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Especial Educación Financiera

La importancia de las finanzas saludables en la era de la longevidad

  • El 70% de las personas mayores no realiza una planificación de gastos e ingresos a futuro
  • Un 38,8% de la población española considera que ha planificado regular o mal su jubilación
Isabel Gaspar

Con una esperanza de vida de 82,8 años, España se sitúa entre los veinte países del mundo con una población más longeva, según el World Factbook de la CIA. Una tendencia que irá en aumento, pues, según la OCDE, para 2050 rondaría los 90 años. Si bien la longevidad es un gran logro de las sociedades, también plantea importantes retos. Sobre todo, si tenemos en cuenta que a partir de 2030 comenzará a jubilarse la generación del baby boom, la más numerosa pues supone más del 20% de la población española.

En el caso de los recursos económicos, muchas personas no están preparadas para afrontar esta etapa. Según un estudio del Observatorio del Ahorro Familiar, el 70% de las personas mayores no realiza una planificación de gastos e ingresos a futuro, y un 43% de la población no sólo no planifica, sino que ni siquiera revisa los extractos bancarios.

"Como sociedad, aún existen carencias en la preparación financiera para una vida que puede extenderse hasta 30 años después de la jubilación. A pesar de que los jóvenes y los adultos reconocen la importancia del ahorro, el porcentaje real de ingresos que se destina al mismo suele ser insuficiente", apunta José Manuel Jiménez, director del Instituto Santalucía. Precisamente, los estudios de esta plataforma señalan que la media de ahorro juvenil, por ejemplo, está alrededor del 8,6%, mientras que el 76% de los jubilados en España lamenta no haber ahorrado más, lo que muestra la brecha entre la conciencia del problema y las acciones que se toman.

En este sentido, según la Encuesta de Competencias Financieras de 2021, un 38,8% de la población española considera que, en términos económicos, ha planificado regular o mal su jubilación y, aproximadamente, el 97% de las personas confiamos en que el sistema público de pensiones será una fuente de ingresos en la jubilación. "Estamos poco preparados porque confiamos excesivamente en el sistema público de pensiones, al tiempo que ignoramos algunos aspectos que ponen en riesgo las previsiones financieras de cara a la jubilación", advierte Sara Fernández López, catedrática de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Santiago de Compostela. La experta destaca, a este respecto, tres aspectos:

  • Creer que en la jubilación estaremos física y cognitivamente más o menos como ahora. "Sin embargo, las probabilidades de sufrir problemas como consecuencia de la edad aumentan. De hecho, la tasa de dependencia entre la población española mayor de 64 años no ha dejado de crecer hasta situarse en 2023 en el 30,91% de la población. Estas situaciones tendrán un impacto severo en los presupuestos familiares, pues suelen acarrear la necesidad de contratar a una persona cuidadora, aspecto que a menudo no está entre las previsiones económicas para la jubilación", subraya Fernández López.
  • La tendencia a tener hijos cada vez más tarde. "En 2019 un 10% de los nacidos en España tenían madres mayores de 40 años. Cuando esas madres y padres lleguen a la jubilación, a menudo sus hijos estarán en una edad en la que todavía deben ser sostenidos financieramente por sus familias", recuerda la catedrática.
  • El acceso cada vez más tarde a la vivienda propia (y a la hipoteca), en torno a los 41 años. "Como consecuencia de estos dos últimos factores, un hogar que entra en la jubilación puede encontrarse con que, a diferencia de generaciones anteriores, a las cargas derivadas de la edad (mayor dependencia y probabilidad de manifestar enfermedades) se añaden las derivadas de una hipoteca y de seguir manteniendo a descendientes sin capacidad para independizarse financieramente", resume Fernández López.

Junto a esto, no hay que olvidar la precariedad laboral juvenil lo que, unido al envejecimiento, pone en entredicho la sostenibilidad del sistema de pensiones. De hecho, España enfrenta una tasa de desempleo juvenil del 26,6%, más del doble de la media global, según los últimos datos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT). "La precariedad laboral genera lagunas de cotización que, en el futuro, se traducen en pensiones insuficientes, por lo que los trabajadores que entran en el mercado laboral hoy en día corren el riesgo de llegar a la jubilación con pocos recursos", explica José Manuel Jiménez.

El coste de hacerse mayor

Obviamente, el aumento de la esperanza de vida no sólo implica que podemos vivir más, sino que se incrementa el riesgo de la pérdida de autonomía y la necesidad de contar con la ayuda de terceros. "La sociedad española no tiene conciencia de la fragilidad que conlleva el proceso vital del envejecimiento. La percepción de necesidad de cuidados en la vejez no está arraigada como una necesidad que haya que proteger en las etapas vitales previas a la dependencia", indica José Miguel Rodríguez Pardo, presidente de la Escuela de Pensamiento de la Fundación Mutualidad Abogacía.

