Economía

Cristóbal Cano (UPA) "A Trump hay que darle una respuesta a la altura o incluso superior a su amenaza"

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Cristóbal Cano estrena su cargo como secretario general de UPA en plena tormenta por los aranceles que el presidente norteamericano anuncia a los productos agroalimentarios. "A este tipo de gobernantes la única cosa que le hace reflexionar es una respuesta a la altura o incluso superior a su amenaza" afirma el olivarero jienense.

Lleva la defensa de los agricultores y ganaderos en su ADN desde que en plena adolescencia acompañaba a su padre, uno de los impulsores de la UPA en su comarca natal en la Sierra Sur de Jaén, a las asambleas y a las movilizaciones. Licenciado en Ciencias Ambientales para seguir "en el ámbito de la actividad agraria" que había mamado en su entorno familiar, Cristóbal Cano presume de "llevar muy adentro a esta organización agraria", en la que entró como técnico en 2007. De ahí pasó en 2015 a la Secretaria General en Jaén, para saltar seis años más tarde a la de Andalucía. Hace cuatro años, cuando su antecesor, Lorenzo Ramos, otro histórico del asociacionismo agrario, anunció su último mandato, su entrada en la Ejecutiva Federal ya presagiaba su nuevo destino, para el que ha obtenido un abrumador apoyo del 92,6% de los delegados. Descárgate gratis el último número de elEconomista Agro

¿Qué objetivos se marca como nuevo secretario general de UPA?

Primero y, sobre todo, no perder los principios y los valores que ha defendido la organización desde el año 87, con un bagaje de conquistas para el conjunto del sector, como la defensa del modelo de agricultura y ganadería familiar profesional, que es la que sustenta al sector y vertebra nuestro medio rural. Y también buscar soluciones a los nuevos retos a los que nos enfrentamos. Estamos lamentablemente mal acostumbrados a convivir siempre, o la mayor parte del tiempo, con complicaciones, con dificultades, algunas desde dentro del sector, y otras que vienen desde fuera.

¿Y cuáles son esos retos a los que se enfrenta el campo?

Evidentemente el relevo generacional, la crisis climática, digitalización e innovación del sector, el equilibrio en la cadena alimentaria, potenciar el peso del agricultor y ganadero en la cadena de valor o la visibilidad de la mujer rural. Muchos objetivos que afronto con ilusión y con ganas y rodeado de un equipo de ocho mujeres y ocho hombres que formamos la nueva Comisión Ejecutiva Federal, que se ha renovado un 50% y que mantiene un equilibrio de todos los territorios y de todos los sectores. Es un Ejecutiva que es un reflejo muy cercano y muy fiel del sector agrario en nuestro país y que tiene que trabajar en muchos frentes: autonómicos, nacionales y europeos, que es donde se deciden, también, gran parte del futuro que tenemos como sector.

El mundo anda atemorizado con la política comercial de Donald Trump y su amenaza arancelaria. ¿Qué consecuencias puede tener para el campo español?

Lo primero es ser, dentro de lo que cabe, prudentes con las declaraciones que hemos leído y escuchado en los últimos días porque este hombre puede cambiar de opinión de un día para otro. Habrá que ver el próximo mes de abril qué países, qué sectores, qué aranceles y demás pone en marcha aunque hoy estamos más cerca de que pase de ser una amenaza a una realidad. Estados Unidos es un país clave para nuestras exportaciones, ocupa el séptimo en el ranking, con unos 3.000 millones de euros. Las producciones más importantes que pueden verse afectadas, el aceite de oliva o vino, tienen un peso indudable en el sector agrario español. Una traba comercial de ese nivel afecta a los dos eslabones más débiles de la cadena, agricultores y ganaderos y consumidores. Meter a la alimentación en una guerra comercial es irresponsable por parte de cualquier gobernante, poco empático y además está atentando contra la propia salud y posibilidad de alimentación de tus compatriotas. Si hablamos de encarecer el aceite de oliva y dificultar el acceso al consumidor norteamericano, lo que le está minando es su salud. Está atentando contra su población. Pero sabemos cómo se las gasta este hombre, ya lo hemos vivido en nuestras carnes en su anterior mandato, cuando impuso aranceles, algunos aún vigentes, como el de la aceituna negra.

