La inflación volvió a repuntar en diciembre en diciembre en la eurozona, con el índice de precios al consumo (IPC) escalando dos décimas hasta el 2,4% interanual, tal y como esperaban los analistas. Por su parte, el IPC subyacente, que en este caso excluye la energía, los alimentos, el alcohol y el tabaco, se mantuvo por cuarto mes consecutivo en un aún elevado 2,7%, todavía muy lejos del objetivo del 2% que fija el Banco Central Europeo (BCE). Estos datos aquilatan la tesis de que el banco central seguirá bajando los tipos de interés, pero en pasos cortos y cautos, ya que la 'carretera' hacia el 2% sigue presentando baches. Como dice el refranero español, 'vísteme despacio, que tengo prisa'.
Gran parte de la culpa del aumento del IPC general en diciembre la tiene el famoso efecto base en la energía. Al hacer la comparativa con un dato muy bajo hace 12 meses, el resultado es uno más elevado en la última lectura. Atendiendo al informe publicado este martes por Eurostat, el IPC energética ha pasado de un -2% en noviembre a un 0,1% en diciembre. Sin embargo, la gran mancha vuelven a ser una vez más los servicios, cuyo IPC repuntó una décima hasta el 4% interanual. El sector lleva de una forma más que obstinada instalada en ese nivel del 4% más de un año y no desciende, alimentando el grueso de los temores entre miembros del BCE y economistas a nuevas presiones inflacionarias. En el lado contrario, los alimentos frescos han pasado de un 2,4% a un 1,7% interanual y los bienes duraderos de un 0,6% a un 0,5%.
El dato de este martes venía precedido por los ecos, como suele ocurrir, del de Alemania, el de más peso en la región. En diciembre, el IPC general germano repuntó del 2,4% al 2,9%, superando con creces las estimaciones del consenso de un 2,6%. Aunque este aumento se debió especialmente al efecto base de la energía (la comparativa con un bajo dato hace 12 meses), el IPC subyacente también subió ligeramente -una décima- hasta el 3,1% interanual. Este último detalle ha provocado que el ruido de fondo sobre las presiones inflacionarias en la región se mantenga. El dato alemán y el repunte de cuatro décimas en los datos interanuales de España y Portugal se han visto 'contrarrestados' en parte este martes con las cifras de Francia. El IPC galo se mantuvo en un 1,3% interanual frente al 1,5% que esperaban los analistas.
La disparidad de datos juega a favor de la tesis del 'gradualismo' que han defendido diferentes voces dentro del BCE. Esta tesis conjuga la necesidad de seguir bajando con ahínco los tipos de interés (la inflación ya no está desbocada y el nulo crecimiento preocupa) con hacerlo en pasos de 25 puntos básicos y no de 50 (recortes 'jumbo') como cada cierto tiempo descuenta el mercado. "La persistente rigidez de la inflación de los servicios en la eurozona significa que es probable que el BCE siga recortando los tipos de interés lentamente, incluso aunque las perspectivas económicas sigan siendo malas", certifica Jack Allen-Reynolds, analista de Capital Economics.
El BCE cerró 2024 con un enfoque claramente dovish (acomodaticio), tras llevar a cabo cuatro recortes consecutivos de los tipos de interés que han reducido el precio del dinero en 100 puntos básicos durante el año anterior. Con esta estrategia, el BCE ha situado el tipo de depósito (donde los bancos aparcan el dinero) en un 3%, el tipo de refinanciación principal en un 3,15%, y la ventanilla de emergencia en un 3,4%, marcando un claro intento de estimular la economía de la zona euro en un contexto de crecimiento moderado e inflación en retroceso. Sin embargo, las decisiones del banco central no han estado exentas de tensiones internas, con los halcones advirtiendo sobre los riesgos de relajar la política monetaria demasiado pronto.
En las reuniones del BCE, presididas por Christine Lagarde, se destacaron los avances en la desinflación, aunque la lucha interna entre 'halcones' y 'palomas' sigue muy viva. Los primeros prefieren esperar para seguir bajando tipos (guardar pólvora por si llega la 'guerra'), mientras que las 'palomas' abogan por seguir bajando los tipos para estimular la economía y evitar que llegue esa temida 'guerra' (recesión). Ambos bandos tienen el mismo objetivo, lo que cambia son los medios y la estrategia para conseguirlo. En este contexto, el banco central se apresuró a detener a las pocas horas el runrún de un próximo recorte 'jumbo' de 50 puntos básicos que su tono dio a entender tras el cónclave de diciembre.
Según las proyecciones del banco, la inflación general media será del 2,4% en 2024, del 2,1% en 2025 y alcanzará el objetivo del 2% en 2026, mientras que la inflación subyacente (excluyendo energía y alimentos) muestra un ajuste más lento, con previsiones del 2,9% en 2024 y del 2,3% en 2025. Este escenario ha permitido al BCE justificar los recortes, aunque algunos miembros del Consejo de Gobierno defienden mantener margen de maniobra para enfrentarse a posibles crisis futuras.
El crecimiento económico, por su parte, ha sido un factor clave en las decisiones del BCE. La eurozona mostró señales de enfriamiento con un crecimiento estimado del PIB de solo 0,7% para 2024 y una previsión del 1,1% en 2025, según las proyecciones más recientes. Los indicadores adelantados, como los PMI, han caído a niveles contractivos, reflejando la fragilidad de la recuperación. Este debilitamiento ha llevado al BCE a recalibrar su postura, priorizando el apoyo a la demanda interna (consumo e inversión) mediante la moderación de los tipos, mientras los efectos de la política monetaria restrictiva comienzan a disiparse.
A pesar de los recortes, los expertos destacan que el BCE mantiene un enfoque cauteloso. Analistas como los de Generali y AXA IM advierten que el banco está "guardando pólvora seca" para responder a futuros choques. Esto refleja una estrategia diseñada para equilibrar la necesidad de estimular la economía con la importancia de preservar herramientas monetarias ante posibles desafíos como aranceles estadounidenses en 2025 o tensiones políticas en grandes economías europeas como Alemania y Francia.
Con todo, el BCE encara 2025 con un camino cuesta abajo (bajadas de tipos constantes) en el que se pueden encontrar algún bache puesto por los 'halcones'. Las apuestas del mercado apuntan a cinco nuevos recortes de tipos, que podrían llevar el precio del dinero por debajo del 2%. Mientras tanto, Lagarde insiste en que el proceso de desinflación está bien encaminado, aunque los desafíos estructurales y la incertidumbre geopolítica podrían condicionar la política monetaria en los próximos meses. En este contexto, el BCE se mantiene como un pilar de estabilidad en un entorno económico y político cada vez más complejo.