Economía

La lección tras el 'acuerdo fácil' de Trump: no era una amenaza, se confirma una nueva era de aranceles

  • Los analistas creen que el acuerdo deja a las claras que no hay marcha atrás con los gravámenes
  • El impacto económico de la 'nueva era' será de un 1% anual para el PIB

Uno de los mayores golpes que ha traído los aranceles es la nube de incertidumbre que le acompaña. Los grandes gravámenes del día de la liberación podrían ser el escenario base, o quedarse en una mera arma negociadora de Trump. Sin embargo, el republicano ya ha llegado a un primer acuerdo comercial que empieza a dispersar esa niebla de guerra comercial y los expertos ya vislumbran, en base a este, cuál puede ser el resultado final. La respuesta no es buena: si bien en caso de llegar a acuerdos se podrían evitar los aranceles tan gigantescos anunciados en un primer momento, el pacto con Londres refleja que lo más probable es que la situación no se arregle con compras de productos estadounidenses, sino que las tasas para obstaculizar el comercio han llegado para quedarse.

Según ha anunciado el propio EEUU, el 10% de los aranceles a los automóviles seguirán en vigor frente al 25% actual. Eso sí, esto solo aplicará a los primeros 100.000 automóviles que embarquen de Reino Unido hacia el mercado norteamericano. Cabe destacar que no hubo muchas más exportaciones de coches el año pasado de ese límite por lo que, en la práctica, sí supone rebajar de facto al 10% los gravámenes. Los aranceles sobre el acero y el aluminio bajarán del 25% al 10%, aunque igualmente habrá un límite antes de que vuelva a operar el gravámen previo. Fuera de estos productos, el arancel general del 10% se mantiene sin ninguna clase de cambio.

Desde Capital Economics indican que esto supone, de facto, un nuevo orden en el comercio entre ambas partes. Según la firma, el arancel efectivo solo se reduce dos puntos con el acuerdo hasta el 11%, cuando antes del ascenso de Trump al poder era 1%. Este porcentaje podría escalar rápidamente al 14% si el republicano, tal y como ha defendido reiteradamente, anunció un 25% de aranceles a los productos farmacéuticos.

Si este es 'el techo'...

Este acuerdo, que el propio documento describe como un 'pacto de caballeros' sin ningún valor legal, ha hecho desatar las alertas. Primero, porque esto no es un acuerdo comercial al uso: no está ratificado por el Congreso y no es un tratado oficial entre países, sino un mero 'apretón de manos' personal de Trump, por lo que el magnate podría desdecirse y cambiar los términos o romperlo en cualquier momento.

Pero lo más grave es que Reino Unido debía, en principio, ser el país que más fácil tuviera firmar un acuerdo comercial con EEUU. Ambos países tienen una balanza comercial de bienes equilibrada, que es precisamente el objetivo que obsesiona a Trump. Además, ambos son socios clave desde hace un siglo y el presidente elogió constantemente el "respeto" de "nuestro principal aliado". Y, pese a eso, el acuerdo ofrece unos términos bastante malos, manteniendo casi todos los aranceles impuestos en abril. Si ese es 'el techo', lo máximo que cualquier país puede aspirar a conseguir, entonces los acuerdos que sigan pueden ser terroríficos.

Según Volkmar Baur, analista de Commerzbank, el acuerdo deja a las claras una conclusión por encima de todas. "Ese arancel del 10% representa el suelo que quiere imponer Estados Unidos. Ha quedado claro que ningún otro país que negocie con EEUU puede aspirar a una retirada masiva de los mismos". En ese sentido, el experto alemán señala que si hasta este año el arancel efectivo frente al mundo de EEUU era del 2,4% ahora esperan que el 10% sea el escenario más positivo.

"Hace que nuestra hipótesis sea que ese 10% prevalecerá y se mantendrá vigente para todos los países"

Esto, para Baur, supone una ruptura completa con la primera etapa de Trump y muestra que el comercio se enfrenta a un cambio mucho más sensible. "Durante su primer mandato el arancel efectivo solo aumentó del 1,5% al 3%". Ahora la diferencia es mucho mayor, algo que "supone un revés para el orden internacional liberal que el propio EEUU ayudó a establecer".

Esto tendrá un impacto relevante en la economía global. Así lo indica el último informe de JP Morgan en el que estiman que un arancel del 10% al mundo por parte de EEUU restará un 1% de crecimiento a todo el planeta. Esto teniendo en cuenta que se mantenga el conflicto con China, algo que prácticamente todos dan por hecho. Incluso el mismo Trump, en un modo conciliador, hablaba de un 80% de gravámenes a Pekín como un recorte desde la cifra actual, pese a que sería aún una cifra exorbitante.

