
El eco de los acuerdos del Hotel Plaza de Nueva York, en cuyos salones se acordó depreciar el dólar frente al marco alemán y al yen japonés en 1985, resuena en los mercados financieros. Tres décadas después de que los líderes de las finanzas mundiales pactasen debilitar al dólar, un economista se atreve a proponer una segunda ronda que permita incrementar la inflación.
Cuanto más débil es la inflación, mayor es el riesgo que soportan las economías desarrolladas de entrar en una espiral deflacionista, que entre otros efectos se manifiesta con caídas del consumo de familias y empresas (se aplazan las compras porque se tiene la certeza de que los precios caerán).
Una tasa muy lejana
La mayoría de los grandes bancos centrales se muestran impotentes para alcanzar el objetivo de inflación considerado como el óptimo para un crecimiento saludable, y que en la zona euro está situado ligeramente por debajo del 2%.
"Es hora de que los bancos centrales unan sus fuerzas" para salir de la situación actual, explica Nick Kounis, máximo responsable de estudios macroeconómicos del neerlandés ABN Amro.
Kounis añade así presión a economistas como Paul Krugman o Olivier Blanchard, que proponen por su parte que los bancos aspiren a una tasa de inflación de 4 puntos porcentuales, en lugar de 2, y que reconozcan que los programas de estímulo (bautizados como QE) están agotados.
Para Kounis, esa actuación conjunta apabullaría a los mercados, permitiría reforzar el crecimiento de precios y además garantizaría la estabilidad de los mercados de divisas, al tratarse de una actuación conjunta.
El QE no funciona
Son varios los bancos centrales que están valorando añadir nuevas rondas de estímulo ante el fracaso en su misión de reanimar la inflación. Mientras que la Fed no ha conseguido que la tasa se acerque al objetivo desde abril de 2012 (en agosto fue del 0,3%), el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra llevan sin cumplir desde 2013 y la tasa actual está en un -0,1%.
Kounis aclara que, en cuanto los emisores anuncien una acción concertada, los inversores descontarán la mayor inflación y -al rebajar la rentabilidad que le piden a los activos- permitirán a las economías despegar.
En respuesta a quienes temen que la inflación podría desbocarse, Kounis señala que "el riesgo podría mitigarse con una comunicación fuerte, pero en todo caso parece menor que las posibles consecuencias de seguir en el camino en el que estamos ahora.