
Después de que los mercados de todo el mundo vivieran uno de sus peores arranque de año de la historia y en lo que llevamos de año el Dow Jones o el S&P 500 acumulen caídas del 7% es difícil encontrar un aliciente a medio plazo. Durante la jornada del martes, y tras la vuelta de un largo puente, vimos como la actividad manufacturera de la región de Nueva York encadenó su séptimo mes consecutivo de contracción al registrar una lectura de -16,64 puntos. Un síntoma que adereza el pesimismo sobre las manufacturas estadounidenses, que en enero sumaban su cuatro meses en terreno negativo.
Al mismo tiempo, los expertos que justifican que la economía estadounidense se encabeza a una recesión inciden en que el ciclo de negocio tocó techo allá por octubre de 2014, por lo que según referencias históricas, el PIB podría registrar una contracción a partir de la segunda mitad del año. Dicho esto, entre los principales bancos estadounidenses, el crecimiento negativo de la economía estadounidense sigue estando fuera de la mesa. Así lo han descartado Goldman Sachs, J.P. Morgan, Bank of America y más recientemente Morgan Stanley, que estima que existen un 20% de probabilidades de una contracción a este lado del Atlántico.
"Vamos a seguir viendo más de lo mismo, es decir, un crecimiento débil y por debajo del potencial como llevamos experimentando desde 2009" explicaba a elEconomista Peter Knowles, estratega de Morgan Stanley. "Aún así es importante recordar que seguimos creciendo y seguiremos haciéndolo sin ver una contracción o una recesión en el horizonte", señalaba. Desde el banco consideran que los mercados en estos momentos descuentan una probabilidad del 50% de que el PIB americano sufra una contracción en los próximos meses.
Una vez más, el desenlace satisfactorio de esta situación sigue dependiendo de la habilidad del consumidor estadounidense de seguir gastando a medida que los beneficios corporativos sufren una recesión motivada principalmente por el encarecimiento del dólar. "De cara al futuro las expectativas de crecimiento en los beneficios permanecen bajas y en lo que a beneficios empresariales se refiere, Morgan Stanley espera un crecimiento de entre el 4% y un 7%", indicó Knowles.
Según explicó este estratega, Morgan Stanley considera que tras uno de los peores arranques de la historia y después de que la Reserva Federal iniciase en diciembre su primera subida de tipos en casi una década, "es difícil que veamos una nueva subida de tipos en marzo". Un hecho que ya está más que descontado por el mercado, donde el 68,3% de los operadores observa que los tipos se mantengan entre el 0,25% y el 0,50% actual hasta por lo menos el 1 de febrero, según el indicador FedWatch que elabora la Chicago Mercantile Exchange (CME).
Pese a que algunos inversores y economistas siguen atisbando síntomas de una recesión a este lado del Atlántico, en estos momentos parece poco probable que la economía estadounidense descarrile en los próximos meses. El pasado viernes, cuando el Departamento de Comercio anunció que las ventas minoristas aumentaron un 0,2%, el indicador GDP Now que elabora la Reserva Federal de Atlanta no tardó en mejorar su percepción de la marcha económica del país al estimar que el PIB del país avanza actualmente a un ritmo del 2,7%.
Una cifra que dista del 0,7% con el que despedimos los últimos tres meses de 2015 y que perfila al consumidor estadounidense como la locomotora que tirará de la mayor economía del mundo durante el próximo año. Este optimismo se justificaba tras los comentarios realizados por distintas compañías de tarjetas de crédito así como entidades bancarias, que suelen ser las mejor posicionadas a la hora de identificar cualquier síntoma de debilitamiento en el consumo. Sin embargo otros indicadores perfilan una historia menos positiva. La actividad manufacturera ha caído durante 18 meses consecutivos desde el máximo alcanzado en agosto de 2014. Al mismo tiempo el precio del crudo se ha desplomado un 70% durante el mismo periodo de tiempo, hasta llegar a tocar los 27 dólares por barril.