El Gobierno de China está bajo la inmensa presión de no poder cerrar este año con una expansión del PIB del 5% y por eso planea un estímulo fiscal que el consenso piensa que estará entre los dos o tres billones de yuanes (entre unos 256.000 y 387.950 millones de euros) y los 10 billones (cerca de 1,3 billones de euros). Está previsto que el ministro de Finanzas de China, Lan Foan anuncie los pormenores del paquete fiscal hoy en rueda de prensa.
El consenso de analistas de mercado y los economistas creen que las autoridades están preparando este paquete de medidas de estímulo fiscal, mientras que hay otros que se muestran más escépticos con respecto a que esto suceda.
Sea como fuere, China necesita un importante estímulo, sobre todo en lo que se refiere al sector inmobiliario, que está sumido en una profunda crisis que lastra el buen funcionamiento de la economía del país. Y también necesitan avivar una demanda interna que nunca llegó a recuperarse del hermetismo con el que el gigante asiático gestionó la pandemia del Covid.
Antes de las vacaciones de la Semana Dorada (que va del 1 al 7 de octubre), el Gobierno de Xi Jinping anunció una serie de políticas de estímulo, incluidos recortes los tipos de interés, menores requisitos de reserva de efectivo en los bancos, reglas más flexibles para la compra de propiedades y apoyo de liquidez para los mercados de valores. Pequeños preámbulos para que los consumidores se aligerasen más el bolsillo durante las vacaciones.
Los expertos estaban seguros de que este pequeño paquete de estímulo era como la antesala de algo más gordo. Pekín estaba dispuesto a tomar medidas de calado para reactivar su maltrecha economía.
El economista jefe para Asia de Morgan Stanley, Chetan Ahya, aseguró a la cadena estadounidense NBC que este paquete se centrará, probablemente, en estimular la demanda interna, apoyar la recapitalización de los bancos y también la reestructuración de la abultada deuda de los gobiernos locales.
Con respecto al descubierto de las cuentas públicas de los ayuntamientos, el Consejo de Estado ya presentó un informe en el que insta a los gobiernos locales a aplicar una disciplina fiscal estricta, fortalecer las restricciones presupuestarias y prohibir de manera estricta la inversión en proyectos mediante deuda ilegal contraída por empresas e instituciones estatales.
A inicios de verano ya se vieron los primeros resultados de estas políticas de "austeridad". La famosa deuda oculta total se estimaba en 32,2 billones de yuanes (unos 4 billones de euros), frente a los casi 70 billones de yuanes que registraban a inicios de año.
A pesar de esta corrección, no resulta suficiente para que esta montaña de pasivos deje de ser un problema para el crecimiento del país, y por eso se hacen tan necesarios estos estímulos fiscales.
Los expertos de Morgan Stanley calificaron en una nota de "modesto" el paquete fiscal y reiteraron que es "la segunda oportunidad para Pekín" después de que no pudiesen cumplir sus objetivos.
El comportamiento de la economía china en lo que llevamos de año se puede calificar de "débil". En el primer trimestre, el PIB se expandió un 1,2%. Entre abril y junio creció un 1,5% y en el tercer trimestre del año (hasta septiembre) la expansión fue del 0,7% con respecto a los tres meses anteriores.
Por su parte, Ting Lu, economista jefe de Nomura, espera que el Ministerio de Finanzas anuncie un paquete no mayor al 3% del PIB de China, que creció un 5,2% a 126 billones de yuanes (16,2 billones de euros) en 2023.
En este sentido, desde Reuters dijeron que China tenía planes para emitir bonos soberanos especiales por un valor de 2 billones de yuanes (cerca de 260.000 millones de euros) este año, con un billón de yuanes (130.00 millones) destinados al estímulo del consumo interno y el resto para aliviar los problemas de deuda de los gobiernos locales del país.
Con todo, los procesos de cambio en la política fiscal en China llevan arduos procesos legales que requieran su aprobación, por lo que muchos no auguran grandes anuncios en la rueda de prensa de este fin de semana.