no está exenta de riesgos, las encuestas señalan que buena parte del caos político generado tras la primera consulta ha animado a cerca de seis de cada diez votantes a votar esta vez por la permanencia en la UE.
La pasada semana el periodista e historiador Gideon Rachman señalaba en el diario Financial Times que "ya hay señales de que Gran Bretaña podría estar dirigiéndose hacia un segundo referéndum en lugar de tomar la puerta de salida".
Rachman afirmaba: "Sé como termina la película. Y esto no termina con el Reino Unido fuera de Europa... En 1992 los daneses rechazaron en una consulta el Tratado de Maastricht. Los irlandeses votaron en contra del Tratado de Niza en 2001 y el de Lisboa en 2008... ¿Y qué pasó? La Unión Europea siguió adelante. Los daneses y los irlandeses lograron algunas concesiones de sus socios europeos, se realizó un segundo referéndum y los ciudadanos aceptaron los tratados".