Como recoge el estudio Dimensiones económicas de la longevidad: Evidencia del caso español, de la Fundación BBVA, las personas más mayores, debido a su edad avanzada, son las más susceptibles de convertirse en personas dependientes. Este grupo de edad presenta una mayor prevalencia en enfermedades crónicas y tiene más probabilidades que el resto de grupos etarios de convertirse en personas frágiles y dependientes. De hecho, según el Ministerio de Sanidad, el incremento de la esperanza de vida a los 65 años experimentado en la última década ha venido de la mano de un retroceso de los años de vida saludables tanto para hombres como para mujeres y de un aumento de los años con dependencia y discapacidad.

"Los costes asociados a la atención de personas mayores, como los cuidados residenciales, asistencia domiciliaria o incluso adaptaciones del hogar, pueden ser significativos. Sin embargo, estos gastos son frecuentemente subestimados o no considerados hasta que la situación se vuelve urgente. Muchas personas creen que el sistema público o los familiares cubrirán todas las necesidades y no siempre es viable. Hay que tener previsión", recalca el presidente del Instituto Santalucía.

Según el estudio ¿A cuánto asciende el valor del cuidado informal en España?, de BBVA, el coste de una persona cuidadora externa podría situarse entre los 17.000 euros/año, en caso de una dependencia leve, y los 32.000 euros/año para una dependencia severa. "Frente a estas cifras, la pensión media de jubilación en España en 2024 es de 1.441 euros mensuales. Basta con multiplicar esta cifra por 12 meses, para darnos cuenta de que prácticamente toda la pensión iría destinada a pagar los cuidados de un miembro del hogar con dependencia leve y no sería suficiente en caso de dependencia severa", recalca Sara Fernández López.

En este sentido, como expone el estudio de BBVA, en términos generales, a pesar de su magnitud e importancia, estos costes no suelen ser revelados y sus magnitudes no se encuentra en las mesas de los decisores de mayor nivel en el momento del diseño de las políticas o de la asignación de recursos entre distintos cursos de acción, puesto que, al contrario del gasto sanitario o en servicios profesionales, no existe una partida presupuestaria ligada a los recursos familiares empleados, de tal modo que en algunas áreas se les ha calificado de "costes invisibles". Lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no existe y, por tanto, no se puede mejorar.

"España ha comenzado a tomar conciencia de las implicaciones de la longevidad, pero los esfuerzos educativos y de capacitación para preparar a los ciudadanos de cara a una vida más larga y los desafíos financieros que conlleva son aún insuficientes. La educación financiera y la preparación para la longevidad no están plenamente integradas en la formación general ni en la agenda pública", indica José Manuel Jiménez.

La necesidad de la educación financiera

Si bien en España se están haciendo cada vez más esfuerzos para mejorar la educación financiera de la población, Sara Fernández López recuerda que "no van suficientemente enfocados a cómo afrontar el reto de la longevidad. Son muy evidentes entre la población joven, que a menudo aún permanecen en el sistema educativo, y a los que la jubilación les queda muy lejos".

En opinión de la catedrática de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Santiago de Compostela, "deberían realizarse campañas cuyo target sean personas de más de 45 o 50 años, para prepararse para la jubilación. A modo de ejemplo, podría existir una bonificación fiscal mayor en la aportación a planes de pensiones a cambio de que las personas realicemos un curso (que puede ser online) de 2 o 5 horas sobre las previsiones de ahorro y gastos en la jubilación".

Todos los expertos consultados por este medio coinciden en que no existe falta de interés por parte de la población en lo que a la formación financiera se refiere. Por ejemplo, una investigación del Instituto Santalucía refleja que el 52% de la Generación Z desea mejorar sus habilidades financieras. "Falta que se ofrezca educación financiera clara y práctica, adaptada a las necesidades reales de las personas", expone el director del Instituto Santalucía.

En su caso, José Miguel Rodríguez Pardo sostiene que "una de las palancas más eficaces para alcanzar una vejez con independencia económica, y por tanto autónoma, es la educación financiera desde la infancia hasta después de la jubilación". Con respecto a esta última etapa vital, "está todo por desarrollar, el ciudadano en fase de retiro no tiene las competencias financieras adecuadas para gestionar su patrimonio en un horizonte vital de más de 20 años y con riesgos de salud y necesidad de cuidados". En este sentido, hay que armonizar la independencia económica con el patrimonio en herencia, "sin llegar a la máxima de que toda herencia es un patrimonio mal gestionado en vida. Hay que lograr un equilibrio y para ello la educación financiera es muy relevante".