El propio JP Morgan contempla en su escrito esa desescalada. Según el banco norteamericano, en caso de un arancel universal del 10% y del 60% a China el golpe en el PIB mundial será del 0,7% de forma directa y del 1% de forma indirecta. "El impacto de la guerra comercial se centrará en Estados Unidos, donde se libra contra todas las economías. Sin embargo, el resto del mundo no será inmune a los daños», afirmó Joseph Lupton, economista global".

Desde ING coinciden en que "el acuerdo comercial implica que no habrá una reducción arancelaria más amplia". Según James Smith, analista de la firma neerlandesa, "cabe recordar que el acuerdo con Reino Unido era relativamente fácil de alcanzar dado que EEUU tiene un superávit comercial con este mercado". Sin embargo, incluso con el país con quien probablemente era más fácil retirar los gravámenes "ni siquiera ha podido negociar la eliminación del arancel base del 10%". Esto "hace que nuestra hipótesis sea que ese 10% prevalecerá y se mantendrá vigente para todos los países durante todo el mandato de Trump". En ese sentido se remiten a los comentarios de Trump en el despacho Oval tras el acuerdo donde definió ese porcentaje como "una cifra baja", algo que para ING "refuerza esa idea de que se mantendrá".

El amor de Trump por los aranceles

La explicación más simple es algo que los analistas, los economistas y los mercados están teniendo problemas para aceptar: Trump no considera que los aranceles sean un 'mal menor' que usar como arma negociadora o para proteger algunos sectores concretos, sino que cree que los aranceles son buenos de por sí y, por lo tanto, no hay ningún motivo para retirarlos nunca. Los aranceles, para el magnate, no son un medio de transporte al que subirse durante un tiempo hasta alcanzar mejores condiciones comerciales, sino que son el destino final.

La explicación la repitió de nuevo durante la presentación del pacto. Cuando los medios le preguntaron si no le preocupaba que los ciudadanos y las empresas de EEUU acaben teniendo que pagar miles de millones de dólares por los aranceles, Trump respondió diciendo que eso no ocurriría, porque "los aranceles los pagan las empresas exportadoras o los gobiernos extranjeros". Una afirmación que no tiene nada que ver con la realidad, en la que los pagadores son las empresas importadoras en EEUU o los ciudadanos que compran el producto final, pero que Trump lleva décadas repitiendo constantemente. En su cabeza, los aranceles son un impuesto que EEUU cobra a los países extranjeros, una especie de 'tributo' que todas las demás naciones tienen que pagar a Washington por el privilegio de comerciar con ellos. "EEUU es un centro comercial de lujo, yo soy el director, y todo el que quiera comprar en este centro comercial tendrá que pagar una comisión", repitió el miércoles.

Partiendo de esa base, Trump quiere mantener aranceles a todos los países como "fuente de ingresos". Si, para él, los aranceles implican que el resto de países le manden su dinero a Washington, ¿por qué quitarlos? Su ilusión, como ha dicho múltiples veces, es financiar el presupuesto de EEUU con "dinero de otros países" y poder eliminar el impuesto sobre la Renta. Que el resto del mundo sea el que cubra los gastos públicos del país más poderoso. Una concepción cuasi feudal del mundo y que no tiene nada que ver con el funcionamiento real de estos impuestos, pero que marcará todas sus negociaciones comerciales.

Esta situación hace que para la UE, la batalla pueda ser mucho más complicada. De entrada, esta organización se basa en reglas, por lo que la idea de un "acuerdo extralegal no vinculante" es algo que causa pavor y confusión en Bruselas. La Comisión Europea anunció el jueves que ya prepara un litigio ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). De hecho Ursula von der Leyen ha dicho que trabaja ya con la idea de que la medida se mantendrá contra el Viejo Continente y que busca formas de paliar el daño. "Aunque tratamos de llegar a buenos resultados en la mesa de negociación, incluso a través de la presión y medidas de represalia, algunos aranceles pueden persistir en el tiempo".

Esto ha venido de la mano de una represalia desde Bruselas con la propuesta de más de 100.000 millones de euros a varias importaciones de EEUU en las que destacan los aviones, automóviles, dispositivos médicos, químicos, productos agrícolas… etc. Respecto a un eventual acuerdo entre ambas partes Trump se ha pronunciado alegando que "definitivamente la Unión Europea es algo importante. Quiere llegar a un acuerdo como sea. Ya saben, todos quieren llegar a un acuerdo. Todos quieren llegar a un acuerdo con Estados Unidos. Y lo estamos logrando. Vamos a alcanzar acuerdos justos".

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