
La decisión de mantener tipos de la Fed frena al dólar y alivia la carga financiera de las compañías que se endeudan en esa divisa.
La falta de malas noticias en los mercados emergentes, unido a la tranquilidad que hasta ahora ha demostrado la Fed a la hora de seguir subiendo los tipos de interés en EEUU, y a la ausencia de rentabilidades atractivas en los mercados de renta fija desarrollados, han sido las tres patas en las que se han apoyado los inversores para volver a incorporar a sus carteras activos emergentes. Y no solo de renta variable sino también, sobre todo en los últimos meses, en renta fija. De hecho, según los datos de Morningstar en abril los flujos netos en fondos de renta fija emergentes superaron a los registrados en renta variable emergente.
A la vista de las cifras que arrojan este tipo de fondos, la decisión de los que a principios de año optaron por incluir bonos emergentes en sus carteras ha sido de lo más acertada, ya que de media estos productos consiguen rentabilidades del 5 por ciento en lo que va de año. Y de esa fiebre se han aprovechado también las economías emergentes que, conscientes del interés que volvieron a despertar sus bonos, aumentaron sus emisiones e incluso algunas como Argentina aprovecharon el boom para volver a emitir en el mercado, por primera vez desde 2001, con gran éxito -la demanda superó en seis veces la oferta-.
Sin embargo, cada vez son más las voces que apuntan a que el rally experimentado por este mercado puede estar cerca de acabarse, ya que algunos de los motores en los que se han apoyado hasta ahora empiezan a gripar. "La deuda emergente se ha visto favorecida este año por la menor rentabilidad a vencimiento de la deuda del Tesoro de EEUU, previsión de menor ritmo de aumento de subidas de tipos de interés de la Reserva Federal, depreciación del dólar y aumento del precio del crudo", afirmaba en una nota Eugene Choi, especialista de Pictet AM.
Hoy, la foto ha cambiado mucho con respecto a la de principios de año: la rentabilidad del Tnote sigue en niveles del 1,6 por ciento, el precio del crudo ha encontrado en los 50 dólares un tope a sus subidas, y el dólar no ha hecho otra cosa que apreciarse en el último mes -desde su mínimo del 2 de mayo repunta un 1,8 por ciento frente al euro-. Sin embargo, quedaba un as en la manga y Janet Yellen lo enseñó en la reunión de la Fed de junio al dejar sin cambios la política monetaria y sobre todo al ponerse de manifiesto que cada vez hay menos unanimidad en la Fed en cuanto a si a este año le quedan una o dos subidas de tipos de interés. "Esperamos que el ciclo de alzas en EEUU sea trivial, lo que significa que el activo de renta fija emergente podrá superarlo y seguirá ofreciendo valor", apunta Michael Ganske, responsable de renta fija emergente de Axa IM.
Esta decisión ha eliminado uno de los riesgos a los que se enfrentaba la renta fija emergente y sobre todo reduce la posibilidad de ver un rally del dólar que acabará por ser insostenible para la deuda de países emergentes, ya que agravaría el endeudamiento de aquellos que tienen su deuda en la divisa americana y elevaría el número de impagos. Ahora, con las nuevas dudas de la Fed, la posibilidad de ver un repunte sustancial del dólar disminuye y, como recuerda Gasnke, "sólo una apreciación del dólar considerable como la que se vio después del taper tamtrum de 2013 -cuando el ex presidente de la Fed Ben Bernanke empezó a hablar de normalización monetaria- supondría una amenaza".
Además, hay una segunda derivada: el impacto que el dólar tiene en las materias primas, que guardan una correlación inversa con el billete verde, por lo que una apreciación exagerada del mismo hubiera supuesto un importante freno a su rally de los últimos meses. De hecho, algunos como Rohit Gadkar, gestor de Trea Rentas Emergentes, uno de los fondos más rentables este año, considera que "más que el dólar, el gran impacto se vería con una caída de las materias primas, ya que la mayoría de estas economías son exportadoras".
Sin embargo, eso no ha impedido que algunos grandes inversores hayan empezado a recoger parte de los beneficios que han obtenido con este tipo de activos. Dos de esos inversores son Morgan Stanley, que ha recortado de neutral a infraponderar su recomendación sobre deuda emergente tanto en moneda local como en hard currency, y Rick Rieder, el responsable de renta fija de BlackRock, la mayor gestora del mundo, que ha afirmado en Reuters que "las valoraciones ya no son atractivas como lo eran antes", lo que ha llevado a su equipo a reducir, aunque no paralizar, las compras de deuda emergente.
Su gran atractivo es...
Aun así, aún son más los que ven que a la renta fija le queda mucho que aportar en una cartera de activos diversificada, sobre todo en un contexto en el que los inversores de renta fija lo máximo que pueden encontrar en mercados desarrollados son tipos al 0 por ciento o cercanos al 0 por ciento. Mientras, para aquellos que sí estén dispuestos a elevar más de un escalón en su escala de riesgo, pueden encontrar en los fondos de renta fija emergente que se venden en España cupones de en torno al 6 por ciento, según los datos de Morningstar y rentabilidades medias del 5 por ciento, lo que lleva a Eugene Choi a calificar a la renta fija emergente como "una de las pocas alternativas atractivas en comparación con otras clases de activo de renta fija y que ha mostrado una limitada correlación con ellos".
Para los que estén dispuestos a asumir esa volatilidad a cambio de mayores cupones, la recomendación general es la de reducir el impacto del riesgo divisa en las carteras y optar por la opción de inversión en hard currency -dólares o euros-, como hace el gestor de Trea. "Los mejores activos emergentes en este escenario serán la renta fija gubernamental en hard currency y los bonos emergentes corporativos a corto plazo", asegura Joshua Demasi, estratega de mercados emergentes de Loomis Sayles. Además, la selección es clave "para evitar las emisiones que puedan estar deterioradas y beneficiarse de las reformas estructurales y económicas que están experimentando algunas economías emergentes", apunta Gasnke.