Economía

La brecha de los cuidados: el freno a la economía de perpetuar la idea de que son tareas de mujeres

  • Nueve de cada 10 personas no profesionales a cargo de dependientes son mujeres
  • El 84% de las excedencias para poder conciliar las solicitan las mujeres
  • Las nuevas generaciones están reviviendo los roles domésticos tradicionales
Familia paseando. Foto: iStock

Los datos del mercado laboral confirman una y otra vez que la brecha de género en el empleo es consecuencia directa de la desigualdad en las labores del hogar y de los cuidados. Tareas históricamente asumidas por las mujeres cuyo nivel de arraigo es tal que está costando borrarlas incluso de la concepción de las generaciones más jóvenes, que aún piensan que de tener que asumirlas alguien, lo más lógico es que lo hagan ellas. El problema, lejos de ser exclusivamente sociológico, tiene un impacto notable en la economía, no sólo de las trabajadoras, que cuentan con peores jornadas y menores salarios, sino del país, por el valor agregado bruto que deja de ingresar.

El coste económico de la desigualdad en la corresponsabilidad en el hogar superó en 2023 los 95.581 millones de euros, el 6,4% del PIB nacional. El dato se extrae del cálculo del coste de sustitución, que es el que estima el valor del trabajo no remunerado en función del coste que supondría contratar a terceros para cubrir las tareas del hogar y, especialmente, de cuidados de dependientes, donde se explica el 65% de la brecha de género.

El último informe de ClosinGap y Repsol sobre el coste de oportunidad de la brecha de género en la conciliación confirma que si bien existen avances en la equidad de la distribución de las tareas del hogar -ellas dedican 48 minutos más al día que ellos-, en los cuidados de familiares dependientes, las mujeres siguen dedicando 2,4 horas diarias más que los hombres, con pocos cambios con respecto a principios de siglo ante el arraigo -incluso en generaciones más jóvenes- de la idea de que cuidar de padres o hijos es cosa de mujeres.

Uno de los datos más relevantes el informe indica que nueve de cada diez personas cuidadoras no profesionales son mujeres, con mayoría entre las edades e 40 y 59 años, en plena consolidación profesional. Este dato está directamente conectado con dos realidades: el aumento de la necesidad de cuidados que supuso la pandemia y el envejecimiento demográfico cada vez más acusado en España.

Uno de los impactos de esta desigualdad en el mercado laboral se advierte en el análisis del trabajo parcial. El informe recuerda que las mujeres triplican a los hombres en los contratos a tiempo parcial por "las barreras estructurales que dificultan el acceso de las mujeres a empleos a jornada completa, cuando, en muchos casos, no responde a una elección voluntaria", señalan los autores.

Estos datos complementan a los publicados en la Encuesta de Población Activa del INE, que indica que el 45% de las mujeres con contratos parciales no encuentran oportunidades a tiempo completo y el 25% que elige esta jornada lo hace para poder compaginar el empleo con el cuidado de personas dependientes, frente al 9% de los hombres que acuden a la misma vía. También la EPA refleja que esta desigualdad de género es más pronunciada en las microempresas, en las que por cada hombre que trabaja a tiempo parcial por motivos de cuidados hay casi 14 mujeres en la misma situación, muy por encima de las 7,4 que marca la media.

Otra cara de la desigualdad se deja ver en las reducciones de jornada para conciliar, que suponen un coste de oportunidad de entre el 0,3% y el 1,4% del PIB por la infrautilización del talento disponible. En cifras, en 2024 eran 526.800 las mujeres con una jornada media de 20 horas semanales. Teniendo en cuenta que los datos de Contabilidad Nacional indican que cada hora de trabajo genera un valor añadido de 41 euros, si trabajaran 40 horas semanales la economía nacional contaría con 21.500 millones (un 1,4% del PIB) de valor agregado bruto. Poder hacerlo implicaría contratar a alguien que cubriera las tareas domésticas y de cuidados que dejarían de hacer, lo que, a un coste mínimo de 12,3 euros la hora, generaría un valor añadido por estos servicios de 6.800 millones por cada hora que esas mujeres ampliaran su horario.

