Economía

Los superbilletes de 100 dólares: la falsificación perfecta de Corea del Norte que estuvo en circulación durante décadas

  • El régimen recurre ahora al robo de criptos para financiarse, pero su historial es extenso
  • Durante al menos 16 años, el país coló billetes de dólares falsos por todo el mundo
  • Los superdólares fueron objeto de las negociaciones nucleares entre el régimen y EEUU
Foto: Canva.

Corea del Norte ha encontrado un filón en el mercado de las criptomonedas para financiarse. Es un régimen cerrado y prácticamente aislado del resto del mundo, lo que le dificulta hacer negocios. Pero el país siempre acaba apañándoselas con sus curiosos métodos. Los hackers patrocinados por el Gobierno norcoreano acaban de dar su mayor golpe y han ejecutado el mayor robo de la historia de las criptos, saqueando casi 1.500 millones de dólares en ether de una tacada. Más allá de este botín, al régimen le sobra imaginación y cosecha un largo historial de llamativas y dudosas estrategias para ganar dinero. Antes de que existieran los activos digitales, recurría al tráfico de Viagra supuestamente "made in USA" o a los dólares falsificados con tal perfección que colaron millones por todo el mundo durante, al menos, 16 años.

Los billetes norcoreanos eran casi mejores que los auténticos americanos y solo se pudo corroborar la falsificación con análisis forenses. El hecho de que fueran prácticamente clones permitió a Pionyang usar ese dinero con gran facilidad, colarlo en los mercados internacionales durante muchos años y blanquearlo. Aunque se detectaron por primera vez a finales de los 80, se usaron durante años y todavía a día de hoy podría haber billetes norcoreanos de 50 y 100 dólares en circulación. Estos dólares acabaron teniendo su propio apodo, los superdólares (en inglés, supernotes).

El asunto de los superdólares fue objeto de negociación entre Estados Unidos y Corea del Norte en las conversaciones internacionales de principios de siglo para intentar que Piongyang abandonara su programa de armamento nuclear, implicó años de investigación del FBI, con agentes infiltrados, y fue el tema de la cumbre anual de la Interpol en 2006.

Se calcula que Corea del Norte ganó entre 15 y 25 millones al año gracias a estas falsificaciones, según un informe de la rama de información del departamento de Defensa de EEUU de 2006. Con los superdólares, el régimen podía comprar bienes o cambiarlos por otras divisas. Así, los billetes falsificados se esparcieron por el mundo. Por primera vez, fueron detectados en el Banco Central de Filipinas. El billete sospechoso pasó los tests de autenticidad, pero un funcionario percibió algo extraño y mandó los 100 dólares sospechosos a los servicios secretos americanos.

El FBI emprendió una investigación y, posteriormente, infiltró a sus agentes en mafias durante ocho años. Se hacían pasar por criminales y posibilitaron que las bandas de verdad pudieran colar varios contenedores de mercancías ilegales dentro de las fronteras de Estados Unidos, con todo tipo de contrabando y falsificaciones. Como todo iba bien, empezaron a entrar más y más productos.

Royal Charm y Smoking Dragon fueron los nombres que eligió el FBI para referirse a estas operaciones. Los contrabandistas metieron en el país armas, metanfetaminas, viagra falsa, tabaco y objetos falsificados varios, detalla la rama de crimen de Naciones Unidas sobre ambas operaciones. Las sustancias se ocultaban entre otras mercancías, ya que los contenedores iban cargados de juguetes metidos en cajas con falso fondo. Los superdólares aparecieron entre páginas de libros y enrollados en tubos de telas en varias descargas en puertos estadounidenses.

Pero el papel moneda pasaba los exámenes de autenticidad. La composición de las fibras era la misma, la tinta utilizada idéntica y el dibujo era clavado. De hecho, los billetes eran casi mejores y más finos que los de la Reserva Federal (Fed). Hubo que realizar análisis forenses, con microscopio, disecciones del papel y luz ultravioleta, para corroborar que eran falsificaciones, relata un artículo de The New York Times de 2006.

En realidad, los superdólares se remontan a los años setenta. Kim Jong-il, el padre de Kim Jong-un, dio la orden de utilizar dólares falsos en las operaciones en cubierta en Corea del Norte. La dictadura comenzó a fabricar billetes de 100 dólares a partir de billetes de un dólar, extrayendo la tinta e imprimiendo en papel blanco.

Los desertores que huyeron del régimen explicaron al medio estadounidense que Kim Jong-il apoyaba la falsificación no sólo como forma de pagar operaciones encubiertas, sino también como medio de librar una guerra económica contra EEUU, "una forma de luchar contra Estados Unidos y de fastidiar el sistema económico estadounidense".

Las primeras copias no era tan sofisticadas, pero Corea del Norte la fue mejorando hasta el punto de obligar a la Fed a sacar un diseño antifalsificaciones. En 2013 entró en circulación un nuevo diseño de billete de 100 dólares, que incorpora una "cinta de seguridad 3D", números y dibujos que cambian de color y microimpresión.

