
Donald Trump presume de ser un hábil negociador, sin embargo, unos insospechados habitantes de una remotas islas han conseguido librarse de los aranceles de Estados Unidos en una clara muestra de una audaz 'estrategia comercial'. Hablamos de los pingüinos del archipiélago de Heard y McDonald, los únicos 'vecinos' conocidos del lugar, que en abril recibieron unas tasas aduaneras del 10%. El nuevo decreto firmado por Trump elimina dicho impuesto sobre las 'exportaciones' de las islas y no menciona ningún nuevo arancel sobre el archipiélago. Los pingüinos ahora podrán 'comerciar' con libertad con la primera potencia del planeta.
Aranceles a tierras inhóspitas
El archipiélago de Heard y McDonald es un par de islas deshabitadas ubicadas en medio del océano Índico que pertenecen a Australia. Las islas han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad debido a la conservación de su reserva natural, prácticamente inalterada por el ser humano, y donde destaca su próspera comunidad de pingüinos. La isla principal, Heard, está cubierta de glaciares y posee el único volcán activo de Australia: el pico Mawson.
El "día de la liberación" del 2 de abril (Trump ha utilizado ese sobrenombre varias veces en el último año), EEUU decretó aranceles específicos del 10% a las islas Heard y McDonald. El propio ministro de Comercio de Australia, Don Farrell, ironizó con la noticia: "Pobres pingüinos, no sé qué le hicieron a Trump. Pero, para ser honestos, creo que es un indicio de que este fue un proceso apresurado".
Política errática
Más allá de la anécdota y la nota humorística, la imposición de aranceles a islas deshabitadas demuestra la improvisación de la Casa Blanca a la hora de establecer sus tasas aduaneras. Como el propio Farrell indicaba, las prisas pudieron estar detrás. Un análisis de The Guardian indica que los aranceles podrían venir de anotaciones erróneas de importaciones del territorio.
Un análisis posterior demostró que la fórmula arancelaria utilizada contra los territorios de todo el planeta, incluido el hogar de los pingüinos, no se fijaba en ningún criterio económico de los que prometió Trump: solo tenía en cuenta si Estados Unidos tenía déficit o no con dicho país.
Los siguientes episodios, como la escalada y desescalada comercial con China, que llevó los impuestos por encima del 100%, o las negociaciones firmadas estas semanas in extremis tras sucesivas prórrogas son prueba de una política comercial que puede cambiar en cualquier momento. No obstante, parece que la habilidad negociadora de los pingüinos ha conseguido una victoria comercial frente a EEUU y las aves se han asegurado un comercio en paz con Trump.
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