Economía

Las inquietantes semejanzas con 1930 que amenazan a la economía global: el eco del desastre resuena con fuerza

  • Mitchener: "La ley de 1930 desencadenó la madre de todas las guerras comerciales"
  • El mundo ha dado comienzo hoy a un rearme que también recuerda al de entonces
  • Cada bloque empieza a mirar solo por su propio interés y paralizan la cooperación

Todo empezó con una gran crisis. En 1929 fue el colapso bursátil de Wall Street; en 2020, una pandemia que paralizó el planeta. Dos momentos distintos separados por casi un siglo, pero unidos por algunas de sus consecuencias: miedo, ruptura de certidumbres, repliegue nacional y una sacudida violenta al orden global. Entonces, como ahora, el mundo no solo se quebró económicamente, sino que comenzó a descomponerse políticamente. Hoy, los fantasmas de los años treinta han regresado, disfrazados de aranceles, rearme y desconfianza en la cooperación internacional. El mundo es hoy diferente y las sociedades tienen mucho más que perder si dejan de cooperar, pero la llegada al poder de líderes casi impredecibles (y "con egos descomunales") impiden que se puede descartar por completo el peor escenario para la economía mundial.

La historia no se repite, pero a menudo rima, asegura Tamas Varga, un veterano analista y experto en todo lo que tiene que ver con mercados y economía. En los años treinta, la reacción instintiva de muchas naciones fue levantar barreras y culpar al extranjero. En 1930, la ley arancelaria Smoot-Hawley impuso tasas del 20% sobre miles de productos importados a Estados Unidos. Fue, según los historiadores, gasolina sobre el fuego de la Gran Depresión. En 2025, los aranceles de Trump -ya en su segundo mandato- han alcanzado niveles nunca vistos desde la Segunda Guerra Mundial. "Representan el mayor aumento fiscal en EEUU desde los años 60, y posiblemente desde la propia contienda", advierte Anatole Kaletsky, de Gavekal Research. La magnitud de este endurecimiento fiscal se estima entre 300.000 y 800.000 millones de dólares anuales, entre el 1% y el 3% del PIB estadounidense.

"Algo similar ocurrió en 1930 después de la aprobación del arancel Smoot-Hawley, que redujo el comercio mundial y exacerbó la Gran Depresión", aseguran los economistas a la CNBC en un artículo que pone el foco en las medidas comerciales. La ley, conocida como el Arancel Smoot-Hawley, fue "una de las leyes arancelarias más controvertidas jamás promulgadas por el Congreso", aseguraba en 2020 Doug Irwin, profesor de economía del Dartmouth College y expresidente de la Asociación de Historia Económica.

Según Kris James Mitchener, profesor de economía de la Universidad de Santa Clara y experto en historia económica, la Smoot-Hawley desencadenó "la madre de todas las guerras comerciales" durante aquellos años. El comercio internacional prácticamente se destruyó, dañando la economía y generando aún más tensión entre países y bloques. Desde la CNBC creen que se puede aprender mucho de lo ocurrido entonces para no repetir hoy los mismos errores. El resultado puede ser trágico viendo el resto de paralelismos. Entonces, la Gran Depresión de 1929 supuso un shock que provocó un giro hacia dentro de los propios países, hacia la protección y la visión del vecino como un posible enemigo. Esta vez, la crisis que ha podido prender esta mecha ha sido la del covid, que parece haber remado a favor de los nacionalismos y en contra de las cadenas de suministro y la globalización.

El rearme del mundo... ecos del pasado

Tamas Varga, de PVM Oil aporta su visión basada en la experiencia y el mensaje que deja es duro de escuchar: "Es un mundo inquietante e innecesariamente disfuncional, moldeado por egos descomunales, y solo cabe rezar para que la aparente falta de control y rendición de cuentas sea solo un fenómeno temporal. De lo contrario, incluso si la historia rima y no se repite con exactitud, las consecuencias de la Gran Depresión de la década de 1930, el auge del fascismo y la Segunda Guerra Mundial se tratarán en términos apocalípticos en un futuro próximo".

Pero los paralelismos no se detienen ahí. Como en los años 30, el mundo se está rearmando. Desde Washington hasta Pekín, pasando por Berlín, Moscú y Tokio, el gasto militar se dispara. La OTAN quiere blindarse ante Rusia, China se prepara para posibles choques en Asia. En 1938, el rearme se justificaba como disuasión; en 2025, también. Pero la desconfianza avanza más rápido que la diplomacia.

