Economía

Las dudas sobre la recuperación global complican la decisión de la Fed

  • La subida de tipos en EEUU, esperada para esta semana, está en el aire
Janet Yellen, presidenta de la Fed.

La Reserva Federal afronta esta semana la primera gran prueba de fuego para la fortaleza de la recuperación de Estados Unidos y su peso sobre la estabilidad global. Las especulaciones en torno a que la de septiembre sería la reunión que marcaría la primera subida de tipos desde 2006 han dado paso a un ambiente de reticencia contagiosa.

Las amenazas asociadas a la ralentización de China y el potencial efecto dominó sobre las demás economías emergentes han polarizado el maniqueísmo ante las desventajas inherentes a un movimiento de elevado valor simbólico: aunque el aumento será mínimo, su materialización significará que, siete años después de la crisis, la Fed considera que el tiempo de la normalización ha llegado.

La actual incertidumbre, en torno al veredicto que dará a conocer este jueves, encierra un notable componente irónico dada la reputación de una institución apasionada por el empleo de variables objetivas para fijar las coordenadas de su hoja de ruta. En base a ella, la decisión no debería despertar dudas puesto que, desde principios de mes, la Fed cuenta con todos los datos que, a priori, necesitaría para resolver qué hacer con unos intereses que llevan en el 0,25 por ciento desde diciembre de 2008.

El debate, por tanto, está dominado por un delicado análisis de riesgos que obliga a descifrar una difícil ecuación entre las necesidades domésticas y las repercusiones sobre el resto del planeta. Más allá del equilibrio de fuerzas entre halcones y palomas de cada encuentro, los miembros del Comité Federado de Mercado Abierto (en inglés FOMC) deberán decidir este jueves qué valor otorgan a las recomendaciones de autoridades supranacionales como el Fondo Monetario Internacional, o el Banco Mundial.

De seguir la pauta aconsejada por las organizaciones creadas, precisamente, para garantizar la estabilidad de la economía global, el statu quo se mantendrá tras la reunión de esta semana, por lo que a Janet Yellen le quedarán tan sólo dos para cumplir con el calendario, que apuntaba a este año para el primer movimiento en casi una década.

El economista jefe del Banco Mundial se convirtió la semana pasada en el portavoz del frente anti-subida al alertar de "pánico y caos" en las economías emergentes, ante el riesgo certero de una fuga de capital, además de los consabidos efectos sobre el cambio de divisas, que se dejarían notar también en el crecimiento norteamericano, como consecuencia del fortalecimiento del dólar. No en vano, cuando las apuestas apuntaban a septiembre como la cumbre de la que estar pendientes, pocos esperaban que China presentaría los mayores interrogantes desde que el país asiático arrancó la reforma económica en 1979. La retirada de capital a la que se enfrenta Pekín podría batir récords mundiales.

Redoblar esfuerzos

Además, la situación tampoco mejora para otros socios de referencia de Estados Unidos: la Eurozona y Japón tendrán que redoblar sus esfuerzos en los próximos meses para salir el estancamiento que padecen y en casa, tanto hogares como sector corporativo y mercados semejan haber entrado en una fase de ralentización del crecimiento de la productividad que amenaza con dejarse notar en el PIB. Como consecuencia, el consenso de los últimos días es cada vez mayor en torno al peligro de una subida, tanto para la evolución doméstica, como para la de la economía planetaria.

Para empezar, los precedentes indican que el endurecimiento de la política monetaria afecta al empleo, puesto que, cuando los intereses son más elevados, la lógica recomienda reservar capital, en lugar de invertirlo. Los datos más recientes del mercado laboral indican un contexto inédito desde abril de 2008, con una tasa en el 5,1% que prácticamente confirma el nivel que la propia Fed considera de pleno empleo y que difícilmente querrá arriesgar.

Por si fuera poco, elevar los intereses implica aumentar el valor del dólar, una contingencia con consecuencias dentro y fuera de las fronteras de Estados Unidos. Por una parte, amenaza con afectar a la balanza comercial, puesto que las exportaciones se verán irremediablemente afectadas y, por otra, generará un inquietante impacto sobre las plazas emergentes, que en los últimos años se han aficionado a estipular deuda en dólares.

Según el Banco de Establecimientos Internacionales (en inglés BIS), en el pasado lustro, el aumento ha sido de un 81%, hasta los 3,3 billones de dólares, lo que hará el saldo notablemente más costoso en las divisas locales, un factor que unido a la actual vulnerabilidad de estos mercados podría complicar todavía más su recuperación. A la vez, la inflación, una de las grandes áreas bajo la supervisión de la Fed, ha evitado los efectos temidos a raíz de una estrategia de tipos próximos a cero. El Índice de Precios de Consumo continúa por debajo del objetivo del 2%.

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