Economía

La IA promete revivir un indicador económico que lleva 'dormido' años en España y Europa: la nueva revolución de la productividad

  • La OCDE cree que la IA puede elevar la productividad laboral en 0,9 puntos
  • Esto sería más que duplicar el crecimiento de la productividad en Europa
  • El problema es que para aprovechar la IA hay que adaptar el sistema productivo

Las expectativas acerca del potencial de la inteligencia artificial (IA) para impulsar el crecimiento económico no han dejado de crecer en los últimos años. La irrupción de su variante generativa, basada en los denominados algoritmos de 'grandes modelos de lenguaje' (LLM por sus siglas en inglés) ha terminado de rendir incluso a los escépticos sobre estas tecnologías. Ahora bien, en lo que sigue habiendo bastantes dudas es acerca de cómo y cuándo se materializará dicho potencial. ¿Mejorará el empleo y la productividad? Un nuevo informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) apuesta por esta hipótesis, al menos en términos macroeconómicos, y augura que la IA tiene el potencial de despertar a este 'indicador dormido', la productividad laboral, del que depende directamente la prosperidad y riqueza de las sociedades. La OCDE cree que, con la IA, la productividad podría disfrutar de una resurrección nada desdeñable si tenemos en cuenta que en España esta métrica lleva años estancada y que en la Eurozona lleva décadas creciendo a un ritmo extremadamente lento.

El impacto en la productividad, y en especial en la productividad laboral, se ha convertido en una de las claves para medir la revolución que supone la inteligencia artificial, en especial la generativa. Al tratarse de una tecnología de propósito general (GPT, por sus siglas en inglés), no han sido pocas las voces que la han considerado capaz de impulsar el crecimiento de esta variable de manera similar a lo que lograron innovaciones disruptivas previas como el motor de vapor, la electricidad, los ordenadores o internet. ¿Pero está justificado este entusiasmo?

Un reciente informe del Departamento de Economía de la OCDE (Filippucci, Gal y Schief, 2024) aborda esta cuestión considerando dos factores clave: qué proporción de actividades económicas podría beneficiarse de la adopción de la IA y la velocidad con la que las empresas adoptarán esta tecnología. Además, a nivel macroeconómico, los beneficios en productividad también dependen de factores más amplios, como las interconexiones sectoriales, las respuestas de la demanda y las fricciones en los mercados laborales y de capital.

Los economistas de la OCDE explican que muchas empresas ya están recurriendo a esta tecnología para mejorar su productividad, y se han documentado avances significativos en el desempeño de los trabajadores que utilizan herramientas de IA generativa, como modelos de lenguaje (similares a ChatGPT), en contextos empresariales como atención al cliente, consultoría de negocios o desarrollo de software. No son los únicos, pero sí en los que esta tecnología presenta un uso más extendido.

Occidente y en especial Europa llevan años sufriendo un estancamiento cuasi permanente de la productividad. Aunque casos como los de España, Grecia o Italia son aún más llamativos porque la productividad no se ha movido en décadas o incluso ha caído, este es un problema a nivel general de la zona euro. El propio Banco Central Europeo (BCE) publicó este año una nota intentando buscar explicación a este fenómeno: "Durante las dos primeras décadas de la unión monetaria, la productividad laboral (producto por trabajador) en la zona del euro ha sido débil, al menos en comparación con otras economías avanzadas. Aunque la productividad creció anualmente en promedio un 0,6% entre 1999 y 2019, el ritmo promedio fue más del doble en Estados Unidos. La productividad se recuperó un poco después de la pandemia, pero más recientemente el panorama volvió a empeorar: en 2023, la productividad en la zona del euro cayó casi un 1%, mientras que en Estados Unidos creció un 0,5%". Por ello, la adopción de la IA en Europa es si cabe más importante si el bloque quiere intentar seguir la estela de EEUU, el país, que, en principio, se verá más beneficiado por la IA.

La productividad está dormida en la eurozona. Fuente: BCE.

El estudio estima que la IA podría contribuir entre 0,25 y 0,6 puntos porcentuales al crecimiento anual de la productividad total de los factores (TFP, por sus siglas en inglés) en el caso de Estados Unidos durante la próxima década, lo que equivale a un aumento de entre 0,4 y 0,9 puntos porcentuales en el crecimiento anual de la productividad laboral. Para otros países, las estimaciones son algo menores debido a la prevista adopción más lenta de la tecnología. Estas cifras representan una mejora sustancial en comparación con las débiles tasas de crecimiento de productividad observadas en los países de la OCDE durante las últimas décadas, que han oscilado entre el 1% y el 1,5% anual. Aunque en casos como España, el crecimiento ha sido de prácticamente cero, por lo que la implementación de la IA podría suponer un auténtico revulsivo.

¿Cómo impacta la IA en la productividad?

El informe identifica tres efectos principales que contribuyen a los aumentos agregados en la productividad derivados de la IA. Uno es el efecto directo, que son los incrementos en la productividad dentro de los sectores que adoptan la IA. También está el efecto multiplicador, que genera beneficios indirectos para otros sectores a través de menores costes de los insumos intermedios. Efecto de reasignación negativo, un fenómeno descrito como la "enfermedad del crecimiento" de Baumol, que ocurre cuando los sectores con menor crecimiento en productividad representan una mayor proporción del PIB.