Desde el Council on Geoestrategy ponían números y datos a estas afirmaciones: por ejemplo, entre 1933 y 1938, el presupuesto de defensa del Reino Unido aumentó del 2,2% al 6,9% del PIB. El objetivo era impulsar las capacidades de las fuerzas armadas, principalmente la Real Fuerza Aérea (RAF), hasta un nivel que les permitiera disuadir un ataque alemán. Estos expertos creen que "existen límites obvios a cualquier paralelismo que se pueda establecer... Sin embargo, las tensiones institucionales y los dilemas geográficos de la década de 1930 resultan familiares".

Estos expertos creen que se puede aprender de las similitudes que guardan ambas situaciones intentando no cometer los mismos errores: "Aunque hoy los responsables políticos parecen paralizados por la diferencia entre gastar el 2,37% y el 2,5% del PIB en defensa, es probable que tengamos que gastar entre el 3% y el 4% a corto plazo, financiado, como en la década de 1930, principalmente con préstamos. Pero debemos alejarnos de los porcentajes. La lección más importante de la década de 1930 es que ante una amenaza existencial, es más aconsejable partir de un cálculo de lo que se necesita, no de lo que se puede permitir según las normas fiscales en tiempos de paz", señalan estos expertos.

No solo la geopolítica, la economía global, además, muestra señales inequívocas de fractura. El colapso de las bolsas la semana pasada (este lunes siguen colapsando) recuerda a las grandes sacudidas históricas. "La caída del 10,5% en el S&P 500 en dos días solo tiene tres precedentes desde 1952: 1987, 2008 y la pandemia de 2020", subraya Kaletsky. Esta vez, el detonante no fue un virus ni una burbuja financiera, sino una ofensiva arancelaria con pretensiones geopolíticas.(muy similar a lo ocurrido en los años 30). Y lo más inquietante es que esta puede ser solo la primera ola.

El telón cae sobre el comercio internacional

El analista Tamas Varga, de PVM Oil, no duda en establecer el vínculo con el pasado: "La semana pasada echó el telón al comercio global", afirma. A su juicio, Estados Unidos está adoptando una postura cada vez más aislacionista, una "autarquía moderna" que recuerda al modelo económico del cambio de siglo, cuando los aranceles eran la principal fuente de ingresos fiscales. "Uno podría decir que la historia se repite", alerta Varga, al recordar el impacto que tuvo la ley de 1930 sobre los mercados y la economía.

El impacto en los mercados ha sido brutal. No solo las acciones se han desplomado, también el petróleo ha sufrido una caída del 17% en pocas jornadas. Los inversores descuentan ya una recesión en EEUU y una ralentización global. "Estoy asustado", confiesa Kaletsky. "Asustado por el desplome bursátil, por una recesión estadounidense -que ahora considero casi segura- y por un posible colapso de la economía mundial, comparable con 2008".

La economía estadounidense, señala, se enfrenta al golpe deuna subida de precios provocada por los aranceles y a una contracción fiscal sin precedentes. Y no hay, de momento, un plan de choque creíble para compensarlo. Ni la Reserva Federal parece dispuesta a bajar tipos agresivamente -ante el repunte de la inflación que provocarán los aranceles- ni el Congreso estadounidense tiene la mayoría necesaria para aprobar recortes fiscales de impacto inmediato.

Europa y China, por su parte, no han respondido con el vigor necesario para evitar la crisis. Para Kaletsky, solo un ambicioso plan de estímulo fiscal en ambos bloques podría amortiguar la caída global. "La reacción inicial ha sido decepcionante", lamenta. "Lo que se necesita no es una venganza comercial, sino un impulso decidido a la demanda interna. Solo así se puede contrarrestar el impacto contractivo de los aranceles".

Ese fue, de hecho, uno de los errores más costosos de los años treinta: confundir proteccionismo con solución. "La principal razón por la que los aranceles Smoot-Hawley agravaron la Gran Depresión fue la caída de la demanda", recuerda Kaletsky. El comercio se hundió, la producción colapsó y el desempleo se disparó. Hoy, aunque los canales son distintos, el riesgo es el mismo: una espiral de recesión alimentada por decisiones unilaterales.

Mientras tanto, en Washington, el mensaje oficial sigue siendo de confianza en la autosuficiencia y en un "nuevo orden comercial". La administración Trump ve en la energía barata, la vuelta de las empresas (supuestamente se logrará con los aranceles) y la presión sobre China y la UE herramientas para restaurar el poder económico estadounidense. Pero los costes de esa estrategia, como entonces, podrían superar con creces sus beneficios.

Si algo nos enseñaron los años 30 es que las crisis no se detienen por sí solas. Tienen que ser contenidas por una combinación de políticas valientes, cooperación internacional y aprendizaje histórico. Hoy, esa receta parece más lejana que nunca. Y aunque la historia solo rime, el eco de aquel desastre resuena cada vez más fuerte.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky