
En el panel de mandos de la Reserva Federal de EEUU se observa con atención cada variable macroeconómica. La inflación vuelve muy despacio al redil después de su alocado repunte posterior a la pandemia. En ese sentido, cualquier movimiento del mercado laboral es clave para determinar las coordenadas del vuelo desinflacionario. El mercado de trabajo parece enfriarse poco a poco mientras la economía no se ha roto pese las fuertes subidas de los tipos de interés destinadas a golpear la demanda y bajar la inflación. Sin embargo, en el monitor de control del presidente de la Fed, Jerome Powell, y los suyos un punto sigue parpadeando en rojo y amenaza con complicar sobremanera el aterrizaje suave de la economía (control de la inflación sin dolorosa recesión ni duro golpe en el mercado laboral). Ese punto rojo son los trabajadores de mayor edad 'desaparecidos' desde la pandemia.
Como señalan en un reciente informe los estrategas de BCA Research, las expectativas de tipos de interés en EEUU que negocian los mercados se han vuelto hipersensibles a cada dato de inflación y empleo. "Esta hipersensibilidad tiene mucho sentido, ya que la evolución de la inflación y el empleo determinará la política de la Reserva Federal, que depende de los datos, y ésta, a su vez, determinará los mercados. Sin embargo, los datos mensuales de inflación y empleo son ruidosos", admite el equipo encabezado por el economista jefe, Dhaval Joshi. Al poner excesiva atención a cada dato entrante, se corre el riesgo de que el ruido tape la melodía de fondo.
Para que eso no ocurra, los expertos de la casa de análisis recurren a su 'vieja amiga' la curva de Beveridge. Esta teoría económica enunciada por el inglés William Beveridge consiste en el gráfico resultante de trazar la relación descendente entre la tasa de vacantes y la tasa de desempleo. Histórica y tradicionalmente, la relación entre ambas variables ha sido inversa. Un mayor desempleo se asociaba a un menor número de vacantes y al revés. Con un paro mayor y, por tanto, exceso de mano de obra, las empresas deberían encontrar más fácilmente a los trabajadores que necesitan, cayendo las vacantes. Cuando hay poca oferta de mano de obra (menos paro), será más difícil cubrir las vacantes y estas se tendrían que multiplicar.
Esta curva es una manera de medir la eficiencia del mercado de trabajo, lo que los americanos llaman hacer match (que encajen lo que piden las vacantes con lo que ofrecen los trabajadores en busca de empleo). Los rigores de lo pandemia hicieron que tanto en EEUU como en otros lugares este patrón saltase por los aires, abombándose hacia afuera la curva a medida que las vacantes se disparaban más rápido de lo que caía el paro. Esta trayectoria inicial se hacía compatible con unas mayores presiones salariales (las empresas que no lograban ocupar sus vacantes tenían que ofrecer más salario) y, por ende, inflacionarias.
"Cuando la curva de Beveridge se desplaza hacia arriba y hacia fuera, significa que hay un excedente de ofertas de empleo para un número determinado de parados. Esto refleja un mercado laboral que se ha vuelto menos eficiente a la hora de adecuar los puestos de trabajo a los trabajadores disponibles. La razón habitual es un 'desajuste de cualificaciones' entre los puestos de trabajo que necesitan cubrirse y los trabajadores disponibles, lo que se traduce en un excedente de vacantes. Tras la pandemia, la curva de Beveridge de EEUU se desplazó violentamente hacia el exterior. Después, en los dos últimos años, se relajó hacia el interior. El movimiento hacia afuera y luego hacia adentro reflejó los millones de trabajadores que dejaron sus puestos de trabajo, creando un exceso de vacantes, pero luego volvieron a trabajar, volviendo a llenar esas vacantes", explican Joshi y su equipo.

Sin embargo, pese a la relativa vuelta a la normalidad tras la pandemia, la curva de Beveridge no se ha desplazado hacia el interior todo lo que se había movido hacia el exterior. "Incluso cuando la participación de las personas en edad productiva (25-54 años) se ha disparado hasta alcanzar un máximo de varias décadas, la curva de Beveridge no se ha desplazado completamente hacia el interior. ¿Por qué?", se preguntan los analistas de BCA Research. Ellos mismos responden: porque uno de cada 17 trabajadores estadounidenses de más edad ha 'desaparecido' desde la pandemia.
Aunque la participación del primer segmento de edad edad ha aumentado, la participación de los trabajadores de más edad (más de 55 años) cayó en picado tras la pandemia y ahora se sitúa un 2,1% por debajo de su media estructural de 2010. Dado que hay 100 millones de estadounidenses mayores de 55 años, este exceso de jubilaciones (se ha hablado de la Gran Prejubilación) equivale a un déficit de 2,1 millones de trabajadores estadounidenses de más edad.