Por sectores, los analistas de la OCDE destacan esta tecnología tiene el potencial de aumentar significativamente la productividad laboral en determinados sectores: puede mejorar en un 14% la productividad de agentes de servicio al cliente, un 40% en consultores de negocios y más de un 50% en desarrolladores de software. Estos avances en tareas específicas sugieren que, a nivel individual, la IA puede transformar los procesos laborales, aumentando la eficiencia y reduciendo los tiempos de ejecución de tareas complejas.

El caso de España y el Mediterráneo

Estados Unidos será uno de los países más beneficiados, como se señalaba anteriormente, esto se traduce en un aumento de entre los 0,4 y 0,9 puntos porcentuales en la productividad laboral. En países como Alemania y Canadá, los resultados son similares, mientras que, en economías como Francia e Italia, los beneficios estimados son aproximadamente la mitad, debido a diferencias en la adopción y estructura sectorial. El estudio no recoge datos para España, pero seguramente las conclusiones son similares para los dos países mediterráneos, cuya tasa de adopción apenas llega al 20% frente al 40% de Estados Unidos, Dinamarca o Alemania. Ello a pesar de que el crecimiento de la demanda de profesionales expertos en IA genrativa supera con creces a las de otros países, como revela un reciente análisis del metabuscador de ofertas de empleo Indeed: el problema es que este incremento se concentra en industrias con un peso reducido en el empleo frente a otras con mucho menos valor añadido y, por tanto, productividad.

Los autores del estudio recalcan que un elemento crucial para maximizar el impacto de la IA es su adopción generalizada y su integración con tecnologías complementarias, como la robótica. En sectores intensivos en tareas cognitivas, como los servicios financieros y profesionales, la IA ya muestra una exposición alta, pero su integración en tareas manuales a través de la robótica podría expandir sus beneficios a industrias menos automatizadas. Además, políticas que fomenten la educación tecnológica, el apoyo a las empresas para adoptar la IA y la transparencia en su uso podrían impulsar la confianza y, con ello, la demanda de bienes y servicios potenciados por IA, generando mayores beneficios para la economía global.

Una conclusión clave del análisis es que el impacto macroeconómico de la IA dependerá principalmente de la rapidez en su adopción y de la extensión de sus beneficios a una amplia gama de sectores económicos. Actualmente, la adopción de la IA varía considerablemente entre empresas y sectores, con tasas de adopción generalmente bajas que, según diversas estadísticas oficiales y estudios a nivel empresarial, se sitúa entre el 5% y el 15%, frente a otros que superan el 50%. Por su parte, el estudio de Filippucci, Gal y Schief, teniendo en cuenta la evolución más reciente de la IA generativa, se estima un espectro de entre el 23% en un escenario de baja adopción y un 40% en el de máxima.

La oportunidad que abren los robots

El informe subraya que, incluso con altas tasas de adopción, los beneficios macroeconómicos podrían ser limitados si la productividad mejorada por la IA se concentra en unos pocos sectores, como los servicios intensivos en conocimiento (por ejemplo, TIC, finanzas y servicios profesionales). En este escenario, la demanda de estos servicios podría saturarse, restringiendo el crecimiento económico general. En contraste, los beneficios podrían ser mayores si los avances de la IA se extienden a más sectores, como la integración con tecnologías de robótica que permitan a actividades manuales intensivas beneficiarse de la IA. Esta integración más amplia podría impulsar un crecimiento más inclusivo y sostenido.

Aunque en este caso, influye, y mucho, que la relación entre el coste y rentabilidad de esa maquinaria supere el de la mano de obra totalmente humana, que necesita descansar y tiene una fortaleza menor, pero es mucho más versátil y rápido a la hora de interactuar con la realidad física. Sin embargo, las tendencias demográficas apuntan a una reducción de esa mano de obra en sectores que requieren esa actividad física (tanto por el envejecimiento de la población como por la mayor cualificación de los trabajadores) que hacen cada vez más atractiva la opción de los robots avanzados.

A modo de resumen, los expertos de la OCDE señalan que "las ganancias potenciales en productividad agregada derivadas de la inteligencia artificial (IA) son significativas... pero los gobiernos deben facilitar una adopción rápida y generalizada de la IA en aquellos sectores donde pueda tener un impacto positivo en la productividad, mejorando así el bienestar social... En términos de capacidades, son esenciales las competencias en habilidades, una infraestructura digital robusta y un acceso adecuado a los datos. El acceso a servicios digitales avanzados y a los modelos de IA más avanzados a nivel global puede potenciar enormemente la adopción. Además, una infraestructura digital sólida, regulaciones claras sobre el uso de datos, la rendición de cuentas y una reducción de la incertidumbre general sobre la tecnología son fundamentales. Mantener una competencia saludable en el mercado de proveedores de IA resulta vital para garantizar un acceso de calidad a precios asequibles", sentencian estos expertos.

De modo que la IA tiene el potencial de revitalizar el crecimiento de la productividad en los países de la OCDE y más allá, siempre y cuando se superen las barreras actuales para su adopción y se fomenten políticas que promuevan su integración en una variedad más amplia de sectores.

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