"La música de la 'Visión de la Agricultura' del comisario suena biena. Ahora hay que ver si pasa de las palabras a los hechos"

¿Cuál cree que debe ser la respuesta de la Unión Europea?

Tiene que ser muy fuerte, tiene que ser beligerante, no le puede pillar con el pie cambiado, no le puede pillar por sorpresa. Tiene que establecer un paquete de respuestas importantísimos para frenarlos. A este tipo de gobernantes la única cosa que le hace reflexionar es una respuesta a la altura o incluso superior a su amenaza. Estados Unidos, a pesar de la importancia que tiene, va a dejar de ser un aliado fiable a corto y medio plazo, y para eso hay que explorar otras vías comerciales para proteger al sector y la soberanía alimentaria de Europa.

¿Y es posible absorber con otros mercados las exportaciones a Estados Unidos?

El mundo afortunadamente no acaba en Estados Unidos. A un país como el nuestro, netamente exportador, le interesa abrir nuevas vías comerciales, por ejemplo, acuerdos con territorios tan importantes como la India, o explorar qué posibilidades nos puede dar el acuerdo con Mercosur, un bloque de países con casi 300 millones de habitantes con los que compartimos idioma y cultura. Puede ser positivo para ciertos sectores, precisamente también para el aceite de oliva o el vino, aunque también generar perjuicio a otros, como a ciertos sectores ganaderos, a los que habrá que compensar.

¿Y la reorientación de la política de defensa de la UE supone una amenaza para el presupuesto de la política agraria común?

La política agraria común lamentablemente ha ido perdiendo presupuesto en cada marco financiero. Eso tiene que corregirse porque el coste para Europa del presupuesto de la PAC no es ni mucho menos inasumible para el retorno que le supone. La PAC supone compensar a los agricultores y ganaderos para que podamos seguir produciendo alimentos sanos, seguros y con la normativa de seguridad alimentaria, algo que estamos dispuestos a asumir siempre y cuando tengamos recursos, tiempo de adaptación, etc. Y tan importante es, incluso me atrevo a decir que están al mismo nivel, la seguridad de nuestras fronteras como alimentar a 400 millones de habitantes.La UE no puede jugar ni con una cosa ni con la otra.

Bruselas parece que ha echado el freno a la política medioambientalista. ¿Es la prueba de que el campo tenía razón con sus quejas durante estos años atrás?

El campo tenía razón desde el momento en que veíamos cómo las normativas no ponían en el centro a los agricultores y ganaderos y nos arrinconaban de los ámbitos de decisión. Imponer normativas sin que a quien le afecta tenga la interlocución y la participación que nos corresponde generó una situación de malestar y lo hemos conseguido revertir, no tanto el frenar o echar para atrás las políticas de mejora del medioambiente porque tenemos que aceptar la realidad. Está claro que la crisis climática golpea a nuestro sector y la respuesta no puede ser el negacionismo ni una huida hacia adelante, sino todo lo contrario: adaptarnos, producir conforme a las circunstancias que nos está a tocando vivir. Pero para eso hace falta, insisto, la complicidad de las administraciones y no una imposición de criterios que se alejen de la realidad del campo.

El comisario de Agricultura, Christophe Hansen, presentaba hace unos días la Visión de la agricultura ¿Le ha convencido?