No obstante, advierten los analistas de BCA, el número real de trabajadores de más edad desaparecidos es aún mayor. Solo en el primer año de la pandemia, EEUU sufrió un exceso de mortalidad de 573.000 personas, de las cuales la inmensa mayoría pertenecía a la cohorte de mayor edad. Dado que la tasa de participación de esta cohorte de edad avanzada se sitúa en torno al 40%, este exceso de mortalidad podría explicar la desaparición de otros 200.000 trabajadores de edad avanzada, apuntan.
Es ahí donde está el hueco de la curva de Beveridge que aún no ha rellenado hacia el interior: "Teniendo en cuenta los 2,3 millones de trabajadores que faltan de los 38 millones de trabajadores de edad avanzada actuales, uno de cada 17 trabajadores estadounidenses de edad avanzada ha desaparecido. En los casos en que esos trabajadores de más edad que faltan ocupaban puestos de responsabilidad o tenían conocimientos especializados acumulados a lo largo de décadas de experiencia, las vacantes resultantes no pueden cubrirse fácilmente con la cohorte disponible de trabajadores más jóvenes", desarrolla el equipo de Joshi.
Esos 2,3 millones de trabajadores de más edad que faltan son lo que están dando a la Reserva Federal "un persistente dolor de cabeza" a la hora de perseguir su anhelado aterrizaje suave, continúa el informe de BCA. "La Fed tiene la difícil tarea de reducir la demanda de trabajo sin hacer subir la tasa de desempleo. Podemos seguir su progreso a través de la curva de Beveridge. La posición de la economía en la curva de Beveridge refleja el estado del ciclo económico. La trayectoria deseada por la Reserva Federal es que la tasa de apertura de puestos de trabajo disminuya sin traducirse en un aumento del desempleo, de modo que la curva de Beveridge no se desplace hacia fuera", explicaba hace unos meses Ryan Sweet, economista de Oxford Economics.

"La Fed necesita que la demanda de trabajo se debilite aún más, lo que coincidirá con un aumento del número de desempleados. El camino hacia un aterrizaje suave pasa por una reducción de las ofertas de empleo con un aumento mínimo, si es que hay alguno, de la tasa de desempleo; en otras palabras, los que son despedidos encuentran rápidamente un nuevo trabajo", ahondaba Sweet. El experto alertaba de la dificultad de conseguirlo: "Lo ideal sería que la Reserva Federal deseara un descenso vertical de la curva de Beveridge, pero esto es difícil de diseñar y no ocurre a menudo".
Para hacer los cálculos, en BCA Research han trazado una curva de Beveridge utilizando lo que ellos llaman el dato de desempleo 'malo', que incluye a las personas que han caída al paro tras perder su empleo y no a aquellas que han entrado de 'nuevas' al mercado laboral buscando trabajo o se han reincorporado al mismo con una búsqueda activa de empleo tras dejarlo. "Es un excelente indicador adelantado de las caídas bruscas del mercado laboral", justifican.
Si la curva de Beveridge estadounidense se hubiera desplazado completamente a su versión anterior a la pandemia, entonces la tasa de paro 'malo' actual sería coherente con una tasa de vacantes de empleo de alrededor del 4%, una inflación salarial del 3% y una inflación de precios del 2%. "La Fed podría descorchar el champán por misión cumplida, y sería un momento perfecto para comprar bonos. Pero el desplazamiento hacia el exterior de la curva de Beveridge significa que la tasa de vacantes sigue siendo demasiado alta en aproximadamente un 1%, lo que equivale a un excedente de 1,6 millones de puestos de trabajo vacantes. Para que la tasa de vacantes descienda lo suficiente en esta curva de Beveridge desplazada hacia el exterior, la tasa de desempleo 'mala' debe aumentar entre un 0,3% y un 0,4% más", rubrica el equipo de Joshi.
Un aumento del 0,3-0,4% en el desempleo malo puede no parecer demasiado alarmante, reconocen los autores del informe, pero el cuadro ya rima más con un aterrizaje más brusco de la economía. "Dado este desplazamiento hacia el exterior de la curva de Beveridge, el desempleo malo debe seguir aumentando para que la Reserva Federal alcance su objetivo de inflación del 2%", insisten. Los últimos datos conocidos en materia de inflación apoyan un primer recorte de tipos de la Fed en septiembre, sin embargo, el camino para dejar atrás el techo del 5,25%-5,5% alcanzado amenaza con ser mucho más lento de lo que algunos quieren. Habrá que ver si las pequeñas grietas que han aparecido en la aún sólida economía americana van a más.