Los superdólares norcoreanos se imprimían en papel con la mezcla adecuada de tres cuartas partes de algodón y una cuarta parte de lino, como el papel moneda estadounidense auténtico. Este papel requiere una máquina especial que rara vez se ve fuera de EEUU. Además, los billetes utilizan una prensa de huecograbado, la forma más avanzada de tecnología de impresión de moneda disponible. Aunque ya se habían visto falsificaciones realizadas con el proceso de huecograbado en raras ocasiones, este billete las superaba a todas en cuanto a calidad del grabado.

Las supercopias son tan buenas que hasta tienen valor cuando están en circulación. En 2007, los billetes se empezaron a utilizar internamente dentro del régimen, destaca el informe del departamento de Defensa de EEUU. En aquellos momentos, la inflación golpeaba al won hasta límites insospechados. Las propias tiendas y ciudadanos necesitaban mover 600 billetes de wones cuando se producían operaciones que rondaban los 1.000 dólares. Los comerciantes decidieron utilizar los superbilletes de 100 dólares para comprar, con un valor en el mercado negro de 70 dólares.

Los superdólares, baza de negociación nuclear

En 2005, el FBI hizo públicas las operaciones Smoking Dragon y Royal Charm y empezaron las detenciones. Hubo decenas de acusados y condenados y, aunque Corea del Norte nunca ha reconocido estar detrás de la trama de los superdólares, EEUU lo da por hecho.

Empiezan las sanciones americanas e internacionales al régimen. Se congelaron los activos del Gobierno de Kim Jong-il en el Banco Delta, situado en Macao, una región administrativa especial de China. Además, la cautela se extendió en la región y los bancos chinos, japoneses, vietnamitas, tailandeses y singapurenses empezaron a poner trabas a todos aquellos norcoreanos que tuvieran cuentas. Se habían puesto tantos superdólares en circulación, que los vecinos del país no querían que les dieran gato por liebre y esos billetes acabaran en sus bancos o en sus propias carteras.

Justo en ese contexto, en 2005, se había llegado al acuerdo nuclear a seis bandas, del que también formaban parte Rusia, China, Corea del Sur y Japón -además de EEUU-, por el que el régimen de Kim Jong-il se comprometió a abandonar el programa nuclear. Sin embargo, un mes después del pacto, los americanos retuvieron 25 millones de dólares de los activos de Corea del Norte en el Banco Delta por la trama de los superdólares. Corea del Norte abandonó el acuerdo nuclear. Poco después, el país probó un misil de largo alcance y llevó a cabo una explosión nuclear bajo tierra, lo que fue visto como una provocación en toda regla. El Gobierno de George Bush acabó descongelando el dinero bloqueado y prosiguieron las negociaciones, con muchas idas y venidas.

De los superdólares a financiarse con pelo postizo

"El régimen norcoreano está liderado por un dictador comunista con un gusto especial por las importaciones de lujo y que necesita fondos para subvencionar a su círculo, a sus partidarios y a los distintos mandos del partido. Sin embargo, la economía norcoreana no produce lo suficiente para alimentar a su población e incurre en un déficit de 1.000 millones de dólares cada año. Las ganancias procedentes de las falsificaciones podrían usarse para mantener el régimen y para contribuir a la inestabilidad del este de Asia", apunta el informe del departamento de Defensa americano.

"Corea del Norte importa más de lo que exporta y necesita generar las suficientes divisas internacionales para cubrir esa diferencia de alguna manera, sea de forma legal o ilegal", añade.

Dos décadas después de que estallara este conflicto, Corea del Norte sigue con su modus operandi. En buena medida, se financia de manera ilegal, ya sea con ventas de armas que no constan oficialmente, con robos de criptomonedas o con contrabando.

Aunque su comercio internacional es limitado, hace negocios con otros países, como China, Polonia, Senegal, Angola, Gabón, India, Togo y Austria. Lo que más vende en los mercados internacionales es pelo postizo, ya sean pelucas o pestañas de mentira, según datos de The Observatory of Economic Complexity. Lo que más importa es también pelo procesado, precisamente, para poder hacer y comercializar esos productos capilares.

Corea del Norte es un país experto en falsificación. En el Museo Conmemorativo de la Guerra de Seúl hay monedas falsificadas datadas en la década de los cincuenta fabricadas en el país vecino. El objetivo era el mismo: financiar la guerra y desestabilizar la economía enemiga.

¿Qué supuso para la economía estadounidense?

El plan estrella de Corea del Norte para financiarse con los superdólares atacaba de lleno al dólar. Muchos países cercanos geográficamente al régimen asiático empezaron a dudar indiscriminadamente de los billetes americanos. Ambas versiones de los billetes eran imposibles de diferenciar, salvo con análisis forenses, por lo que la incertidumbre era constante.

De hecho, los comerciantes de divisas empezaron a imponer una tasa extra cuando los intercambios de moneda implicaban a cualquier cruce con el dólar.

EEUU lo califica como un ataque directo a los activos americanos y una violación de sus leyes. Además, explica que la falsificación socava la confianza en su moneda y, si es reiterada, puede incluso debilitar su economía, según el informe de Defensa.

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