Tuvimos la oportunidad de compartir con él la presentación en España, primer país tras Bruselas en el que se hizo, y es verdad que la música suena bien. Cuestiones como una distribución de los fondos de la PAC más justa y más social, reforzar el papel de agricultor y ganadero en la cadena de valor, el tema de que no podamos importar ningún producto con sustancias que aquí estén prohibidos eran impensables hace no mucho tiempo. Pero tenemos que ver si pasa de las palabras a los hechos y en eso va a ser muy importantes los próximos pasos que se den.

UPA fue una de las dos organizaciones agrarias que firmó las 43 medidas de Planas ¿Qué valoración hace de su cumplimiento?

Positiva. Hoy la posición de cualquier agricultor o ganadero es más fácil que hace un año. El exceso de burocracia fue una de las principales motivaciones que nos sacaron a la calle y hoy ya no es obligatorio el cuaderno digital o las fotos georreferenciadas; los ecorregímenes se flexibilizaron en España antes de que lo hiciera Europa; hoy los controles en frontera tienen más intensidad, son más eficaces y numerosos y además han pasado al mando único del Ministerio de Agricultura… Si algo está sin ejecutar, dar a la AICA un rango administrativo mayor, es porque no se ha aprobado en el trámite parlamentario ya que ha habido fuerzas políticas que no lo han visto conveniente. Todavía se está a tiempo de revertir esa situación para que la AICA tenga más recursos materiales y humanos, que las sanciones sean mayores, algo que desde la UPA vamos a seguir defendiendo para que haya precios justos.

En las últimas protestas agrarias, se visualizó un divorcio entre las organizaciones agrarias tradicionales y movimientos más o menos espontáneos ¿Eso puede generar una escalada en la conflictividad?

El tiempo pone a cada uno en su sitio. Lo hemos visto con algunos personajes de estos movimientos a los no hizo falta mucho tiempo para que se les viera la careta. Nosotros llevamos un bagaje de casi 40 años trabajando por el sector y en eso es en lo que estamos. Ha habido quien ha querido pescar en río revuelto y ha querido meter mensajes en los que para nada estamos de acuerdo contra la Agenda 2030, negacionismo del cambio climático o incluso mensajes como que los gobernantes modifican la climatología con avionetas Eso, además de ser irresponsable, conlleva el riesgo de que el sector pierda la complicidad del conjunto de la sociedad.

Se ha modificado la Ley de Representatividad Agraria ¿Cree que los criterios que se han introducido son los adecuados?

Nos hubiese gustado otra ley. Hicimos alegaciones que en su mayoría no se han tenido en cuenta pero vamos a seguir insistiendo en que se siga reconociendo a los que realmente somos las organizaciones representativas. Al final hay criterios como tener en cuenta el resultado electoral de hace más de 20 años o que no se tenga en cuenta el número de declaraciones de la PAC que tramita, el número de oficinas, los trabajadores que tienes… Muchos criterios objetivos que no se le ha dado el peso que a nuestro juicio merece

El relevo generacional que hablaba antes, es la gran asignatura pendiente ¿Qué medidas creen desde UPA que hay que poner en marcha para impulsarlo?

Primero que haya una rentabilidad económica para el joven que se incorpora. Y eso, insisto, es una herramienta clave en la Ley de la Cadena Alimentaria A partir de ahí, facilitar el acceso a la tierra y al agua. Hoy en día, ningún joven se puede incorporar desde cero sin que alguien de su familia o de su entorno le cede una explotación. Hay superficie de tierra que no está en uso y pueden establecerse bancos públicos de tierra, igual que del agua. También limitar que campen a su anchas las nuevas formas de producir alimentos que acaparan grandes corporaciones y los fondos de inversión que además de esquilmar los recursos suponen un freno más para que el joven se incorpore porque no pueden competir en igualdad de condiciones. Y también es fundamental que en las zonas rurales, además de tener nuestras explotaciones tengamos servicios e infraestructuras a un nivel razonable. Hablo de sanidad, educación, carreteras, banda ancha…Si el futuro y el presente en gran parte pasa por la digitalización de nuestras explotaciones si no tiene cobertura, imagínate.

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