En los casos más extremos, la baja corresponsabilidad se traduce en la inactividad laboral (n 2024, el 30% mujeres inactivas se dedicaba a labores del hogar frente al 6% de hombres) y arroja que la inmensa mayoría (84%) de las excedencias por conciliación para asumir las labores de cuidados en el hogar las solicitan las mujeres.

Además del coste económico que esto supone, esta desigualdad nutre el peor desarrollo profesional de las mujeres -condenadas a las jornadas parciales o reducciones de horario, por ejemplo- y contribuye a la denominada 'pobreza de tiempo', la falta de horas de calidad para uno mismo.

La Generación Z no reconoce tanta brecha

Este informe hace un seguimiento del realizado con el mismo objetivo en 2019 para ver la evolución de la brecha de género en la conciliación, pandemia de por medio y con varios cambios normativos que afectan directamente a este ámbito. Uno de ellos, el real decreto ley de igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación de 2019 que trajo consigo la obligatoriedad de los planes de igualdad en las empresas o la igualdad salarial -pudieron adaptarse hasta junio de 2022-. Ese mismo año se aprobó el convenio especial de la Seguridad Social para personas cuidadoras no profesionales por el que el Estado asume las cotizaciones de quienes hayan tenido que reducir su jornada o dejar de trabajar (el 90%, mujeres) para asegurar el acceso a la jubilación o a otras pensiones por incapacidad permanente. En 2021, después del periodo de pandemia, llegó la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad, que desde el 1 de enero de ese año igualó a 16 semanas intransferibles y remuneradas al 100% para ambos progenitores. Y ese mismo año, y tras la experiencia del covid, se aprobó también la ley del teletrabajo para facilitar la conciliación.

¿Han tenido efecto estas medidas para fomentar la corresponsabilidad y reducir las brechas en el uso del tiempo y la participación en el mercado laboral entre hombres y mujeres? Sí y no. Por ejemplo, respecto al permiso de paternidad, los padres aún cogen el 75% del mismo (unas 12 de las 16 semanas totales) coincidiendo con la madre en vez de consumir las seis semanas obligatorias, volver al trabajo, y relevar a la madre con las semanas restantes cuando a esta se le acabe el permiso, según un estudio de EsadeEcPol sobre el uso de este permiso. O en el caso del teletrabajo, en algunas ocasiones esta ventaja inicial puede traducirse en un efecto nocivo al cargar adicional de tareas a las mujeres que trabajan desde casa (al estar presentes, se les reclaman más cuidados al seguir siendo las principales responsables domésticas).

Borrar el arraigo de la concepción antigua de que son tareas propias de las mujeres también costará tiempo a tenor del informe: los hombres de la Generación Z son los que menos reconocen las desigualdades de género en materia de conciliación. La comparativa entre generaciones que aborda el informe para conocer, según el género, cómo se percibe la brecha de género en función del año de nacimiento indica que entre las mujeres las diferencias generacionales son mucho menos acusadas y en todas las generaciones, más de dos tercios de las mujeres considera que las desigualdades de género siguen siendo muy o bastante grandes (las que menos lo aprecian así, son las más jóvenes).

Los resultados entre los hombres muestran otra realidad: mientras el 12% de los Boomers y el 20% de los Millennials consideran que las desigualdades son casi inexistentes, para el 28% entre la Generación Z estas desigualdades de género son grandes. También es mayor entre los más jóvenes el porcentaje que piensa que las desigualdades para conciliar son pequeñas: del 33% entre hombres Boomers y Millennials, al 38% de los Z así lo consideran. Salvo entre los hombres de la Generación Z, más de un 50% de las personas encuestadas en todos los grupos -tanto hombres como mujeres- considera que las mujeres enfrentan una situación peor a la hora de compaginar vida laboral y familiar.

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