La Guerra de divisas ha vuelto, si bien esta vez el objetivo es 'robar' inflación, no crecimiento. En 2010, el ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, popularizó el término "guerra de divisas" para describir las políticas de la banca central global para mejorar la competitividad de sus economías a través de la debilidad de sus monedas. Ahora, muchos ven esto como una forma de evitar la deflación. El miedo sube a máximos: el 53% de los gestores de renta fija ven un elevado riesgo de deflación en Europa.
La debilidad del crecimiento de los precios está paralizando a las economías de todo el mundo, desde la Eurozona a Japón pasando por Israel. 8 de las 10 monedas con las mayores previsiones de caída en 2015 pertenecen a países que o bien están actualmente en deflación o están tomando medidas para debilitar su tipo de cambio, según los datos recopilados por Bloomberg.
"Esta política de empobrecer a tu vecino no va de reequilibrio ni de crecimiento", explica David Bloom, jefe global de estrategia de divisas de HSBC. "Esto va de deflación, de exportar tus problemas deflacionarios a otro". Bloom habla en estos términos porque cuando alguien debilita su moneda, otro ve como se fortalece, haciendo que sus bienes sean más baratos.
Causa y consecuencia de los problemas globales
La deflación es tanto una consecuencia como una causa de los problemas globales que están llevando a la Eurozona al borde de la recesión y reduciendo la demanda de productos exportados por países como China y Nueva Zelanda.
Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón, dijo el mes pasado que estaba a favor de un tipo de cambio más bajo para ayudar a conseguir si objetivo de inflación y que podría ampliar el estímulo sin precedentes para conseguirlo. En la misma línea, el presidente del BCE, Mario Draghi, ha reconocido la necesidad de un euro más débil para evitar la deflación y hacer las exportaciones más competitivas, aunque ha negado que sea un objetivo específico.
Las presiones desinflacionistas de la Eurozona están comenzando a contagiarse a sus vecinos y a sus mayores socios comerciales. Las monedas de Suiza, Hungría, Dinamarca, Suecia y República Checa caerán entre un 4 y un 6% para el cierre del año que viene, según las estimaciones de Bloomberg.
La deflación se extiende por Europa
"La deflación se está extendiendo por Europa Central y por Europa del Este", asegura Simon Quijano-Evans, jefe de investigación de mercados emergentes de Commerzbank.
Tipos de cambio más débiles ayudarán a afrontar el problema. De momento, Hungría y Suiza ya están en deflación, mientras que el banco central de Suecia culpó directamente al BCE de la caída de precios del país, por lo que alertó de que serán necesarias más medidas. Europa es la nueva China: el euro podría caer otro 25%.
En Dinamarca y República Checa, sus anclajes con el euro, oficiales o no, han tenido similar efecto limitando las ganancias frente al euro. Nueva Zelanda o Israel también han tomado medidas para debilitar su moneda y responder a la guerra global de divisas.
"La deflación es una parte tan importante de la historia que luchar contra ella, con cualesquiera que sean las medidas, es clave", concluye Simon Derrick, estratega jefe de divisas de Bank of New York Mellon. "Si eso implica que la moneda caiga, que así sea. Tienes que vivir con ello".