Economía

Las pequeñas empresas de EEUU se enfrentan a una factura de 202.000 millones por los aranceles de Trump

  • Goldman Sachs cree que los aranceles se trasladarán a los precios este otoño
  • El caos y la incertidumbre está dañando la inversión
Foto: iStock

Con la entrada en vigor de los aranceles de EEUU a casi todo el mundo, ya hay unos claros perdedores: las pequeñas empresas estadounidenses, responsables de más de la mitad de la creación de empleo en el país en los últimos años. Por mucho que Donald Trump quiera que los exportadores sean los que paguen las tasas, la realidad es que los importadores son los que tienen que pagar a la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza. Y las pequeñas empresas, las que menos poder negociador tienen frente a proveedores y exportadores, son las que están teniendo que 'pagar el pato': sus costes alcanzan los 202.000 millones de dólares, un mazazo que pone en peligro la supervivencia de muchas de ellas.

El mayor ejemplo han sido las grandes automovilísticas, que la semana pasada ya declararon miles de millones de dólares en costes por los aranceles, que han decidido absorber en gran parte. Pero el problema es aún mayor para el batallón de pequeñas empresas, mucho más numerosas y más importantes para la economía en su conjunto. Por lo menos, las que deben importar productos del extranjero por falta de alternativas locales, una situación mucho más común de lo que parece en un mundo de cadenas de suministro locales: desde restaurantes que usan aceite de oliva o venden vinos europeos, hasta tiendas de puzles que solo encuentran proveedores en China.

Los aranceles tienen, además, un doble impacto: las empresas tienen que hacer frente a una serie de trámites burocráticos adicionales, y tienen que aumentar las fianzas aduaneras que pagan a las aseguradoras para garantizar que el gobierno reciba sus ingresos arancelarios, otros impuestos y posibles sanciones.

Las grandes empresas suelen contar con una maquinaria administrativa interna capaz de gestionar estos cambios, pero el cumplimiento del nuevo régimen arancelario es "donde las empresas más pequeñas tienen realmente dificultades", afirmó Erin Williamson, vicepresidenta de corretaje de aduanas en EEUU de Geodis, una empresa líder mundial en logística. "Puede que no cuenten con ese grupo interno de cumplimiento ni con la infraestructura para sentarse y analizar el impacto de los aranceles y buscar soluciones", declaró Williamson en una entrevista el viernes.

La Cámara de Comercio de EEUU estimó este mes que el país cuenta con alrededor de 236.000 pequeñas empresas importadoras, considerando como 'pequeñas' aquellas con menos de 500 empleados. Los bienes que compraron del extranjero tuvieron un valor de más de 868.000 millones de dólares en 2023. Sus cálculos apuntan a que los aranceles aumentarán los costes de estas compañías en una media de 856.000 dólares por empresa al año.

El lento golpe al IPC

Aunque los datos del IPC publicados hoy aún no reflejan un impacto muy significativo de los aranceles sobre los precios, el rebote en el precio de los bienes, que está volviendo a subir después de estar en negativo hasta mayo, sí que apunta a que los efectos están empezando a sentirse lentamente. Y el goteo puede acelerarse en la segunda mitad del año, según los análisis de Goldman Sachs.

Hasta junio, las empresas estadounidenses absorbieron más de la mitad del coste de los aranceles de Trump, los exportadores extranjeros asumieron un 14% de los impuestos y los consumidores estadounidenses sufrieron alzas de precio por valor del 22% de las tasas, según los cálculos de Goldman Sachs. En los próximos meses, la carga se trasladará de los importadores a los consumidores, que tendrán que pagar un 67% del coste de los aranceles. Los exportadores, el grupo al que Trump quería colgar las subidas de precio, mantendrán su cuota sobre el 15%, y como mucho la subirán a cerca de un 20%.

Y la situación empeorará según se agoten todos los inventarios que las empresas llenaron en masa en marzo y abril, para adelantarse a los aranceles. Seema Shah, estratega jefe global de Principal Asset Management, señala cómo "la preocupación de la Fed es que, a medida que los inventarios se vayan vaciando, el impulso inflacionista de los aranceles sea más fuerte en los próximos meses, lo cual implica la posibilidad de que las presiones inflacionistas crezcan justo cuando la Fed empiece a bajar los tipos", advierte.

La Federación Nacional de Minoristas lleva semanas recogiendo en su web una serie de historias sobre empresarios que temen no poder resistir el plan de Trump de reconfigurar el sistema comercial global mediante barreras arancelarias. "Las pequeñas empresas, en particular, están al límite de su capacidad de mantenerse a flote", declaró Jonathan Gold, vicepresidente de Cadena de Suministro y Política Aduanera de la federación.

El daño de la incertidumbre

El lunes, Trump reiteró que los aranceles benefician a la economía. "¡Los aranceles están fortaleciendo y enriqueciendo a nuestro país!", publicó en Truth Social. Y en un documento enviado a los jueces que estudian si declarar ilegales los aranceles, el Gobierno aseguró que "sin ellos, el presidente cree que el país sufriría un crac como el de 1929".

El portavoz de la Casa Blanca, Kush Desai, afirmó que las pequeñas y grandes empresas estadounidenses "han sido injustamente excluidas de los mercados extranjeros durante décadas debido a acuerdos de 'libre' comercio unilaterales que dejaron atrás a las industrias y los trabajadores estadounidenses". Trump ha utilizado los aranceles y la influencia económica, afirmó Desai, "para reescribir las reglas del comercio global y garantizar un acceso más justo a las exportaciones industriales y agrícolas estadounidenses a países que, en total, tienen una economía de 32 billones de dólares y 1.200 millones de habitantes".

El problema es que las exportaciones de EEUU ya tenían un amplísimo acceso a la mayor parte del mundo con escasas barreras, así que las minúsculas ganancias por ese sentido no compensan en absoluto el mazazo arancelario al que tienen que hacer frente. Pero no solo eso: para las empresas estadounidenses no solo importan los aranceles más altos que pagan, sino también el caos y la incertidumbre provocada por los constantes cambios de opinión de Trump, que están paralizando los planes a medio plazo y las grandes inversiones. ¿Cómo va una empresa a invertir si no sabe si su producción será rentable o no?

Incluso las empresas multinacionales con enormes equipos legales tienen dificultades para saber qué tasa arancelaria tendrán que pagar por cada producto, según de qué país venga y en qué momento llegue, dada la compleja red de medidas vigentes, así como la continua incertidumbre sobre cómo se aplicarán las regulaciones, advierte John Denton, secretario general de la Cámara de Comercio Internacional de EEUU.

Y esa falta de claridad en la implementación de los aranceles de Trump ya ha sembrado confusión en un mercado tan grande como el del oro: la decisión de Aduanas de imponer aranceles a algunas importaciones de oro -anunciada en privado en una carta a una refinería suiza el 31 de julio y hecha pública el viernes- disparó el precio de los lingotes a máximos históricos. Y a continuación, los precios se desplomaron con la misma rapidez después de que Trump dijera en un tuit que emitiría una orden ejecutiva para eximir de esos aranceles a las importaciones de oro.

"Antes de Trump, teníamos una política comercial bastante simple: la mayoría de los países tenían el estatus de nación más favorecida, por lo que prácticamente todos tenían el mismo arancel, y la función de Aduanas era bastante sencilla", explicaba el viernes el premio Nobel de Economía Paul Krugman, en una entrevista con Bloomberg. "Lo que estamos viendo es un síntoma de una política comercial demasiado compleja para la burocracia que tenemos que gestionar".

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